Más allá de ello, el anuncio es ilustrativo de la relación de este gobierno con las Fuerzas Armadas y de su percepción sobre ellas. En primer lugar, el despliegue de la Guardia Nacional en el Metro muestra que el oficialismo ve en los militares una solución idónea para todo problema público. No importa la naturaleza de este problema. Sea cual sea, las Fuerzas Armadas pueden atenderlo.
En Estados Unidos, el famoso dicho popular “Throw money to the problem” indica que todos los problemas, por más complicados o grandes que sean, pueden solucionarse con la cantidad adecuada de dinero. El oficialismo aplica la misma lógica, pero no con dinero, sino con las Fuerzas Armadas.
Si hay retrasos en la construcción de obras públicas, recurre a los militares. Si hay dificultades en la vigilancia de los puertos y las aduanas, recurre a los militares. Ante la falta de una estrategia de pacificación nacional, recurre a los militares. Ahora, frente al deterioro del Metro, recurre a los militares. Y así ad infinitum.
En segundo lugar, la presencia castrense en el Metro es indicativa de un círculo vicioso que ha creado y nutre constantemente el oficialismo: ante las deficiencias en los servicios públicos y las capacidades operativas de las instituciones que produce la “austeridad republicana” (que, en la práctica, se traduce en recortes a ultranza, sin pensar en las consecuencias ni diferenciar entre lo prescindible y lo indispensable), el gobierno recurre a las Fuerzas Armadas para subsanar esos huecos.
El Metro es un ejemplo claro del carácter cíclico de la austeridad y la militarización. De acuerdo con Juan Ortiz, el presupuesto para esta red de transporte y su mantenimiento disminuyó casi 18% entre 2018 y 2023. Es decir, los accidentes no son una casualidad; son producto de la negligencia y la austeridad malentendida de Sheinbaum y su gabinete. Luego de cuatro años de gobierno en que ha descuidado la red de transporte más importante de la Ciudad, la Jefa de Gobierno acude a los cuerpos castrenses para, supuestamente, salvaguardar la integridad de los pasajeros.
De este modo, una vez más, el oficialismo está intentando compensar la desatención presupuestaria y la ausencia de voluntad política con el despliegue de elementos militares. El binomio austeridad-militarización es claro como el agua en este caso, pero ha salido a relucir en muchas otras áreas de gobierno.
Por ejemplo, funcionarios de la Secretaría de Cultura, cuya identidad mantengo en el anonimato para evitar posibles represalias, me comentan que han recurrido a la Guardia Nacional para transportar obras de arte y material para exposiciones ante los recortes presupuestarios y de personal que ha sufrido la dependencia.
Por otra parte, la manera en que se anunció el despliegue de la Guardia Nacional en el Metro es ilustrativa no solo de la militarización, sino también del militarismo del gobierno obradorista y su calca capitalina. De acuerdo con Margaret MacMillan, el militarismo es el enaltecimiento de los militares como los miembros más admirables de la sociedad y la difusión de los valores castrenses —por ejemplo, la disciplina, la valentía, la lealtad y la obediencia— entre la población civil.