La oposición tiene muy poco qué celebrar tras las elecciones del pasado 2 de junio. La coalición de PAN, PRI y PRD mostró su fracaso no sólo en su aspiración de ganar la Presidencia de la República, lo que se anticipaba desde hace meses, sino también en el ámbito local, en donde los diques a la fuerza de Morena se fracturaron seriamente.
#Oteador | Partido (de) Acción (apenas) Nacional
El principal partido opositor al oficialismo enfrenta una grave crisis, apenas encubierta por el desastre en que se convirtió el PRD. No hay duda de que la fuerza política fundada por Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, entre otros, tras las elecciones de 1988 en que el PRI vio fracturada su hegemonía, se constituyó como un actor relevante en el proceso democratizador de México. Pero hoy no existe más.
“Me duele decirlo: ya no existe más el PRD, que con el registro original del PCM (Partido Comunista Mexicano), del PSUM (Partido Socialista Unificado de México) y del PMS (Partido Mexicano Socialista), fruto de gloriosas batallas y múltiples sacrificios, construimos hace 35 años”, son las lapidarias palabras con las que el último dirigente nacional del PRD, Jesús Zambrano, anuncia su fin.
El llamado partido del sol azteca había reportado a septiembre de 2020 un total de un millón 242,411 afiliados, cifra que disminuyó en vísperas de las elecciones de 2024 a 999,209. La gran tragedia para el perredismo es que no logró convocar a las urnas más que, si acaso, a sus militantes.
En ninguna elección fue capaz de lograr el 3% que exige la ley para que un partido sobreviva: 1.86% (1,121,020 votos) en la presidencial, 2.27% (1,363,012 sufragios) en la pugna por las senadurías y apenas 2.44% (1,449,660 votos) en la búsqueda de diputaciones federales.
Pero las condiciones del PAN no son como para confiarse. En la disputa por los diferentes cargos federales su votación rondó en torno de los 10 millones: 9,644,918 (16.04%) en la elección presidencial, 10,107,537 (16.84%) en la de senadurías y 10,049,375 (16.90%) por las diputaciones federales.
Es decir, por el partido opositor más importante del país no votan ni siquiera dos de cada 10 mexicanos. Esto explica en buena medida el fracaso en su intento por impedir el llamado Plan C del presidente López Obrador.
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PAN-PRI-PRD apenas ganaron en dos entidades la elección al Senado de la República: Aguascalientes y Querétaro. De los 300 distritos federales la coalición ganó tan sólo 39 y el PAN tres en solitario. Una mayoría de Morena y sus aliados que califica la participación opositora como una debacle.
El tema del registro para el panismo seguirá siendo de alto riesgo. No porque no haya superado el umbral del 3% en cualquier votación, sino por los problemas que enfrenta de manera sistemática para mantener el mínimo de ciudadanos registrados exigido por la ley.
A finales de 2020 reportó 252,140 militantes, cifra que se incrementó apenas a 277,466 para agosto de 2023. La ley es muy clara: para conservar el registro se requiere el equivalente al 0.26% del padrón electoral federal, que corresponde actualmente a 246,270 personas. ¿Partido apenas nacional?
Otro de los fracasos del PAN ocurrió en el nivel subnacional. La exigencia mínima era defender aquellos estados que gobernaba, pues los datos de las encuestas no permitían tener una ambición mayor. Al final de las campañas se extendió el rumor de que la competencia se cerraba en estados como Veracruz y Morelos, así como en la Ciudad de México.
La realidad es que el PAN tan sólo logró mantener Guanajuato y fue incapaz de conservar Yucatán. Es una calamidad para el panismo el hecho de que se perdiera un bastión con un gobernador bien evaluado por la ciudadanía, Mauricio Vila Dosal, a manos de un expanista para quien la tercera fue la vencida: Joaquín Díaz Mena, apodado “El Huacho”.
El PAN es hoy un partido fallido: encabezó una alianza que naufragó en su propósito de limitar la fuerza de Morena, no evitó que Claudia Sheinbaum tuviera mayoría calificada en el Congreso y no sólo no ganó alguna gubernatura más, sino que perdió uno de sus bastiones estratégicos, por estar situado en el sur del país.
Se habla de la desaparición del PRD y de la paulatina extinción del partido con más negativos, el PRI, pero ¿en qué medida debe preocupar la situación del PAN a quienes les interesa la existencia de una oposición sólida que le haga contrapeso al partido con tendencia predominante en que se ha convertido Morena?
Una de las primeras etapas a sortear es la del cambio de su dirigencia nacional, la sustitución de Marko Cortés, en donde las cosas no lucen tan sencillas ni tan claras debido a la falta de liderazgos fuertes. Vila Dosal parecía una carta importante, pero ha fracasado dos veces: en su intento por hacerse de la candidatura presidencial y ahora en mantener para su partido el estado que gobierna.
Un grupo de 13 ex gobernadores se han pronunciado en contra de Cortés y no hay manera de contradecir su dicho: “la votación que obtuvimos muestra una franca tendencia declinante y constante a la baja. El mensaje de nuestro pueblo es contundente y claro. Al PAN nos gritó fuerte: cambias o te vas”. Azul degradado.
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Nota del editor: Javier Rosiles Salas ( @Javier_Rosiles ) es politólogo. Doctor en Procesos Políticos. Profesor e investigador en la UCEMICH. Especialista en partidos políticos, elecciones y política gubernamental. Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.