¿La transición del 2000 en el gobierno representó algún cambio en las relaciones entre políticos y empresarios que permiten el “capitalismo de cuates”?
No. Digamos que hubo, más que una recomposición de poderes económicos, quizá una recomposición del poder político. En el libro, cito testimonios de empresarios muy poderosos, y llama la atención que, desde la década de los 90, tanto Emilio Azcárraga Milmo como el ideólogo Juan Sánchez Navarro de alguna manera dicen que los empresarios en todo este proceso han sido más o menos los mismos, mientras los políticos van y vienen. Entonces, creo que en el 2000 eso fue lo que sucedió, y hubo una recomposición que, a partir de Fox al sexenio de Calderón y al de Peña Nieto, dio lugar a un fenómeno muy sui generis: el ‘prianismo’, que incluso tiene lazos de sangre, compadrazgos.
¿México es un país excepcionalmente corrupto o es un reflejo de cómo el sistema capitalista global ha permitido que se generen lazos poco éticos o hasta ilegales entre política y economía?
El proceso de globalización ha generado que algunas dinámicas sean muy similares en todos los países, con crisis como la del 87 o los efectos ‘dragón’ y ‘tequila’. La economía, sobre todo en su dimensión financiera, hace que muchos fenómenos estén interconectados. Una crisis se puede volver global ahora de una manera mucho más fácil que hace 20 o 30 años. Esto dificulta además el combate del fenómeno. Entonces, necesitas nuevas normas para un mundo que todavía funciona en la lógica del Estado-nación frente a actividades económicas o delictivas que lo trascienden. Los ‘Papeles de Panamá’ son un ejemplo.
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Ahora, en el caso mexicano, la excepcionalidad se remarca en cuestiones muy antropológicas, como la alianza de clase, familiar, escolar, y las redes de relaciones bastante densas entre poder político y económico. Esto va generando una zona gris en el sentido de que las regulaciones no necesariamente se aplican, las que existen, y a veces lo que existe es bastante laxo. Esto recuerda mucho esta frase, que algunos atribuyen a Juárez y otros a Díaz, de: “A los amigos, justicia y gracia, y a los enemigos, la ley a secas”.