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La narcocultura 4T

Lo que sucedió en Culiacán nos demostró que la narcocultura está en nuestro ADN social, asegura Caleb Ordóñez.
mié 23 octubre 2019 06:00 AM
Caleb Ordóñez promo
Abogado, comunicador y especialista en Periodismo digital por la Universidad Complutense de Madrid.

Desde pequeño le llamaban de cariño “el ratón”. Siempre de bajo perfil, pero con una astucia que lo llevaría a tomar el control de una pequeña parte del cártel más grande del mundo. Ovidio Guzmán López es hijo del matrimonio de Joaquín “el Chapo” Guzmán con Griselda López Pérez.

En Culiacán y Mazatlán, coinciden que es una sombra, un fantasma, algunos conocían de su existencia, pero muy pocos habían visto su rostro. No ha cerrado antros ni bares, ni ha “robado” mujer alguna, como se acostumbraba en los tiempos de mayor esplendor del cártel sinaloense, de los que son más famosos sus medios hermanos Archivaldo y “Alfredillo” Guzmán Salazar, mejor conocidos como “Los chapitos”.

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Ovidio es uno de los hijos predilectos del “Chapo”, estudió en escuelas privadas, alejado de las oscuras penumbras de los asesinatos y actividades criminales. Sin embargo, sus conocimientos y talento administrativo lo llevaron a traficar una gran cantidad de cocaína, metanfetaminas y marihuana a los Estados Unidos.

A sus 29 años, ya es uno de los narcotraficantes más buscados del mundo. El 21 de febrero pasado, una semana después de que “el Chapo” Guzmán fuera declarado culpable en una Corte Federal de Nueva York, el Departamento de Justicia estadounidense anunció que había presentado una acusación penal contra “El Ratón”.

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Ya han pedido su extradición al gobierno mexicano. Sin embargo, como todos saben, el pasado jueves 17 de Octubre fue liberado por el gobierno mexicano por temor a represalias contra las familias de los soldados que le capturaron.

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Las flipantes aventuras de los juniors

Las hazañas de los hijos del Chapo Guzmán van acumulándose. El pasado 15 de agosto del 2016 Alfredo e Iván Archivaldo Guzmán, acompañados de un grupo de personas acudieron al restaurante “La Leche”, en Puerto Vallarta, Jalisco, para celebrar el cumpleaños de Archivaldo, cuando de pronto, un grupo armado entró al restaurante, separó a las mujeres de los hombres y se llevó a los masculinos, entre ellos los dos hijos del “Chapo”. Los 16 escoltas de los “chapitos” fueron superados por el gran numero de sicarios del Cártel de Jalisco Nueva Generación, que aseguran superaba los 50 hombres armados.

Luego de negociaciones, donde aseguran participaron Ismael “El Mayo” Zambada, Caro Quintero e incluso el Gobierno de México, los “chapitos” fueron liberados por una cantidad alucinante de millones de dólares.

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A partir de entonces, la fractura era evidente y el líder del Cártel de Jalisco, Nemesio Oseguera “el Mencho”, había declarado la guerra a los jóvenes contrabandistas.

Cuando todo esto se supo, la gente en Sinaloa sentía la tensa calma y zozobra que genera el saber que los cárteles más potentes y sanguinarios se seguirían enfrentado, pues el “Chapo” estaba prácticamente desterrado. Miles de habitantes apoyaron irrestrictamente a los “chapitos” quienes gozan del cariño de muchísimos pobladores de aquel Estado.

Como es bien sabido, gracias a las decenas de novelas, series y películas históricas sobre la realidad del narco en México, los imperios de los cárteles han tenido rostros y nombres que ya son parte del conocimiento popular, incluso con mayor arraigo en la juventud que los héroes de la independencia o la revolución.

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1T

En los ochenta, las bases del narcotráfico como potencia mundial surgieron a partir de la fundación del primer “sindicato” de narcotraficantes comandado por Miguel Ángel Félix Gallardo y sus socios Ernesto "Don Neto" Fonseca, Rafael Caro Quintero, Manuel Salcido "El Cochiloco", Juan José Quintero, Pablo Acosta, Jesús "El Mayo" Zambada y Juan José Esparragoza "El Azul". Gallardo conocido como “el jefe de jefes”, estaba inspirado por su mentor y exjefe en la banda de Sinaloa, Pedro Avilés “El león de la sierra”.

A la par en 1984, surgía el Cártel del Golfo y se consolidaba así la primera transformación; la red pionera de narcotráfico organizado en el país con inmenso trasiego de marihuana a los Estados Unidos.

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2T

La segunda transformación del narco se daría luego de la muerte del colombiano y exsocio de Gallardo, Pablo Escobar Gaviria, así se fundaría “La federación”, el conjunto de cárteles que organizó y lideró Amado Carrillo Fuentes “el señor de los cielos”, manteniendo la unión de los capos ya mencionados, sumando a otros que escalarían rápidamente: Joaquín "el Chapo" Guzmán, los hermanos Beltrán Leyva y Héctor Palma.

3T

El 4 de Julio de 1997, el país se estremecería seriamente por la muerte de Carrillo Fuentes, pues a partir de esa fecha ocurrió una tercera transformación que ha llenado al país de sangre; se estiman hubo más de 500,000 muertes a causa de la guerra del narcotráfico hasta 2018.

Mientras que de 1997 a 2007 había una media de 13,000 muertes por año. A partir de la inoperante proclamación de la “guerra contra el narcotráfico”, en 2006, declarada por el entonces presidente Felipe Calderón, los números alcanzaron los 23 mil muertos anuales y en lugar de frenar el trasiego, éste se incrementó un 780%, así como la cantidad de cárteles que combatían entre ellos, hasta el 2012 ya eran conocido 21 cárteles organizados, que operaban a lo largo y ancho del país. Sin embargo, el de mayor peso fue el Cártel de Sinaloa, quen sería de los mayores beneficiados, y su líder, Joaquín “Chapo” Guzmán, uno de los ganadores de las zonas trascendentes en el país.

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4T

Luego de la tercer captura y luego juicio contra el “Chapo” en el país se vive una cuarta transformación del crimen organizado. Ante la suspensión definitiva de la “guerra” por parte del gobierno federal, los cárteles siguen creciendo y aumentando su capacidad de organización, traslado interno y trasiego de distintas drogas. El presidente López Obrador ha reconocido que existen a la fecha 39 cárteles en el país. Sin embargo, el pasado 31 de enero, afirmó que su gobierno no se centraría en detener a capos de la delincuencia organizada.

Lo ocurrido el pasado 17 de Octubre en el infierno que se convirtió Culiacán, ha sido descrito con decenas de rasgos, ha sido criticado hasta la médula dentro y fuera del país. Más allá de un gobierno humillado y postrado ante el narco, esto es el panorama desolador de la narcocultura férrea, constante y arraigada hasta los huesos en la cultura mexicana. Se trata de la secrecía y la sinónima admiración a los capos.

No es broma, según la encuestadora Mitofsky , el 55% de la población mexicana estuvo a favor de la liberación de Ovidio Guzmán. Por supuesto que ellos no lo publicará en sus redes sociales, no lo debatirán con sus amigos o familiares.

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Mientras tanto, el país entero sigue cantando narcocorridos sangrientos, sigue disfrutando a su artista favorita Bárbara de Regil, enfundada en su papel de Rosario Tijeras –una asesinada despiadada. De nada servirán los buenos discursos y aplausos a Diego Luna, mientras se ufane de haber protagonizado el papel del capo Miguel Ángel Félix Gallardo y no, lamentablemente, en nada funcionarán los conteos diarios por los 43 desaparecidos de Ayotzinapa de Epigmenio Ibarra mientras no se arrepienta y pida perdón por sus exitosas narcoseries que se convirtieron en estandartes y apología del crimen.

La narcocultura está en nuestro ADN social y esa enfermedad solo podrá ser arrancada, uno a uno, cuando decidamos entender que los enemigos son aquellos que matan y pervierten. Cuando despreciemos al poder como sinónimo de éxito.

Lo que sucedió en Culiacán nos demostró que todos estamos de rodillas frente a ellos, los malditos.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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