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Dejar ir al hijo del Chapo no pacificará al país

Si lo que se busca AMLO es dejar de perseguir narcos, lo que se debe hacer es eso: no perseguirlos. No debe perseguírseles y luego dejarlos ir, asegura Viridiana Ríos.
vie 18 octubre 2019 12:33 PM
Viri Ríos
Viri Ríos es analista política, doctora en gobierno por la Universidad de Harvard.

Si México fuera a pacificarse a partir de dejar ir al hijo del Chapo, yo estaría 100% de acuerdo con ello. Que lo dejen libre. Es más, que le den un resort en Tulum.

El problema es que esto no es así, por dos razones:

Primero, porque el crimen no es hoy lo que era antes. Y AMLO debería saberlo ya. Calderón detonó una guerra entre cárteles que cambió de raíz la forma en la que funciona la delincuencia organizada. Hoy los cárteles están fragmentados y luchan con liderazgos más fluidos y menos orden.

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Debido a este cambio, las estrategias de seguridad que antes de Calderón creaban paz, como tolerar a los narcos sin atraparlos, no lo harán necesariamente ahora. Por el contrario, podrían recrudecer la violencia. Esto es así porque los cárteles ya no tienen liderazgos fuertes que puedan dictar órdenes a sus miembros y hacer que vendan drogas en paz.

Es decir, hoy no hay una figura única, un gran capo, con el que el gobierno pueda pactar una “pax mafiosa”. El crimen es mucho menos organizado y por ello, aún si se quisiera pactar un acuerdo de paz con ellos, no habría con quien hacerlo. No habría forma de implementarlo. Estamos en una situación en la que el mismo Cártel de Sinaloa no controla necesariamente a toda su gente.

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Segundo, dejar ir al Chapito tampoco creará paz porque la forma en la que se le dejó ir demostró que el narco está cargo. El Estado Mexicano no tiene una estrategia bien pensada e implementada de pacificación, sino que más bien es incapaz de controlar los desmanes de los delincuentes.

Si lo que se busca es dejar de perseguir narcos como forma de pacificación, lo que se debe hacer es eso: no perseguirlos. No debe perseguírseles y luego dejarlos ir. La diferencia es importante porque en el primer caso el Estado Mexicano es quien decide, en el segundo es el narco.

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Ahora que el estado mexicano ha evidenciado que el narco decide en México, lo que le conviene al Cártel de Sinaloa no es pacificarse. Es hacer desmanes para extorsionar e incursionar en otras áreas criminales. Es decir, aún concediendo que el Cártel pudiera ordenar a su gente que dejen de ser violentos, no es seguro que los líderes del cártel quisieran dar esa orden. Sobre todo ahora, que saben que el gobierno cede a sus presiones.

Así, viendo que el Estado no está en control ni de sus Fuerzas Armadas, el cártel podría comenzar una guerra contra sus enemigos hasta monopolizar el mercado de drogas. Podrían comenzar a expandir sus áreas de negocio criminal con absoluta impunidad. Es decir, hay mil cosas que pueden pasar cuando el crimen se da cuenta de que ellos mandan, y no hay ninguna evidencia de que su decisión sea comenzar a vender drogas sin matar a nadie.

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La lógica según la cual dejar ir al Chapito creará la paz no se sostiene pues asume que el Chapo puede controlar a los miembros del cártel y quiere hacerlo. No hay evidencia alguna de que esto sea el caso. Por el contrario, sabemos que los cárteles son cada vez menos organizados y más belicosos.

Es evidente que la estrategia del gobierno en materia de seguridad debe cambiar.

Las reuniones de la madrugada no están funcionando porque claramente AMLO no se está enterando de lo que está pasando. No sabe lo que están haciendo las fuerzas armadas y aún si supiera, necesita mucha mejor asesoría. No se puede gobernar un país a partir de decirle al presidente solo lo que quiere oír.

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Más aún, ha quedado en evidencia que cuando el Ejército está a cargo de la seguridad nacional, sin fuerzas civiles, éste hará lo que sabe hacer: capturar y matar. Si AMLO quiere que hagan otra cosa, se tendrá que hacer mucho más que simplemente cambiarles el uniforme para que sean la “Guardia Nacional”. Retomar el control de las ciudades requiere de inteligencia y una policía funcional.

Qué distinto sería el día de hoy si AMLO hubiera salido a reconocer que se equivocó y proceder a repensar cómo cumplir su más importante promesa de campaña: pacificar a México. La prensa conservadora, como él llama a Reforma, no es el enemigo. El enemigo es la incapacidad del gobierno por crear mecanismos de colaboración y cooperación entre las fuerzas armadas que impidan que el narco quede a cargo.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autora.

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