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El Frente: error de origen

Este movimiento cometió el básico error de vender su proyecto a los partidos políticos de oposición, derivando en la alianza Va por México entre PRI, PAN y PRD.
lun 04 marzo 2024 06:05 AM
Nuevos audios de Alito Moreno en los que se escuchan insultos a empresarios mexicanos.
Alito, Marko y Zambrano, los líderes partidistas más cuestionados en la historia de sus partidos, vieron en este movimiento la gran oportunidad de apoderarse de un juego político para servir sus intereses personales, apunta Don Porfirio Salinas.

Hacia las elecciones intermedias de 2021, se gestó un movimiento “ciudadano” llamado Sí por México, con el objetivo de hacerle frente al gobierno obradorista y buscar que la 4T perdiera la mayoría en la Cámara de Diputados.

Este movimiento cometió el básico error de vender su proyecto a los partidos políticos de oposición, derivando en la alianza Va por México entre PRI, PAN y PRD.

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Fue el resultado de un movimiento liderado por un junior del sector empresarial, Claudio; liderazgos muy medianos de representación empresarial, De Hoyos; y ex militantes partidistas supuestamente decepcionados de sus partidos, Pagés.

Alito, Marko y Zambrano, los líderes partidistas más cuestionados en la historia de sus partidos, vieron en este movimiento la gran oportunidad de apoderarse de un juego político para servir sus intereses personales, al tiempo de dar la impresión de apertura de sus institutos a la ciudadanía.

Sabían que los creadores de Sí por México no entendían muy bien de política y elecciones, y que buscaban también agendas particulares más que una agenda genuina de cambio en el país.

Va por México era vista por los sectores AMLOfóbicos como la salida mágica para quitarle el poder en la Cámara de Diputados y las elecciones locales de 2021, y preparar el terreno para la derrota de la 4T en 2024. Una lectura simplista y visceral que no tenía el menor sustento demotécnico.

La alianza formal de 2021 entre PRI, PAN y PRD no solo era contraintuitiva y antinatura, era también la fórmula perfecta para confirmar entre la base obradorista, y entre los segmentos poblacionales dudosos sobre su voto, que el presidente tenía razón sobre el prianismo y la mafia del poder.

Adicionalmente, no tuvieron el cuidado suficiente de lanzar candidaturas frescas, prestigiadas y competitivas. Los tres partidos impusieron candidaturas a modo, cercanas a los dirigentes partidistas, incluso quitando de último minuto a los ciudadanos de los creadores de Sí por México.

Esta situación se reflejaba en las poquísimas encuestas que hacían mediciones analíticas de intención de voto, diferenciado por partidos en lo individual y después por coaliciones.

Al medir a Morena, PT y PVEM por separado valían aproximadamente 50%, y al medirlos en coalición valían prácticamente lo mismo. Al medir PRI, PAN y PRD por separado, valían aproximadamente 40%, pero al medirlos en coalición perdían 9 puntos. Parametria fue la que más dio seguimiento.

Sin embargo, los impulsores y asesores de Va por México hablaban de un mapa “estratégico” en el que tenían claro que la coalición ganaría 70 distritos como piso, con posibilidades incluso de llegar a 90. La realidad se impuso, y ganaron en coalición únicamente 63, ni siquiera su supuesto piso.

A nivel estatal y municipal, la historia no fue muy distinta. La coalición oficialista alcanzó los 22 gobiernos estatales que hoy tiene. La muy valiosa excepción fue la CDMX, donde Va por México arrancó sorpresivamente la mitad de la ciudad a la 4T.

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La alianza Va por México fue la muestra clara de que PRI, PAN y PRD no entendieron el mensaje ciudadano de 2018, y lejos de buscar la manera de relegitimarse y recuperar la confianza de los votantes, decidieron enconcharse y generar alianzas obscuras para beneficio personal de los dirigentes.

Desde 2018 en este espacio dijimos que los partidos estaban deshechos. Que la única manera de congeniarse con la población era depurándose públicamente, reconociendo errores, y abriéndose a la ciudadanía para entender la realidad social actual y refundarse para atender sus demandas.

Después del descalabro de 2018 se dedicaron a lo contrario. Llegaron los dirigentes más corruptos. Marginaron grupos. Tuvieron fuga de los cuadros prestigiados. Se acabaron la vocación y la convicción. Privilegiaron los intereses personales para mantener pequeños nichos de fuero y poder.

Al presentarse para 2021 la posibilidad de Sí por México, impulsada por personajes sin visión y con mucho coraje, lo aprovecharon bien los dirigentes opositores para así evadir la necesidad de cambiar y mejorar sus partidos.

Así, llegar en alianza al 2024 pareció inevitable ante la falta de trabajo partidista de cinco años. Sin el menor trabajo partidista de bases, los tres partidos tienen muy poco valor electoral. Juntos, en apariencia, eran un poco menos desechables que por separado.

Y volvieron a cometer los mismos errores que tanto beneficiaron a AMLO. Imposición cupular de candidaturas, empezando por la presidencial, y privilegiar a los allegados a los dirigentes en lugar de candidaturas competitivas y con aceptación social. Fue el miedo de los dirigentes de perder control y nichos que los llevó a expulsar a la precandidata del PRI en la interna e imponer a la del PAN.

2024 es la cristalización de seis años de no hacer nada en PRI, PAN y PRD. Han jugado el juego del presidente, ya sea por incapacidad o por conveniencia.

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Es evidente la falta de estructuras y base de votantes en PRI y PAN, y es clara su ausencia total en el PRD, que esperemos ya pierda el registro. Es más que notoria la falta de cuadros experimentados para hacer la estrategia presidencial y legislativa y darle competitividad a una candidatura fallida.

El costo de no haber corregido a tiempo en los tres partidos hoy está pasando factura muy costosa para el país. Seguramente recuperarán algo de voto, particularmente a nivel local, por la natural recomposición de las dinámicas locales electorales.

Hoy no se ve manera de que puedan arrebatar la presidencia. Y gracias a sus acuerdos turbios de coalición, difícilmente arrancarán la mayoría simple en el Senado, o al menos de manera contundente. Habrá que ver en la Cámara de Diputados.

Lamentablemente, los perfiles que están impulsando al Legislativo son no solo cuestionables sino ineficientes y sin experiencia. Así que ni siquiera podrán elevar el nivel de debate legislativo, que ya de por sí es nulo desde la incursión de la 4T como fuerza super mayoritaria.

Perdimos, por errores propios, la posibilidad de corregir el 2024. Ya no se pueden pedir peras al olmo ¿Habrá capacidad de empezar a trabajar en una recomposición del sistema de partidos para 2030? ¿O vamos por otro sexenio perdido y de retrocesos para México?

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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