Orfandad y silencio
Prácticamente ningún excolaborador o compañero de partido ha salido en defensa del expresidente. Solamente su esposa, la diputada Margarita Zavala, ha revirado con un discreto: “Ya quisiéramos presidentes valientes, ya quisiéramos partidos responsables”, desde su curul en San Lázaro.
El líder moral del panismo, Diego Fernández de Cevallos, ha sido el otrora aliado más tajante en su contra, sentenciando: “Si Calderón no sabía del comportamiento de su secretario, es un estúpido”.
Como se presupuestaba, en el llamado “juicio del siglo” y sin tener aún el veredicto del jurado, Felipe Calderón aparece como el más afectado, pues la coyuntura no le ayuda; ha sido abandonado políticamente y se ha convertido en una piedra para la oposición, ya que la mayoría de los mexicanos ha emitido un juicio común en su contra.
Nunca había estado tan vulnerable.
Esta situación pega en varias barandas. Primero a su esposa, quien busca la Jefatura de Gobierno de la CDMX; a sus excolaboradores y aliados, y a toda la alianza opositora, que guarda silencio, pues tiene una gran batalla contra Morena en Coahuila y el Estado de México, dos Estados que sufrieron en demasía el fracaso de la guerra contra el narco.
Además, en un aspecto más peligroso para su causa, el hecho de que García Luna haya decidido no participar en el estrado con su declaración, supone que busca una oportunidad para convertirse en testigo protegido, contra el mismo Felipe Calderón y otros políticos.
La derrota que ha sufrido el expresidente es meramente de percepción y mediática, pero podría ser suficiente para catapultarlo a la basura histórica de la política mexicana.
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