Con muchas reservas, pero impulsado por algunos conocidos, decidí ver la serie. Es una producción que te deja con pensamientos encontrados. En eso es probablemente en lo que más se refleja el PRI.
Visualmente, hay que reconocer que las imágenes son perfectas. Definitivamente evocan las épocas del priismo, en las diferentes etapas con que la serie pretende analizar la línea de tiempo en la que se dio el declive del otrora partido hegemónico. Definitivamente invocan cierta nostalgia.
Desde los años 70, El Partido, como se le conocía incluso habiendo otros partidos, e inclusive en su época de oposición, empezó a fallar en su visión, su estrategia y su rumbo. Podría argumentarse que fue desde mediados de los años 60, cuando perdió consciencia de la realidad social.
Los años 80 fueron, en una primera etapa, inestables por el legado de la década anterior. Y en una segunda parte, un aparente intento por empezar a recuperar capacidad y relevancia.
Fines de los 80 y primera mitad de los 90 son los años que muchos recordamos como una gran revitalización. Una reinvención sin precedentes, en medio de un entorno político y social de grandes cuestionamientos. Para regresar a la crisis con Zedillo y sus resentimientos personales.
Los años 2000, por primera vez en oposición, fueron mezcla de grandes problemas internos, con momentos de brillo por las personalidades que estaban en puestos clave, dentro del partido y en el poder legislativo. A pesar de Roberto Madrazo, el PRI supo sobrevivir.
Y particularmente en el segundo sexenio panista, el PRI recuperó de manera contundente, y contrario a los agoreros de su deceso, su condición de partido fundamental para la vida política y social del país.
Era claro en esos años que, más allá de los profundos errores del Calderonismo, el PRI contaba con figuras experimentadas, con profunda convicción, y gran colmillo. De la mano de su Presidenta, Beatriz Paredes, la recuperación electoral fue indudable, basada en el trabajo de tierra, de reconectar con la sociedad y con las bases.
En conjunto con el liderazgo desde el Poder Legislativo, particularmente desde el Senado con su Coordinador, Manlio Fabio Beltrones, se recuperó el control de la agenda política del país, por encima incluso del Gobierno Federal.
Esos fueron los liderazgos que construyeron las condiciones para el regreso del PRI en 2012. Peña Nieto tuvo gran popularidad, pero no hubiera ganado la elección sin ese antecedente de recuperación partidista, que le dio 12 millones de voto duro, de los 19 con los que ganó.
Lamentablemente, la serie se queda en la descripción superficial, por momentos sesgada, de las épocas históricas que cubre. Sin mayor profundidad.
No es una serie que dé contexto de todo lo que fue sucediendo en las etapas que cubre. No hace un análisis objetivo de lo que relata. No va al fondo de lo que realmente fue pasando en esos momentos complicados del PRI, más allá de lo que públicamente se podía ver.
Llama la atención la selección de entrevistados. Si bien hay algunos de gran nivel y prestigio, hay varios que en su momento fueron responsables del debilitamiento del partido, y que después solo se han dedicado a hacer públicos sus rencores.
Sorprende, también, que no aborde momentos cruciales. La imposición por Peña de Humberto Moreira como Presidente del PRI en 2011, que causó tanto desprestigio público que se le tuvo que quitar a unos meses de nombrarlo para no arriesgar la elección de 2012.
La manera en que desde el Pacto por México Peña empezó a sofocar al PRI, y cómo en realidad ese Pacto fue el inicio de la caída de su gobierno, mucho antes de Ayotzinapa, por sus negociaciones corruptas. Aunque los peñistas duros sigan defendiendo el Pacto, por su desconexión con la realidad.
La abierta operación desde el gobierno peñista a favor de candidatos de oposición (PAN) a gobernadores en 2015, y sobre todo en 2016 para manchar la presidencia de Beltrones del partido.
O la imposición del externo Enrique Ochoa como presidente del PRI en la última etapa del peñismo, a quien le instruyeron comenzar el proceso de sepultura, lo cual hizo con gran gusto y arrogancia, iniciando el proceso más visible de vaciamiento del partido por las inconformidades internas.
La serie pareciera como una narración basada en la confirmación de preconcepciones, más que un ejercicio que realmente busque entender el fenómeno que fue el PRI, y las razones por las que se fue debilitando hasta su agonía actual.