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El Chapo (aún en prisión) sigue siendo un dolor de cabeza para los presidentes

Joaquín Guzmán Loaera "El Chapo" forjó una red criminal en el norte del país que ha tenido en jaque a seis presidentes mexicanos.
sáb 19 octubre 2019 07:30 AM
(Obligatorio)
Seis presidentes han tenido que lidiar con El Chapo.

Una de las tareas que han tenido que asumir los últimos presidentes mexicanos es aprender a lidiar con el crimen organizado, específicamente, con un grupo importante: el Cártel de Sinaloa, liderado por Joaquín Guzmán Loaera El Chapo, quien fue sentenciado a cadena perpetua en Estados Unidos.

Si bien, en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (Morena) no fue propiamente afectado por El Chapo, este jueves 18 de octubre enfrentó su primera prueba importante frente al crimen organizado, y lo hizo, precisamente, con uno de los hijos de éste: Ovidio Guzmán López, El ratón.

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El Chapo y los presidentes

Seis presidentes mexicanos han tenido que lidiar con "El Chapo" y el Cártel de Sinaloa: Carlos Salinas de Gortari (PRI), Ernesto Zedillo (PRI), Vicente Fox (PAN), Felipe Calderón (PAN), Enrique Peña Nieto (PRI) y ahora Andrés Manuel López Obrador.

Los priistas:

Salinas de Gortari fue el primer presidente en meter a la cárcel al criminal mexicano. El 9 de junio de 1993, Guzmán Loera fue capturado por el Ejército de Guatemala cuando pretendía huir del país. Para ese entonces, el Cártel de Sinaloa tenía ya una presencia importante y "El Chapo" ya estaba en la mira de las autoridades estadounidenses, principalmente porque su nombre y el de otras figuras del narco cobraron relevancia tras el atentado contra el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, en Guadalajara (los hermanos Beltrán Leyva).

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Con Ernesto Zedillo, quien fue elegido candidato del PRI luego de la muerte de Luis Donaldo Colosio, Guzmán Loaera fue trasladado al penal de Puente Grande en Jalisco. El periodista Malcolm Beith contó en su libro “El último narco” que desde que El Chapo puso un pie en el penal en noviembre de 1995 impuso sus reglas en esa cárcel.

Aparentemente desactivado por estar recluido, durante seis años (cinco de Zedillo y uno de Fox) el líder del Cártel de Sinaloa siguió forjando su imperio en prisión y preparando su fuga.

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Los panistas:

El 19 de enero de 2001 la noticia de su fuga del penal federal, la cual se consumó escondido en un carrito de lavandería con la complicidad de los policías que lo vigilaban puso en jaque al gobierno de Vicente Fox; esa administración llevaba apenas unos meses en el cargo tras su victoria en las elecciones del 2000 y presumía de buena aceptación por haber logrado la primer alternancia en el gobierno federal.

El gobierno de Fox no pudo recapturarlo y la fuga del Chapo marcó las áreas de inteligencia del primer sexenio panista.

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Otro que no pudo recapturarlo fue Felipe Calderón. Durante el segundo sexenio panista "El Chapo" pasó sus días en libertad. Era considerado un prófugo de la justicia y se escondía, pero no estaba tras las rejas.

Al inicio del sexenio calderonista arrancó la llamada guerra contra el narco, por lanzar a las Fuerzas Armadas en contra de los líderes del narcotráfico. En forma recurrente se acusó que Calderón enfocó su lucha en contra de cárteles contrarios al Chapo, como el de los hermanos Beltrán Leyva o La Familia Michoacana, lo que se consideró un beneficio "indirecto" o "sospechoso" al Chapo, pero nunca se supo de algún acuerdo.

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Al dejar Calderón el gobierno, esas versiones fueron apuntaladas cuando en 2018, la revista Proceso publicó una carta enviada a la periodista Anabel Hernández García por Édgar Valdez Villarreal "La Barbie", quien fue detenido en 2010 por el gobierno de Calderón como parte de los operativos contra el cártel de los Beltrán Leyva.

En la carta, "La Barbie" acusó que el presidente Calderón tuvo acuerdos con grupos del narco, uno de ellos con "El Chapo".

El regreso de los priistas:

A la llegada de Peña Nieto, el capo tuvo que enfretar su recaptura. La cual se realizó el 22 de febrero de 2014 en Mazatlán, Sinaloa. El peñismo presumió lo que los panistas no concretaron.

Sin embargo, su gobierno no pudo desarticular al Cártel de Sinaloa, y su poderío se confirmó cuando "El Chapo" se volvió a fugar, esta vez del Penal de Máxima Seguridad del Altiplano, en el Estado de México.

La construcción de túnel por abajo del penal dio cuenta de las redes de corrupción en las áreas de vigilancia y de la vulnerabilidad de las áreas de inteligencia, además de la capacidad económica y logística del Chapo.

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Se enfcaron en la recaptura y el Chapo fue vez detenido, por tecera ocasión el 8 de enero de 2016 tras una operación conjunta de las áreas de inteligencia, seguridad y procuración de justicia mexicanas.

El priista se colgó la medalla con la leyenda “Misión cumplida” que publicó en un tuit.

Un año después, el gobierno de Peña Nieto decidió extraditar a El Chapo a Estados Unidos, donde enfrentó un juicio y fue condenado a cadena perpetua.

Cuando se pensó que el narcotraficante dejaría de ser una tarea para los presidentes mexicanos, otro personaje de apellido Guzmán volvió a ser un conflicto para el gobierno federal. Esta vez tocó el turno para López Obrador y el hijo de El Chapo, Ovidio Guzmán.

Esta vez no hubo detención ni fuga. Pero un operativo que condujo a "El Ratón", como es conocido uno de los hijos que tuvo el capo con Griselda López Pérez, su segunda esposa, generó miedo y caos en Culiacán, Sinaloa. La decisión que tomó el gobierno federal para frenar el temor fue la liberación del joven Guzmán, quien también es solicitado por la DEA.

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