La crisis del sistema hegemónico de los años 70, por la soberbia y demencia de muchos liderazgos, obligó a un punto clave de inflexión, gracias a estadistas como Don Jesús Reyes Heroles, a arrancar desde el sistema un proceso de dos décadas de reformas para la apertura democrática.
En 1977 se dio la reforma más icónica, con la que se crea la Ley Federal de Organizaciones Políticas y Procesos Electorales para poner reglas claras para crear y financiar partidos; se establece porcentaje mínimo para mantener un partido; se crea la representación proporcional, que da acceso a la izquierda al Congreso; y se permite la participación local de partidos con registro nacional.
En 1983 se da la reforma municipal, que otorga mayor autonomía a los municipios mediante facultades financieras y presupuestales; y amplía la figura de representación proporcional de 1977 a la elección de los ayuntamientos.
En 1986 se emite el Código Federal Electoral, que aumenta 100 curules de representación proporcional; limita a 70% las curules para un solo partido; crea la Comisión Federal Electoral y el Tribunal de lo Contencioso Electoral (primer tribunal); la Asamblea Legislativa del entonces Distrito Federal; el principio de Candidatura Común (alianza); y la renovación del Senado por mitades cada 3 años. Y se crea la cláusula de gobernabilidad que después sería eliminada afortunadamente.
En 1990, con la segunda reforma más icónica, se crea el Instituto Federal Electoral que quita al gobierno la organización de elecciones; la figura de Consejeros Magistrados; el Tribunal Federal Electoral; el Padrón Electoral y la credencial con fotografía; el Código de Instituciones y Procedimientos Electorales; y actualiza la fórmula para asignación de diputaciones plurinominales.
En 1993 se establece la representación proporcional para el Senado, llevándolo a 128 escaños; se ponen límites para el gasto en campañas; se prohíbe financiamiento extranjero a partidos; se limita a 315 el número máximo de Diputados de un solo partido, eliminando la cláusula de gobernabilidad; se crea la figura de Observadores Nacionales Electorales; y el sistema de Resultados Preliminares.
En 1996 se da autonomía constitucional al IFE; se crea el Consejo Electoral; se limita a 300 las diputaciones para un solo partido; se definen los 128 escaños (64 de mayoría, 32 de primera minoría y 32 de lista nacional); asignación de recursos a partidos por porcentaje de votación; se limita financiamiento privado; se da acceso gratuito a medios masivos; y se establece que por primera vez el entonces Distrito Federal tendrá elecciones para la Jefatura de Gobierno y las Delegaciones.
Cabe señalar que para varias de estas reformas hubo mecanismos participativos; por ejemplo las Audiencias para la Reforma de instituciones Políticas de 1977; las Consultas Públicas para la Renovación Política de 1986; o el Acuerdo para la Reforma Política de 1995.
Es gracias a estos 20 años de reformas que fue posible la consolidación de partidos políticos nacionales más allá del PRI y el PAN; la pluralidad del Congreso; que en 1988 el PRI perdiera por primera vez la mayoría calificada en el Congreso; que en 1989 obtuviera su registro el PRD y empezara en Baja California la victoria de la oposición en gubernaturas; que en 1977 los capitalinos votaran por primera vez por sus autoridades, y que el PRI perdiera mayoría simple de Diputados.
Y sobre todo, es gracias al proceso de reformas democratizadoras entre 1977 y 1996 que en el 2000 llega el PAN a la Presidencia de la República. Como se ve, la democracia no nació en el 2000; es justamente la existencia de una democracia suficientemente sólida lo que permite esa alternancia.
Curiosamente, es justo en ese sexenio de la alternancia, de 2000 a 2006, cuando se pone un alto al proceso de reformas para la consolidación democrática, rompiendo la tendencia iniciada en 1977; justo cuando más se necesitaba profundizar el proceso.
También, lamentablemente, los partidos opositores al PRI al conquistar espacios de poder empezaron a replicar un modelo, bajo su propia interpretación, de concentración y centralización.
Lo hizo la llamada izquierda del PRD en la CDMX desde 1997, cooptando férreamente los poderes; así como en Michoacán, Zacatecas, Morelos, entre otros que gobernaron. Y lo hizo la derecha del PAN en Jalisco, y otros ejemplos como recientemente en Chihuahua.