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Es obligación democrática del PRI y PAN cambiar

El proceso electoral que culminó el 2 de junio deja en claro que el sistema de partidos no solo no ha mejorado desde 2018, sino que en los casos del PRI y el PAN ha seguido en franca involución.
lun 24 junio 2024 06:03 AM
Conferencia Xóchitl Gálvez Va por México  (4)
Pensar en la permanencia de los grupos actuales, como perfila Marko en el PAN, o peor aún de indebida reelección como busca Alito, es seguir cavando la tumba de los partidos, apunta Don Porfirio Salinas.

En las elecciones del pasado 2 de junio, PRI y PAN lograron lo que parecía imposible: tener peores resultados que en 2018, cuando fueron totalmente desplazados por Morena y sus aliados por primera vez.

Este importante logro se explica de manera simple y sencilla: no solo no entendieron las razones de la ciudadanía en 2018 para sacarlos por tantos errores acumulados, sino que pasaron estos seis años alejándose cada vez más de la realidad social del país y repitiendo los mismos errores.

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Estos seis años de equivocaciones continuas se suman a los 18 años previos de gobiernos fallidos y arrogantes. Tiempo en el que, con rapidez, cada presidente en turno desde el 2000 fue desarticulando el sistema de partidos y dinamitando al partido del cuál emanó.

El 26 de junio de 2018, en la antesala de la elección presidencial, en este mismo espacio se publicó la columna La Profunda Crisis de los Partidos Políticos ( https://politica.expansion.mx/voces/2018/06/26/opinion-la-profunda-crisis-de-los-partidos-politicos ). En ella exponíamos que “Los partidos han renunciado a sus identidades, a sus ideologías, a sus principios y valores, y a su función democrática”.

Y decíamos que se requería “Un sistema de partidos abiertos al debate público con todos los sectores de la sociedad, con discursos que sean congruentes con su actuar.” Hoy, lamentablemente, la realidad del PRI y el PAN sigue siendo todo lo contrario, a pesar de haber pasado ya seis años.

El proceso electoral que culminó el pasado 2 de junio deja en claro que el sistema de partidos no solo no ha mejorado desde 2018 y los años previos, sino que en los casos del PRI y el PAN ha seguido en constante y franca involución.

No solo no entendieron el mensaje ciudadano de hace seis años, ni al altísimo nivel de deslegitimación social que desde aquel entonces arrastraban, tampoco supieron entender la urgente necesidad de cambios internos profundos que los acercaran a la realidad cambiante de la sociedad mexicana.

Se perdieron en señalar y criticar a un gobierno, a todas luces malo, pero cercano a la gente. Creyeron que su redención dependía de evidenciar al presidente. Pensaron que, recordando sus épocas anteriores podían recuperar terreno, aunque fueran aborrecidas por la gente.

Hoy queda claro que los cambios que eran urgentes en PRI y PAN hace seis años, hoy son indispensables si quieren seguir con algún nivel de relevancia en la vida nacional. Y los pasos a seguir siguen siendo los mismos, si es que realmente quieren cambiar para bien y dejar de lado sus intereses personales.

Como hace dos semanas se escribió aquí, el peor error histórico de PRI y PAN se recordará siempre como el hecho de haberse aliado en 2021 y mantenido la alianza hacia 2024. Ahora, con los resultados electorales, deben entender que cada uno debe cambiar por su lado; deben reinventarse.

Pasadas las elecciones de 2018, el 16 de julio de aquel año en este espacio se publicó la columna El PRI se traicionó, ¿es posible refundar al partido? ( https://politica.expansion.mx/voces/2018/07/16/opinion-el-pri-se-traiciono-es-posible-refundar-al-partido ). En ella, se esbozaron propuestas concretas para un cambio real del partido, propuestas que hoy retomamos pues siguen vigentes y aplican por igual tanto al PRI como al PAN.

Lo primero que se debe hacer ambos partidos es quitar a las actuales dirigencias, con todo su grupo, y establecer dirigencias de transición. Nuevos Comités Ejecutivos, ajenos a las dirigencias actuales, enfocados en arrancar un proceso real de autocrítica, reflexión, reunificación y refundación.

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Pensar en la permanencia de los grupos actuales, como perfila Marko en el PAN, o peor aún de indebida reelección como busca Alito, es seguir cavando la tumba de los partidos y retrasando lo que ya por 6 años se ha pospuesto, que es cortar el cáncer de cada partido de raíz.

A la par, es indispensable una depuración de fondo de cada partido, con un proceso público de expulsión de quienes más daño han hecho, tanto en imagen como en la vida interna, empezando por los personajes de más alto perfil.

Hay que empezar por los actuales dirigentes nacionales, ex presidentes de la República, ex funcionarios de alto nivel, e incluso por quienes pronto accederán a cargos legislativos pero que fueron impuestos por amiguismo, y cuyas lealtades son quienes hoy cooptan a cada partido.

Lo que sigue es un reconocimiento público, de cara a la sociedad, de los errores y omisiones cometidos no solo estos 6 años, sino en el tiempo previo que construyó las condiciones para 2018.

Reconocer, y disculparse, tanto de los excesos de los dos partidos como de sus gobiernos. Pero al mismo tiempo comprometerse a fincar las responsabilidades que sean necesarias al interior.

De la mano de este reconocimiento, detonar un proceso de apertura a la sociedad civil. Foros públicos de discusión en los que se escucharán los reclamos y críticas de la gente. Un ejercicio en todo el país tanto con públicos cercanos como contrarios, representativos de la población.

Un diálogo con sectores populares, clases medias, academia, sectores productivos, en el que se escuche por qué la ciudadanía está tan distanciada y decepcionada de los partidos, y las propuestas de cómo reconectar y trabajar juntos para mejorar los partidos y recuperar confianza y legitimidad.

A la par, llevar un proceso de discusión interna en cada partido, para escuchar de sus militancias lo que los ha afectado y cómo ellos han vivido esta debacle de sus partidos.

Derivado de ese diálogo abierto y de la discusión interna, iniciar un proceso de reforma y refundación de afuera hacia adentro, no de imposición de las cúpulas como se solía hacer. Una reforma que considere la realidad del país, las propuestas y necesidades sociales, y la reflexión de las militancias.

México no puede darse el lujo de partidos tan endebles y corrompidos. A nadie le conviene un sistema de partidos en letargo; es la base es la base para un sistema político débil, y un sistema democrático en crisis. Hoy, les corresponde al PRI y PAN estar a la atura de la realidad histórica actual. Esperemos que por fin lo entiendan, y actúen en consecuencia.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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