Organismos financieros públicos y privados coinciden en el diagnóstico: el crecimiento económico de México el año pasado será en torno al 1.5%, una caída importante si se toma en cuenta que al cierre del 2023 la tasa de crecimiento se ubicó en el 3.2%. El FMI, la OCDE, la CEPAL, el Banco de México y Citi Research presentan rangos similares.
#ColumnaInvitada | Perspectivas económicas en tiempos de Trump
Para este 2025 tienen una perspectiva similar: 1.2% en el mejor de los casos. Esos datos no son alentadores y reflejan que la economía mexicana seguirá desacelerándose por segundo año consecutivo. Al elaborar los Criterios Generales de Política Económica para 2025, la Secretaría de Hacienda estimó un rango de entre 2-3%, que muchos observadores indican que será revisado a la baja en el primer trimestre.
Incluso al iniciar este año otros grupos financieros con sede en México anticipan un crecimiento inferior a 1%. Este comportamiento contrasta con la dinámica económica que muestran otros países de la región.
Según la CEPAL, en este año la tasa de crecimiento promedio del PIB en América Latina será del 2.3%, muy por arriba de lo que se espera en nuestro país. Los analistas financieros señalan que factores como la probable disminución de inversiones foráneas debido a las reformas internas explican este escenario.
La coyuntura no es favorable a partir de ahora. El 4 de noviembre, un día antes de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, el entonces candidato Donald Trump amenazó con imponer una tasa arancelaria del 25% a aquellos productos provenientes de México y Canadá si sus gobiernos no tomaban medidas para frenar el tráfico de personas y de fentanilo. El 20 de enero, día de su juramentación, volvió a la carga y anticipó que los impuestos al comercio exterior serán anunciados en febrero.
En las primeras horas de lo que se prevé será un segundo mandato vertiginoso, Trump confirmó la creación del Servicio de Ingresos Externo para cobrar aranceles a productos provenientes del extranjero; justificó esas medidas para proteger a los trabajadores estadunidenses y sus familias. “En lugar de utilizar nuestros impuestos para enriquecer a otros países, vamos a tributar a otros países para que enriquezcan a nuestros ciudadanos”, advirtió el magnate.
Ahora sabemos que el amago arancelario a México y Canadá tiene un quid pro quo: de acuerdo con versiones de medios norteamericanos, el presidente norteamericano quiere forzar una renegociación anticipada del T-MEC dos años antes de la fecha fijada para su revisión por los países que lo integran. A Trump le fascina negociar bajo presión y el acuerdo comercial tripartito le otorga una oportunidad inmejorable para ello.
Su primer discurso tras ser investido presidente no deja lugar a dudas. Contiene una dosis muy alta de políticas proteccionistas bajo el argumento de que los Estados Unidos han entrado en declive respecto de otras naciones que maquilan y exportan, como la nuestra.
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El último dato disponible de la balanza comercial confirma su temor: entre enero y noviembre de 2024 el déficit comercial con México fue de 157,000 millones de dólares, país que ocupa el primer lugar como exportador con una participación del 16% de las importaciones estadounidenses.
La relación comercial entre ambos socios refleja una estrecha integración en varios sectores liderados por el de autopartes y equipo médico, dispositivos electrónicos, equipo eléctrico e industria química. El impacto económico que supone gravar productos mexicanos sería muy alto y tendría serias repercusiones en la industria maquiladora y en el empleo.
Como he reseñado, antes del triunfo y el comienzo del segundo mandato de Trump se presagiaban nubarrones en nuestro Producto Interno Bruto. Los ultimátum lanzados los últimos días obligan a desarrollar estrategias de contención para corregir los desajustes que puedan mostrar las variables macroeconómicas.
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Los próximos seis meses serán cruciales. Advierto una negociación a dos bandas; por un lado, pactar acuerdos con Canadá más beneficiosos mientras que con México se prevé un trato tenso y difícil que pasará por condicionar el flujo migratorio y resultados en el combate a los cárteles del narcotráfico. En cualquier caso, el gobierno de la presidenta Sheinbaum deberá tomar muy seriamente a un Trump que proclama discursos intimidantes y de odio desde la Casa Blanca.
El republicano vuelve desafiante y poderoso; quiere dejar claro quién manda en Estados Unidos y recordar al mundo lo imprevisible y desafiante que pueden llegar a ser sus políticas proteccionistas. Cuatro años después vuelve rodeado de los suyos con poderosos aliados de la comunicación y con una cascada de órdenes ejecutivas que impactarán profundamente en la vida y la economía de millones dentro y fuera de su país.
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Nota del editor: La autora es titular de la Unidad de Igualdad de Género y Cultura de la Fiscalización de la ASF. Las opiniones de este artículo son responsabilidad única de la autora.