Desde el púlpito mañanero ha hablado, de manera constante, sobre los comicios del próximo año. Y ha mencionado en repetidas ocasiones la lista de suspirantes de su movimiento para ser el privilegiado portador de su legado.
Respecto de su estrategia y narrativa, quedaron más que evidentes al día siguiente de las elecciones del año pasado. La mañanera del 7 de junio, al día siguiente de la elección, fue dedicada a anunciar con bombo y platillo tres reformas constitucionales: eléctrica, electoral y guardia nacional.
Muchos lo consideraron un disparate más del presidente, cuestionando incluso que el líder mesiánico tropical no había entendido los resultados electorales del día anterior, en los que perdió la mayoría calificada en la Cámara de Diputados.
La realidad era muy distinta. El presidente sabía perfectamente que había perdido la posibilidad de hacer reformas constitucionales. Y eso, paradójicamente, le abría una gran oportunidad para explotar al máximo su discurso polarizante y de contraste.
En este espacio lo dijimos al presentarse la iniciativa de reforma constitucional en materia eléctrica. El presidente tenía claro que no tenía los votos. Pero su prioridad no era aprobarla, sino explotarla comunicacionalmente para reincentivar y fortalecer a su base social de voto.
Tenía que cruzar tres aduanas: recabar firmas suficientes para realizar la consulta de revocación; ganar contundentemente la consulta; y fortalecerse para las elecciones locales de este año. Y gracias a la incapacidad de la oposición de entender su juego, logró las tres aduanas sin problema.
Un resultado fundamental que salió de la estrategia presidencial con el intento de reforma eléctrica, es el tener claridad del voto duro que mantiene: los 15 a 16 millones que salieron a votar, sin necesidad de mayor movilización, para respaldarlo en la consulta de revocación.
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Agotada la narrativa sobre la reforma eléctrica, y habiendo ganado en el discurso público, se enfocó en su siguiente arma: la reforma electoral. Ahora viene la etapa de explotación con el parlamento abierto que le harán a modo en el Congreso.