Diversos testimonios expuestos en los días posteriores al ingreso de las fuerzas federales al Sistema de Transporte Colectivo exhiben que para las y los pasajeros lo importante es la garantía de llegar a tiempo y seguros a su destino.
Una encuesta entre viajeros indica que cuatro de cada cinco respaldan que la Guardia Nacional (GN) realice vigilancia. Un esquema que es empleado en otros Metros del mundo, en combinación con diversas medidas de seguridad.
Dos días después de estos datos, escenas auténticas o prefabricadas y difundidas eventualmente por una agencia de comunicación mostraban un asalto entre estaciones. Ocurría también cuando en los informes internos se sabe que los delitos en el sistema bajaron de 5 a 1 diarios por causa de la presencia de la GN.
En Nueva York, que posee el Metro más extenso del planeta, con 1,062 kilómetros y 468 estaciones, la Autoridad de Transporte Metropolitano instaló dos cámaras de seguridad en cada vagón para incrementar la percepción de seguridad.
La videovigilancia disuade a los delincuentes, proporciona elementos para identificarlos y detenerlos, además de que en los torniquetes puede impedir que los pasajeros intenten entrar sin boleto.
La medida ha sido cuestionada por una supuesta amenaza a la privacidad, aunque a los viajeros no les preocupa esa posibilidad si a cambio están seguros.
En Corea y Japón, las fuerzas armadas vigilan las estaciones del Metro, como lo hacen en otras instalaciones estratégicas como aeropuertos.
Con una tasa de 15 suicidios por cada 100,000 personas, en Japón este ha sido uno de los principales problemas de seguridad en el Metro, el cual han enfrentado con la instalación de barreras de seguridad que se abren una vez que el tren llega al andén.
Un sistema similar es empleado en Rusia, donde algunas de las estaciones del Metro en San Petersburgo cuentan con muros que bloquean las vías y solo dejan descubierto el espacio para el abordaje, para evitar que las personas caigan o arrojen objetos.