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Ernesto Zedillo. Luces y sombras de la transición a la democracia

Si es cierto que Zedillo cometió delitos, ¿por qué las autoridades federales no lo investigaron desde antes y deciden hacerlo después de que el expresidente criticó la reforma judicial?
mar 06 mayo 2025 06:04 AM
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Las críticas del expresidente Ernesto Zedillo hubieran sido mucho más pertinentes si hubieran estado acompañadas de reflexiones críticas sobre por qué falló la transición a la democracia, apunta Jacques Coste.

La semana pasada el expresidente Ernesto Zedillo ocupó las primeras planas. La razón de este revuelo fue su reaparición en la vida pública nacional por medio de un ensayo que publicó en Letras Libres y una entrevista que concedió para Nexos . El exmandatario criticó fuertemente el “autoritarismo” de la presidenta Sheinbaum y aseveró que la democracia mexicana ha “muerto” y se ha transformado en una “tiranía”.

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La respuesta de Sheinbaum y otros miembros de la coalición gobernante le dieron aún más peso mediático a las palabras de Zedillo. Sheinbaum dijo que Zedillo está moralmente impedido para dar lecciones de democracia y alegó que el priista encabezó un gobierno que provocó una crisis económica en México, que aumentó la violencia en el país y que supuestamente pactó con Estados Unidos una transición política a cambio de un préstamo financiero.

Además, la mandataria reiteró su crítica al expresidente por el Fobaproa y dijo que esta política sólo rescató a los grandes empresarios. Por otro lado, Sheinbaum, el fiscal Alejandro Gertz y el director de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), Pablo Gómez, amagaron a Zedillo con abrir una investigación sobre el Fobaproa y sobre los posibles vínculos de su gobierno con el crimen organizado. Asimismo, la presidenta adelantó que pediría al Banco de México revisar la pensión vitalicia que cobra Zedillo.

Zedillo respondió en una carta pública . Acusó a Sheinbaum de debatir con calumnias y no con argumentos, y la desafió a nombrar a un auditor internacional para investigar el Fobaproa. También argumentó que el Tren Maya y la refinería de Dos Bocas representaron un daño financiero más grande para México que el Fobaproa.

Yo aplaudo el regreso de Zedillo a la vida pública. También celebro la decisión de Nexos y Letras Libres de darle un espacio en sus páginas. Los mexicanos rara vez tenemos la oportunidad de leer a antiguos jefes de Estado reflexionando sobre su pasado y sobre los problemas del presente.

Me parece positivo que un exmandatario rompa los esquemas de la política mexicana y salga a la arena pública a defender su proyecto, más aún al tratarse de uno de los principales reformadores del sistema político mexicano y de uno de los estandartes de la transición a la democracia.

Por el contrario, me parece lamentable que Sheinbaum y la coalición gobernante prefieran desacreditar al mensajero en vez de entrar al fondo de las críticas de Zedillo o explicar cómo difieren las ideas de la democracia que impulsaron los arquitectos de la transición y las que promueven los miembros de la “cuarta transformación”. Más lamentables me parecen las amenazas de perseguir a un expresidente por el simple hecho de que criticó al gobierno. Si es cierto que Zedillo cometió delitos, ¿por qué las autoridades federales no lo investigaron desde antes y deciden hacerlo después de que el expresidente criticó la reforma judicial?

No obstante, pese a que nuestra esfera pública se beneficia de la participación de Zedillo, sus reflexiones quedaron cortas y mostraron por qué el expresidente es un digno representante de la transición democrática de México: con sus luces y sus sombras, con sus logros y sus deudas.

En primer lugar, Zedillo no dijo nada nuevo. Sus críticas son idénticas a las que los intelectuales liberales y los políticos de oposición llevan esgrimiendo desde 2018. ¿Realmente valía la pena regresar a la vida pública con observaciones tan poco novedosas?

Pero el único problema no es la falta de frescura de sus críticas. Más importante aún es la ausencia de horizontes de futuro. Bien por las críticas de Zedillo. Son válidas. Pero ¿qué vías nos ofrece para reconstruir la democracia que, según él, ha muerto? ¿Qué ideas nos da para resistir ante la “tiranía” que está consolidándose en México?

Además, Zedillo no mostró el menor esbozo de autocrítica. Por ejemplo, denunció la militarización y criticó al “Estado policial”, pero ¿acaso no recuerda que él promovió la participación del Ejército en labores de seguridad pública? Siendo un “presidente democratizador”, ¿jamás se le ocurrió promover una reforma a las Fuerzas Armadas para someterlas a controles constitucionales y parlamentarios? Para Zedillo y la clase política de aquel entonces, fue muy cómodo no tocar a los cuerpos castrenses y permitir que el Ejército autoritario continuara campante en el naciente régimen democrático.

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Las críticas de Zedillo hubieran sido mucho más pertinentes si hubieran estado acompañadas de reflexiones críticas sobre por qué falló la transición a la democracia. Pero no, nada de eso. Para él, al igual que para buena parte de las oposiciones, el único motivo por el que falló la democracia en México fue por la aparición de un “demagogo” como López Obrador. Vaya simplismo.

Por último, es sintomático que Zedillo haya sido la voz opositora que más revuelo ha causado entre las filas del obradorismo durante este sexenio. No habíamos visto a la presidenta así de indignada por una crítica de algún político en activo. Esto muestra que Zedillo tocó puntos sensibles del actual gobierno, pero también demuestra la falta de figuras de peso en la oposición. Zedillo es un hombre inteligente y un personaje histórico de la política mexicana, pero no es, ni de cerca, una figura capaz de emocionar a la gente, capaz de liderar la defensa de la democracia que está “muriendo” en México.

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Nota del autor: Agradezco profundamente a Antonio Nájera Irigoyen. Los intercambios que sostuvimos sobre la reaparición de Zedillo nutrieron este texto.

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Nota del editor: Jacques Coste ( @jacquescoste94 ) es internacionalista, historiador, consultor político y autor del libro Derechos humanos y política en México: La reforma constitucional de 2011 en perspectiva histórica (Instituto Mora y Tirant lo Blanch, 2022). Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

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