Inmediatamente las miradas se centraron en Marcelo Ebrard, quien es la opción más moderada y con un talante reconciliador. Claudia Sheinbaum ha sido catalogada como una sierva entregada al lopezobradorismo; sus antagonistas aseguran que “vendió su alma al tabasqueño” a fin de ser la elegida.
¿Verdaderamente hacía el presidente una analogía con sus propias fichas o les dictaba un código de conducta y lealtad estricto?
Todo parece indicar que fue lo segundo. El morenista fue radicalizando su mensaje al imponerles: “Sin zigzaguear, sigamos anclados en nuestros principios, reafirmemos la decisión y el rumbo que hemos tomado desde que inició el Gobierno. No a las medias tintas…”.
El discurso era ya una amenaza disciplinaria para quienes coquetearán de alguna forma con la oposición.
Crecimiento y aceptación evidente
Y es que poco a poco, paso a paso, Marcelo Ebrard ha ido levantándose como una figura que podría convertirse en un candidato multicolor, que apuesta por el crecimiento de la clase media.
Si AMLO se aferra a que Claudia sea la candidata -a pesar de no asegurar el triunfo-, Ebrard podría agrupar un colectivo inmenso a partir de una candidatura en común, entre su propia estructura nacional, Movimiento Ciudadano -del cual fue fundador- y el partido Verde, que a la vez podrían sumar a la alianza del PRI, PAN y PRD, así como a las cámaras empresariales y el apoyo internacional. Una colectividad de expresiones que lo harían inmediatamente el candidato más fuerte hacia la presidencia de la República.
Eso lo sabe López Obrador.
Inmediatamente después del gran evento en el Zócalo, Marcelo ganó la agenda política nacional.
El que haya recibido un ataque con un vaso unicel afuera del Palacio Nacional señala cierta desesperación del equipo de sus adversarios internos. Luego, en la presentación de su libro “El camino de México”, el canciller mostró un perfil de un político profesional que no aceptará menos que la candidatura a la presidencia de la República, respaldado incluso por la querida escritora Elena Poniatowska.
Ese mismo día, la casa encuestadora Rubrum arrojaba que Ebrard lidera las preferencias de su partido, con 39.5%; esto es 5.8 puntos más que la segunda posición, ocupada por Claudia Sheinbaum con un 33.7%.