En una entrevista realizada en diciembre de 2023, a Donald Trump le preguntaron que si fuera elegido presidente por segunda vez, usaría el poder para abusar de él, si se saltaría la ley y si usaría el gobierno para perseguir a la gente. Solo sería un “dictador” el primer día, respondió el entonces precandidato. Trump ha cumplido un mes en la Casa Blanca y, a juzgar por lo que hemos visto, le sienta bien su sueño de autócrata.
#ColumnaInvitada | Trump, un mes de vértigo

El presidente estadounidense ha zarandeado la geopolítica, la economía global y puesto en jaque la multilateralidad, los valores democráticos y la doctrina liberal que mantiene los equilibrios entre naciones. Sus desplantes van más allá de las consignas de campaña sobre migración, tráfico de drogas y déficit comercial; ahora sugiere incluso una limpieza étnica en Gaza.
En el primer mes al frente de la Administración ha firmado 120 acciones presidenciales (41 el primer día) y desde entonces lanza diariamente una batería de decretos que buscan imponer nuevas reglas del juego.
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Manotazo en casa
En el plano doméstico, comenzó por barrer todo el legado de su antecesor Joe Biden: indultó a más de un millar de acusados que asaltaron el Capitolio en enero de 2021, a quienes llama patriotas.
Retiró a Estados Unidos del Acuerdo de París sobre cambio climático, de la OMS, declaró la emergencia fronteriza y el fin de todos los programas de diversidad, equidad, inclusión y accesibilidad en el gobierno federal. Anunció también un nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental, a cargo del multimillonario Elon Musk, que busca adelgazar la administración pública mediante un plan de recortes de personal que afectará a 200,000 trabajadores de agencias federales.
Amago a América Latina
El magnate decretó el cambio de nombre del Golfo de México por “Golfo de América” (cuyo día oficial será el 9 de febrero), adelantó que recuperaría el Canal de Panamá porque China lo opera y la compra de Groenlandia por motivos de seguridad nacional.
Los amagos y las coacciones han tenido efectos en el hemisferio. México aceptó desplegar 10,000 elementos de la Guardia Nacional en la frontera. Colombia y Brasil admitieron la deportación de sus connacionales, siempre que no viajaran esposados de pies y manos, igual que Venezuela que, además, cambió su tono hacia “el imperio”. Mientras que Panamá suspendió el acuerdo económico de la Ruta de la Seda con China, El Salvador ofreció el CECOT, su complejo carcelario para trasladar ahí a migrantes convictos deportados de cualquier nacionalidad.
Sacudida a Medio Oriente
La cruenta respuesta israelí por la incursión del grupo terrorista Hamás a su territorio se ha saldado hasta ahora con 48,000 personas asesinadas en la Franja de Gaza. Un mes antes de asumir la presidencia, Trump advirtió que se desataría el infierno en Medio Oriente si los rehenes retenidos por el grupo islamista palestino no eran liberados antes del día de su investidura, pero el 4 de febrero fue mucho más allá.
En ocasión de la visita de Netanyahu a Washington, el republicano anticipó que su país tomará el control de Gaza tras la destrucción para rehacer ahí la “Riviera de Oriente Próximo”, desplazando de forma permanente a sus habitantes y reubicarlos en Egipto y Jordania. El rechazo global a esa pretensión ha sido casi unánime, el mundo árabe en primer lugar. Lejos está la creación de los dos Estados y muy cerca la alianza del presidente norteamericano con la ultraderecha israelí que ha celebrado eufórica, la limpieza étnica.
Bofetada a Europa
Trump ha machacado una y otra vez que, si hubiera ganado en el periodo anterior, no habría tenido lugar la guerra entre Rusia y Ucrania. El 12 de febrero telefoneó a Putin para fijar las negociaciones que terminen con el conflicto bélico.
Le impone condiciones a Ucrania: no ingresar a la OTAN ni reclamar el territorio disputado por Rusia desde 2014 como la Península de Crimea o el Dombás. El 17 de febrero, en la capital saudí, Riad, el secretario de Estado Marco Rubio y el Ministro de Exteriores Sergei Lavrov se reunieron sin invitar a la mesa a Ucrania ni a la Unión Europea, lo que generó profundo malestar en estos últimos.
Tras un agrio intercambio entre Trump y Zelenski (aquel lo llamó dictador y acusó a Ucrania de iniciar la guerra), Kiev aceptó firmar un acuerdo para explotar sus minerales a cambio de seguir contando con el apoyo estadounidense. Desairar a Europa supone la reconfiguración de un nuevo orden mundial establecido desde el final de la Segunda Guerra Mundial, cuando los aliados derrotaron al nazismo.
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Aranceles, solo advertencias
“Mi palabra favorita es aranceles” repetía en campaña el magnate inmobiliario. La avalancha de anuncios para gravar los intercambios comerciales no ha parado. 25% a todas las importaciones de México y Canadá (cuya entrada en vigor se ha pospuesto); 25% a todas las importaciones de aluminio y acero de todo el mundo; 10% a las importaciones de China y la lista sigue. Hasta ahora ninguna de las amenazas arancelarias se ha ejecutado.
Es claro el interés por desplazar las importaciones por producción nacional, lo cual es una apuesta interesante que México debe explorar sin dejar los grandes acuerdos regionales y el respeto a mecanismos como el T-MEC.
Trump cabalga a sus anchas. Lleva un mes dinamitando todos los consensos básicos que se ha dado el mundo. En los primeros 30 días de su cuatrienio, los golpes al tablero internacional no cesan y esto apenas comienza.
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Nota del editor: La autora es titular de la Unidad de Igualdad de Género y Cultura de la Fiscalización de la ASF. Las opiniones de este artículo son responsabilidad única de la autora.