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Las Embajadas de EU y Canadá no pueden verse como cuotas locales

La negociación del T-MEC, en un ambiente de tensión, si bien fue positiva en tanto que mantuvo el acuerdo comercial, fue el inicio de un declive en la relación trilateral.
lun 14 julio 2025 06:03 AM
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A 31 años de exitosa integración comercial, atravesamos el momento más complicado en la relación trilateral. Un punto de tensión, y de inflexión, que no se hubiera pensado hace unos años, pero que de alguna manera empezó desde la negociación del T-MEC, apunta Don Porfirio Salinas.

La relación de México con Estados Unidos siempre ha sido de la mayor relevancia para ambos países. Una relación un tanto esquizofrénica y disfuncional, como en cualquier familia. Una relación compleja de permanente tensión, y absoluta interdependencia, que a veces es más codependencia.

A partir del TLCAN, la relación se entrelazó aún más por la integración comercial; y Canadá entró en el escenario como lo que debería ser la segunda relación más importante de México.

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Con Canadá siempre ha habido mutua desconfianza en varios momentos, y notorios altibajos. Con cierta razón, ya que la integración de América del Norte como región le restó a Canadá beneficios que por décadas había forjado con Estados Unidos, y que consideraba exclusivos.

Hoy, a 31 años de exitosa integración comercial, atravesamos el momento más complicado en la relación trilateral. Un punto de tensión, y de inflexión, que no se hubiera pensado hace unos años, pero que de alguna manera empezó desde la negociación del T-MEC.

El TLCAN fue un gran éxito a nivel mundial. Convirtió a la región en un centro neurálgico del comercio mundial, se erigió en base fundamental para la economía de los tres países, y se volvió el pilar de la competitividad trilateral. Catapultó industrias de gran relevancia, como la automotriz.

La negociación del T-MEC, en un ambiente de tensión, si bien fue positiva en tanto que mantuvo el acuerdo comercial, fue el inicio de un declive en la relación trilateral.

El T-MEC se convirtió en el tratado más restrictivo del mundo para la industria automotriz, el sector más importante del comercio trilateral, restándole competitividad frente al creciente gigante chino.

Impuso obligaciones inauditas a las empresas mexicanas por el mecanismo laboral de respuesta rápida, estableciendo sanciones injustas al sector empresarial por faltas y malas conductas de los sindicatos. Además de ser una herramienta de abuso político de Estados Unidos.

Aún con estos retrocesos, a 5 años de su arranque, el T-MEC se ha mantenido como la amalgama de la región norteamericana. Hasta que llegó la guerra arancelaria de la segunda administración Trump.

Si las Embajadas en Estados Unidos y Canadá ya se habían vuelto posiciones más sensibles de lo acostumbrado, en la coyuntura actual se convirtieron en cargos torales para el gobierno mexicano.

Estados Unidos y Canadá deben verse desde la óptica de la relación comercial más importante y, en el caso de Estados Unidos, la relación bilateral más compleja que tenemos.

Lamentablemente, el sexenio pasado fue totalmente omiso en materia de política exterior. Aunque AMLO parecía entender la relevancia del T-MEC, no entendió la relevancia de tener Embajadores de alto nivel, cargándole todo el trabajo a la SRE, que fue muy capaz pero estaba rebasada.

Históricamente, salvo con Calderón y parte de Peña, los Embajadores mexicanos en Washington eran de alto nivel, con importante trayectoria política y de servicio público. Era una posición estratégica.

Con la 4T, ante el poco entendimiento del entorno internacional, y de lo estratégico de Estados Unidos y Canadá, estas Embajadas se vieron como dos más en la lista de cuotas locales a repartir.

Se debe entender que, en ambos casos, se necesitan perfiles que entiendan a la perfección cada país, su política y sociedad. Con gran habilidad de relacionarse de manera focalizada y estratégica, y con redes preexistentes de buen nivel, o al menos los contactos necesarios para lograrlas.

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Los tiempos cada vez son más complicados entre México y Estados Unidos, y ameritan cada vez mayor cercanía con Canadá.

Nosotros dependemos mucho más de la relación económica con EUA que cualquier país o región del mundo. Y en materia de seguridad y migración, tenemos mucho mayores vulnerabilidades.

Esto demanda en la Embajada de Estados Unidos un perfil con acceso del más alto nivel para abrir puertas, o bien acceso inmediato a segundos niveles para lograr información inmediata. Alguien que realmente sea apoyo de las cuatro secretarías clave (SE, SHCP, SSPC, SRE), que ya han logrado interlocución eficaz

Adicionalmente, es fundamental dar una señal clara a los gobiernos de Estados Unidos y Canadá. Ellos ya lo hicieron. EUA nos envió a un militar, mostrando su prioridad. Canadá recientemente envió a un experto en negociaciones comerciales internacionales, ante la próxima revisión del T-MEC.

¿Nosotros qué mensaje queremos dar? Para Estados Unidos, mantener a alguien que estuvo durante la administración Biden, la clara antítesis de Trump, significa no darle su lugar. Esto merma la posibilidad de infiltrarse en el nuevo círculo.

Para Canadá, mantener a un exgobernador de oposición que fue enviado como pago a sus atenciones con la 4T, en momentos complejos en la política canadiense y en la antesala de la revisión del T-MEC, es dar la señal de que no se entiende la importancia de generar alianzas con ese país.

El reciente cambio de gobierno es la oportunidad para dar la señal de acercamiento, sobre todo después de que invitó a la Presidenta al G7.

Estas embajadas son el tipo de posiciones en las que la Presidenta debe mostrar mayor libertad de decisión. Se entiende que muchas otras posiciones le fueron heredadas. Pero en estos casos, ante lo que estamos viviendo, no puede darse el lujo de aceptar la imposición de su mentor.

Debe demostrar visión de estadista, y entender que no son cuotas políticas internas, son cargos clave para tener la posibilidad de hacer frente a los retos que se tienen con ambos países ante la coyuntura arancelaria y ante la revisión el T-MEC, que si para un país es crucial es para México.

Es momento de que México vea con seriedad sus Embajadas en Estados Unidos y Canadá y entienda el momento tan delicado que vivimos. Para cuotas políticas locales, hay una red de 80 embajadas mexicanas y 67 consulados con los que se puede jugar, sin arriesgar nuestro futuro económico.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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