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La UIF puede abrir la ‘Caja de Pandora’ de los actos de corrupción: Edgar Morín

El académico, autor del libro ‘Crímenes de cuello blanco’, considera que el actual trabajo de la UIF es una novedad y puede servir para detectar flujos de dinero producto de actividades ilícitas.
dom 13 octubre 2019 07:00 AM
Edgar Morín
Morín también es autor del libro 'La maña', sobre la cultura de las drogas y la violencia derivada de ella.

¿Qué tanto está cumpliendo el gobierno de Andrés Manuel López Obrador con su promesa de acabar con la corrupción? Para el académico Edgar Morín, la respuesta puede resumirse así: “Es un asunto todavía difícil de ver con claridad”.

Morín, antropólogo por la UNAM y profesor desde hace más de 10 años, toca el tema en su más reciente libro, Crímenes de cuello blanco (editorial Grijalbo), en el que analiza cómo algunas relaciones entre políticos y empresarios han promovido en México el llamado “capitalismo de cuates” —aquel en el que no hay una competencia real entre empresas, sino que solo permite destacar a compañías con apoyo de gobernantes—, y también, cómo ese sistema ha abierto la puerta a diversos actos corruptos.

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El investigador subraya que su texto no es “antiempresarial”, aunque advierte que en materia de corrupción algunos integrantes del sector privado han sido uno de los principales factores que han hecho que este problema crezca.

Lo anterior, sumado a que el país tenga leyes con “áreas grises” en las que una conducta indebida puede simplemente no estar contemplada y por ello no puede ser perseguida, o bien, que las autoridades encargadas de investigar irregularidades no tengan la capacidad técnica para hacerlo.

Dentro de ese contexto, señala Morín, una novedad en el actual sexenio es el trabajo que está realizando la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), instancia dependiente de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP). Para el académico, es desde esta institución a cargo del exfiscal electoral Santiago Nieto desde donde se está siguiendo la pista del dinero producto de actividades ilícitas y, a partir de ese seguimiento, el gobierno puede iniciar acciones para enfrentar la corrupción.

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“Me parece que quizá la parte más interesante está por el lado de la Unidad de Inteligencia Financiera. Me parece que esa es como la ‘Caja de Pandora’ o la caja de los secretos del Estado mexicano”, argumenta.

En entrevista con Expansión Política, el autor habla también de los reacomodos en las relaciones entre políticos y empresarios, de la promesa de López Obrador de separar el poder político del económico y del reto que casos como Odebrecht o “La estafa maestra” representan para México. Aquí la conversación.

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¿La transición del 2000 en el gobierno representó algún cambio en las relaciones entre políticos y empresarios que permiten el “capitalismo de cuates”?
No. Digamos que hubo, más que una recomposición de poderes económicos, quizá una recomposición del poder político. En el libro, cito testimonios de empresarios muy poderosos, y llama la atención que, desde la década de los 90, tanto Emilio Azcárraga Milmo como el ideólogo Juan Sánchez Navarro de alguna manera dicen que los empresarios en todo este proceso han sido más o menos los mismos, mientras los políticos van y vienen. Entonces, creo que en el 2000 eso fue lo que sucedió, y hubo una recomposición que, a partir de Fox al sexenio de Calderón y al de Peña Nieto, dio lugar a un fenómeno muy sui generis: el ‘prianismo’, que incluso tiene lazos de sangre, compadrazgos.

¿México es un país excepcionalmente corrupto o es un reflejo de cómo el sistema capitalista global ha permitido que se generen lazos poco éticos o hasta ilegales entre política y economía?
El proceso de globalización ha generado que algunas dinámicas sean muy similares en todos los países, con crisis como la del 87 o los efectos ‘dragón’ y ‘tequila’. La economía, sobre todo en su dimensión financiera, hace que muchos fenómenos estén interconectados. Una crisis se puede volver global ahora de una manera mucho más fácil que hace 20 o 30 años. Esto dificulta además el combate del fenómeno. Entonces, necesitas nuevas normas para un mundo que todavía funciona en la lógica del Estado-nación frente a actividades económicas o delictivas que lo trascienden. Los ‘Papeles de Panamá’ son un ejemplo.

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Ahora, en el caso mexicano, la excepcionalidad se remarca en cuestiones muy antropológicas, como la alianza de clase, familiar, escolar, y las redes de relaciones bastante densas entre poder político y económico. Esto va generando una zona gris en el sentido de que las regulaciones no necesariamente se aplican, las que existen, y a veces lo que existe es bastante laxo. Esto recuerda mucho esta frase, que algunos atribuyen a Juárez y otros a Díaz, de: “A los amigos, justicia y gracia, y a los enemigos, la ley a secas”.

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Andrés Manuel López Obrador llegó a la presidencia con el combate a la corrupción como una de sus principales banderas. ¿Cómo considera que vaya el actual gobierno en este rubro?
Es un asunto todavía difícil de ver con claridad. Hay todavía muchísimo ruido y me parece que quizá la parte más interesante está por el lado de la Unidad de Inteligencia Financiera. Me parece que esa es como la ‘Caja de Pandora’ o la caja de los secretos del Estado mexicano, porque lo que vamos viendo con estos procesos de globalización es que todo se tiende a digitalizar, y el dinero en efectivo tiende a estar en lo que algunos llaman la economía de los pobres. Quizá la novedad sea esa. Lo más difícil es traducir toda esa información en un proceso judicial muy bien hecho. Hay un problema histórico, estructural, de una ineptitud e incompetencia del aparato de administración de justicia para poder hacer investigaciones como deben hacerse. La parte científica es un gran problema. Si en los delitos de sangre, en delitos típicos, no pueden dar con los responsables, imaginemos un fraude que tiene que ver con lavado de dinero.

Crímenes de cuello blanco
"Una de las expectativas más importantes del anunciado cambio de régimen pasa precisamente por acotar esas zonas grises que propician la corrupción, impunidad y delitos de poder", escribe Morín hacia el final del libro.

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¿Ya se separó el poder político del económico, como dice López Obrador? ¿Usted le ve una intención real de hacerlo?
Al menos discursivamente y eso le puede dar capital político. En términos reales, no es tan simple. Digamos que ya decretaron la muerte del neoliberalismo y tampoco es algo que se dé por decreto… Discursivamente, se podrá decir, pero si empezamos a ver las redes de relaciones, vamos a ver que ciertos empresarios se han acercado. Quizá uno de los casos más conocidos y lamentables es el de Jaime Bonilla, que llegó al poder por esa vía y está haciendo lo que está haciendo en Baja California , pero también se dan fenómenos como los compadrazgos. Ya tenemos al ‘primer compadre’ del país ( el empresario Miguel Rincón Arredondo ), y debe ser tan relevante que el propio presidente se tuvo que desmarcar.

Eso es en realidad lo difícil. Discursivamente, sí está en esta idea de la separación y ha habido algunos actos simbólicos como, en lo fiscal, acabar con las condonaciones o el poner a quien puso en la Unidad de Inteligencia Financiera, pero nuevamente habrá que esperar.

Lo más difícil institucionalmente es ver si esta nueva Fiscalía (General de la República) es capaz de elaborar investigaciones profesionales, serias, científicas, que puedan sostener un proceso, y esto no va a funcionar si no se ajustan las leyes”.

Acerca de estas “áreas grises” en la ley, que abren la puerta a que se cometan actos de corrupción y sea difícil perseguirlos, ¿por dónde cree que se deba comenzar a eliminarlas?
Una manera importante de combatir estas áreas grises está en los periodistas y en la ciudadanía. Muchos de estos asuntos son de interés público. Es muy importante que el periodismo ponga la luz en este tema y también la ciudadanía, porque para que se pueda combatir con cierta eficacia debe haber mucha transparencia y se debe evitar la discrecionalidad. En contratos o concesiones, lo que vemos reiteradamente en tres décadas es que hay discrecionalidad, que estos acuerdos parecen más enredos cortesanos… El periodismo es fundamental en todo esto, y no en vano en todo el mundo se está tratando de meter a la cárcel a los periodistas, a los curiosos profesionales que investigan estas cosas.

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En este sexenio, casos como Odebrecht, “La estafa maestra”, César Duarte, ¿son la prueba de fuego para las autoridades en el combate a la corrupción?
El asunto que me parece llamativo es que hay casos para todos lados. Eso me hace pensar en cuando una sociedad se degrada por completo. Pienso en “La estafa maestra” . ¿Qué dicen los rectores? “Nosotros no sabíamos nada”, cuando es evidente que estaban coludidos y cobraban comisiones. Vemos casos como el del aeropuerto, que me parece representativo de estos reacomodos… Sigue el pleito y lo que está de fondo es que hay una recomposición en los grupos de poder y las reglas del juego son otras. Incluso, tienes casos no resueltos, como el de Mexicana de Aviación desde el sexenio de Calderón. Hay muchos frentes. Lo que las autoridades harán o tendrán que hacer, si son pragmáticas, es ver cuál de todos esos casos puede dar más en términos de un proceso judicial y de cómo se le hace para regresar esos bienes al Estado.

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