No se ve entre los círculos que organizan estas marchas un esfuerzo real en este sentido. Que tomen como ejemplo casos exitosos de otras latitudes, que sí cambiaron realidades. Como lo fue el movimiento de la Séptima Papeleta en Colombia, una de las épocas más crudas de su historia.
Se ven, en cambio, ánimos de desahogo, o de politización, o de protagonismos personales, más que de preocupación real por actuar para incidir.
Quienes suelen marchar en el tipo de convocatorias como la de este sábado, son de un entorno socioeconómico que tiene muchas más posibilidades y recursos para hacer acciones reales. Una clase media que, en muchos países, asume esa responsabilidad de contribuir.
Y una clase empresarial que en muchos lugares ha entendido que su papel no es solo de agente económico, sino también agente de cambio.
En México, ambos grupos dejamos mucho que desear. La clase media es más individualista. La clase empresarial, mayoritariamente, le apuesta a proyectos que les benefician fiscalmente o que se puedan mercadear para mejorar su imagen pública.
Esto no significa que no haya ejemplos positivos en nuestro país. Monterrey tiene experiencias probadas como el Consejo Cívico de Instituciones (CCINLAC). En Ciudad Juárez hubo grandes proyectos en los 2000. En CDMX está el ejemplo de la organización La Voz de Polanco.
Sin embargo, son ejemplos muy puntuales y focalizados. Hace falta mucho más en un país con las complejidades y los problemas estructurales que venimos arrastrando, y que cada vez más se están profundizando.
Marchar está bien para hacer ruido un día. Para visibilizar agendas y problemáticas. Pero no sirve de mucho para cambiar realidades. Para eso, se requiere de una estrategia programática, y eso implica una sociedad informada con un compromiso real, más allá de la politización de los temas.
La desinstitucionalización y el deterioro democrático que estamos viviendo en México los últimos 20 años está llegando a niveles insostenibles. Es momento de decidir si queremos cambiar realmente este rumbo, o si seguimos marchando un día cada que haya alguna crisis para descansar los otros 364.