Lo que se ve no se oculta. Lo que se dice y se hace es visible. Esto es importante para determinar y hacer un juicio inmediato de lo que sigue pasando en el país. No es una cuestión de una visión ideológica o prejuicio con parcialidad política. Se trata de cosas más profundas como son el hecho de que somos un país con 130 millones de habitantes, con una ubicación geográfica estratégica y envidiable, con conexión directa a los dos océanos más importantes del mundo, con la mayor cantidad de tratados comerciales y fiscales, con una capacidad de manufactura muy relevante, y con una muy amplia fuente de recursos naturales. No obstante, estamos en un impasse e incluso una situación de retrocesos significativos. Revisemos los hechos.
Increíble pero cierto

El país ha estado en varias ocasiones en la antesala de un posible despertar económico importante y, sin embargo, se ha topado históricamente con varios obstáculos inoportunos y desafortunados. Han sido ciclos en los que en momentos de ese posible despegue de fondo se trunca el desarrollo en base a malas decisiones. Sí ha habido varias circunstancias que no han ayudado, pero en la absoluta mayoría los daños devienen de pifias de distintos actores políticos. Veamos algunos ejemplos.
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A finales de los 60’s del siglo pasado se habían acumulado varios años de un crecimiento económico envidiable en México (denominado el milagro económico mexicano) con promedios anuales de un 6% del PIB. Nada mal y con grandes expectativas de seguir haciéndolo por más tiempo. Sin embargo, se equivocó la ruta y a partir de 1970 se tuvieron dos sexenios populistas que propiciaron que se descarrilara por completo al país en una crisis que no se disipó sino hasta los 90’s del siglo pasado. Una gran oportunidad perdida por gobiernos ineficientes, oportunistas y erráticos.
Entre 1988 y 1994 se había logrado montar al país en una apuesta frontal de integración regional con Norteamérica y se celebró un tratado comercial de gran trascendencia porque generaba bases claras de convivencia, inversión y estabilidad económica. Todo indicaba que vendrían años de estabilidad y crecimiento. Sin embargo, en ese mismo 1994 se dieron levantamientos en Chiapas, magnicidios políticos, y finalmente un mal manejo de finanzas públicas. El resultado fue que se generó inestabilidad económica, devaluaciones de la moneda, e incertidumbre política por varios años. Otro episodio de gran efervescencia y muchos sobresaltos repentinos.
Entre los años de 2000 a 2012 se tuvo un efecto importante por haberse confirmado la alternancia política pacífica y, por ello, una nueva expectativa de un crecimiento económico sostenido. Aunque hubo estabilidad en temas de finanzas y cierto crecimiento, también se dieron momentos complicados por impericia política, una crisis electoral muy grave en 2006, y una confrontación directa con delincuencia organizada que generó una espiral de violencia complicada. No se pudo así cumplir con la expectativa de crecimiento, paz y desarrollo generalizado. La turbulencia no permitió el avance. Otra oportunidad perdida.
En el año de 2012 se lograron acuerdos muy importantes para propiciar un arreglo institucional con modificaciones constitucionales que destrabarían las potencialidades del país. Así hubo cambios en temas de educación, energía, telecomunicaciones y otras que propiciaron un clima de gran entusiasmo para que viniera un tiempo de crecimiento y confianza. Y por un par de años se hizo realidad, pero lamentablemente se cometieron varios errores. El primero es que no se socializaron los beneficios de los cambios y la apuesta frontal de desarrollo económico y, por lo mismo, no se consolidó un apoyo popular a la vertiente de políticas públicas progresistas. El segundo es que escándalos de corrupción deterioraron la imagen del gobierno en turno. Ese cúmulo de errores dieron la pauta para que hubiera una entrega pactada del poder al candidato de la oposición en 2018 a cambio de impunidad. Las apuestas de crecimiento quedaron muy limitadas y los esfuerzos por el despegue del país no solamente no se lograron, sino que se convirtieron en la base de una narrativa de contraste. El país no pudo nuevamente gestar desarrollo económico.
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Así se llegó en 2018 a tener un país con buenas finanzas públicas y reservas operativas muy importantes, pero que se topó con un nuevo gobierno populista que se encargó de iniciar una secuela de destrucción sistemática a todo lo que provenía del pasado. A diferencia de las pifias del pasado, ahora el gobierno se planteó realmente ir a devastar todo a su paso. No importó nada que hubiera avances democráticos, que se tuvieran importantes bases para crecer, que se tuvieran niveles históricos de proyectos energéticos, que se estuviera construyendo el aeropuerto más importante de Latinoamérica, que se hubiera renegociado un nuevo tratado comercial con los otros países de Norteamérica, y que en general hubiera entusiasmo de finalmente entrar en una época de prosperidad que incluyera decididamente a sectores desprotegidos. No fue así. De hecho, se hizo todo lo contrario. Citando a Enrique Peña Nieto, no se levanta el Presidente pensando como joder al país. Pues resultó que en los hechos los dos Presidentes provenientes de Morena sí se han dedicado a pisotear al país.
Es así que vemos que en estos últimos siete años en dos gobiernos sucesivos de Morena se erradicaron las condiciones para propiciar que el país tuviera una mejora económica. Se ha propiciado que veamos un deterioro sistemático en básicamente todos los indicadores económicos posibles, y lo más triste es que ese comportamiento es resultado de una estrategia específica. Y es que no ha imperado un tema de sentido común, sino de ideología populista pura y dura de concentración de poder a toda costa. La diferencia de los ejemplos históricos que hemos citado es que en este caso no hay errores o pifias, no hay malas coyunturas, lo que tenemos es una postura de dos gobiernos sexenales que con toda intención se han dedicado a implementar una política de destrucción sistemática. Arrasar con todo a su paso. Acabando incluso con la enorme oportunidad que parecía presentarse con el nearshoring. Ningún deseo salvo el de imponer una visión de un país autoritario, sin instituciones autónomas, y con tribunales a modo. Y ahora amenazan con eliminar la libertad de expresión, e ir por una reforma electoral que extinga la posibilidad de comicios libres y secretos para inhibir alternancias políticas. Una receta para entrar en una tiranía absoluta.
Y es que la serie de errores históricos previos no se repiten ahora. En este caso estamos así ante una trayectoria manifiesta de implementación de un sistema autoritario, con militarización, complicidad con organizaciones delincuenciales, absorbiendo instituciones independientes, concentrando los tres poderes de la unión, destruyendo libertades, y en general inhabilitando el proceso de una democracia funcional. Identificar lo que está sucediendo nos permite fijar la ruta para evitar que se consolide el golpe autoritario. La amenaza es inminente.
Ante este terrible escenario y perspectiva, hay que ver cómo modificar el destino actual del país. El primer paso es saber que lo que están pretendiendo hacer es reparable si se devela su plan de destrucción que ahora es más visible que nunca. Por eso hay que ser intolerantes ante el abuso y fijar la ruta de rescate nacional con votaciones que demuestren que sí hay otras opciones y que se puede derrotar a Morena, como sucedió recientemente en Durango y Veracruz. Ese es el gran reto para el país y 2027 es la gran aduana para el resto del futuro de México. Abramos los ojos y luchemos para habilitar las mejores candidaturas posibles de aquí a entonces que generen el mayor nivel de aceptación posible. A ganar por el país. Sí es posible con ciudadanía comprometida y opciones políticas frescas y creíbles. No lo dudemos. Ahora es cuando antes de que se consolide el intento de asfixiar permanentemente nuestra democracia. Increíble, pero cierto que es a lo que nos estamos enfrentando.
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P.D.1. Preocupa la fragilidad de la paz mundial. Los conflictos en Ucrania, Medio Oriente, el Punjab, y ahora concretamente en Irán prenden todas las alarmas de una conflagración que se puede complicar en tiempos y fronteras. El uso de armamento nuclear es hoy más posible que nunca.
P.D.2. Llama la atención el que sigan sin aclararse los homicidios arteros de dos de los más cercanos colaboradores de la Jefa de Gobierno de la CDMX. Con ya varias semanas del evento y sin declaración alguna, las especulaciones sobre la banda de delincuencia organizada que se encargó de la ejecución es abundante. Lo cierto es que hay muchas razones para dudar de la solvencia de las investigaciones en curso.
P.D.3. Los eventos de censura evidente en Puebla y Campeche no son sino indicativos claros de que la campaña orquestada desde Morena para agotar y sancionar voces disidentes por el simple hecho de tener una opinión distinta al régimen es hoy más que evidente. Cuidado con lo que venga en los siguientes días a nivel federal.
P.D.4. La forma en que se desarrolló la votación en el INE en torno a la validación de la jornada de votación de miembros del poder judicial, dejó más que claro que aunque pasó por la mínima mayoría, la referencia a tantas irregularidades extremas no dejó que el régimen pudiera sostener las supuestas bondades del proceso. La evidencia del abuso es simplemente incontrovertible. Pésima señal de la destrucción implementada del poder judicial.
P.D.5. Las investigaciones desde EUA sobre vínculos de autoridades y empresarios con delincuencias organizadas siguen avanzando. Ahora fueron 3 instituciones financieras las vinculadas a proceso en EUA. El ruido es claro de que los servidores públicos con nexos con organizaciones ahora catalogadas como terroristas cada vez dará más de qué hablar y tendrá a muchas personas seriamente preocupadas. Que todos paguen sus fechorías.
P.D.6. Cada vez que viajamos desde el AICM es evidente que la restauración del NAIM en Texcoco es indispensable. Razones técnicas y de aviación dejan claro que es la única solución viable. El país no puede estar estrangulado por el capricho que significó la cancelación de una obra que ya llevaba el 35% de avances. El daño patrimonial y estructural fue descomunal. Ahora la pregunta es simplemente cuando se tomará la decisión de reanudar Texcoco y volvernos un país con un aeropuerto de primer mundo como lo tienen ciudades como Beijing y Estambul.
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Notas del editor: Juan Francisco Torres Landa es miembro del Consejo Directivo de UNE México y de la red de Unid@s. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.