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Sin rumbo al 2024

Mientras el presidente López Obrador va firme con estrategia y objetivo, la oposición va sin rumbo, acumulando error tras error, dejando el camino libre al proyecto de la llamada 4T.
lun 01 agosto 2022 05:59 AM
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Morena, a pesar de sus evidentes divisiones y pugnas internas, se mantiene al frente en intención de voto gracias a su líder presidencial, apunta Don Porfirio Salinas.

Puede o no gustarnos la forma de ser del presidente Andrés Manuel López Obrador. Puede o no convencernos la llamada cuarta transformación. Pero algo es claro, el presidente tiene claro su objetivo: que la llamada 4T permanezca en el 2024. Y cómo lograrlo: con narrativa y estrategia electoral.

En cuanto al objetivo, es claro que el presidente volvió la elección presidencial en su única prioridad al menos desde las elecciones intermedias de 2021. A partir del año pasado, de manera por demás evidente dio el banderazo oficial a la carrera por la sucesión presidencial.

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Desde el púlpito mañanero ha hablado, de manera constante, sobre los comicios del próximo año. Y ha mencionado en repetidas ocasiones la lista de suspirantes de su movimiento para ser el privilegiado portador de su legado.

Respecto de su estrategia y narrativa, quedaron más que evidentes al día siguiente de las elecciones del año pasado. La mañanera del 7 de junio, al día siguiente de la elección, fue dedicada a anunciar con bombo y platillo tres reformas constitucionales: eléctrica, electoral y guardia nacional.

Muchos lo consideraron un disparate más del presidente, cuestionando incluso que el líder mesiánico tropical no había entendido los resultados electorales del día anterior, en los que perdió la mayoría calificada en la Cámara de Diputados.

La realidad era muy distinta. El presidente sabía perfectamente que había perdido la posibilidad de hacer reformas constitucionales. Y eso, paradójicamente, le abría una gran oportunidad para explotar al máximo su discurso polarizante y de contraste.

En este espacio lo dijimos al presentarse la iniciativa de reforma constitucional en materia eléctrica. El presidente tenía claro que no tenía los votos. Pero su prioridad no era aprobarla, sino explotarla comunicacionalmente para reincentivar y fortalecer a su base social de voto.

Tenía que cruzar tres aduanas: recabar firmas suficientes para realizar la consulta de revocación; ganar contundentemente la consulta; y fortalecerse para las elecciones locales de este año. Y gracias a la incapacidad de la oposición de entender su juego, logró las tres aduanas sin problema.

Un resultado fundamental que salió de la estrategia presidencial con el intento de reforma eléctrica, es el tener claridad del voto duro que mantiene: los 15 a 16 millones que salieron a votar, sin necesidad de mayor movilización, para respaldarlo en la consulta de revocación.

Agotada la narrativa sobre la reforma eléctrica, y habiendo ganado en el discurso público, se enfocó en su siguiente arma: la reforma electoral. Ahora viene la etapa de explotación con el parlamento abierto que le harán a modo en el Congreso.

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Lo que viene es más discurso presidencial en el que culpará nuevamente a los poderes fácticos y a la oposición de todos los males del país, en esta ocasión la “destrucción” del sistema democrático. Y eso le dará nuevos bríos a su base para cruzar ahora la aduana mexiquense de 2023.

En todo este entorno, la oposición se ha caracterizado por una completa incapacidad de entender, por un lado, el juego presidencial; y por el otro, la urgente necesidad de cambiar de fondo para trabajar en recuperar la credibilidad, la confianza y la legitimación social.

Mientras el presidente va firme con estrategia y objetivo, la oposición va sin rumbo, acumulando error tras error, dejando el camino libre al proyecto ‘4Teista’.

Desde las elecciones de 2021, el intento de estrategia de la oposición ha sido claramente fallido, empezando la brillante idea de unirse formal y públicamente en una alianza electoral, que lejos de ayudarlos les redujo la posibilidad de mayores votos que le arrancaran la mayoría simple a la llamada 4T.

Muchos piensan que la estrategia de la alianza es la única manera de enfrentar a la llamada 4T. Quienes conocen y entienden un poco más la realidad social de México, sabemos por los números que fue contraproducente; y el propio presidente lo supo y lo disfrutó.

Morena, a pesar de sus evidentes divisiones y pugnas internas, se mantiene al frente en intención de voto gracias a su líder presidencial. Mientras que tanto PRI como PAN siguen enfrascados en sus problemáticas provocadas por los intereses mezquinos y personalísimos de sus dirigentes.

Insisten en mantener una alianza antinatura hacia 2024 como única forma de enfrentar lo inevitable en la carrera presidencial. Pero no entienden que, para su supervivencia, no es la elección presidencial la que deben trabajar como prioridad.

Los partidos de oposición no tienen, hasta este momento, la menor posibilidad de lograr algo en la presidencial. No tienen aspirantes visibles en ningún partido, ni las estructuras de movilización, ni la legitimidad social, ni agendas que abanderar.

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Su estrategia debería ser, alianza o no, trabajar a fondo en las otras elecciones importantes: las dos Cámaras del Congreso, los Congresos locales, la Ciudad de México y algunas gubernaturas. Solo así podrán ser un contrapeso real el próximo sexenio y comenzar a volverse relevantes otra vez.

Las dinámicas electorales a nivel local se están recomponiendo después del estrepitoso 2018. Lo hemos visto en 2021 y en las elecciones locales. Pero las dinámicas locales, por sí mismas, no alcanzan. Se necesita trabajo real de los partidos.

En 2024 hay una oportunidad real de arrebatarle la mayoría a la llamada 4T en Diputados y en Senado para recuperar el Legislativo. También de ganar la CDMX después del gran logro de 2021 de quitarle la mitad de la Ciudad. Y por supuesto, de recuperar algunos Congresos locales y algunos estados por los pésimos resultados de gobierno que caracterizan a la llamada 4T.

Solo con esos logros podremos empezar a pensar en recuperar la normalidad democrática en México y obstaculizar el deterioro del país que ha emprendido López Obrador.

Para ello, los partidos de oposición deben reinventarse de manera urgente. Depurarse públicamente, reconocer errores, disculparse y acercarse a la sociedad para entenderla y así generar agendas y estrategias que convenzan. ¿Estarán dispuestos a recuperarse?

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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