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Mirando hacia adelante: transición y nuevo gobierno

Tenemos que empezar ya a pensar en lo que viene para el periodo de transición y la llegada del nuevo gobierno, y cómo prepararnos para que empecemos a construir verdaderos contrapesos sociales.
lun 15 abril 2024 06:07 AM
Mirando hacia adelante: transición y nuevo gobierno
Es fundamental que las organizaciones sociales se profesionalicen mucho más, y que entiendan que requieren de diálogo y concertación con actores que a veces consideran ilegítimos, como el empresarial y el político, si quieren tener mayor capacidad de impacto, apunta Don Porfirio Salinas.

A mes y medio de la elección, difícilmente se moverán de manera significativa las tendencias si no se han movido en meses. Solo algún evento extraordinario, casi casi trágico, podría cambiar lo que parece ser una segunda presidencia de la 4T.

Por supuesto, la amplia ventaja que hoy muestran las encuestas se cerrará; aunque no parece haber indicios para pensar que la diferencia quedará en menos de un 10 o máximo 8%.

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Las carreras al Senado también tienen ya algo de claridad, con una mayoría simple, y posiblemente cómoda, de la 4T. Esto, como hemos comentado, gracias al pésimo convenio de coalición PRI, PAN, PRD, con el que claudicaron a las primeras minorías, es decir, 25% de los escaños.

Lo que sigue aún en cierta competencia es la Cámara de Diputados, que depende mucho más de factores y dinámicas locales. Pero no se espera un cambio muy grande de la correlación actual.

Lamentablemente, a pesar de que para estas elecciones se anticipaba relativamente fácil arrebatarle a la 4T la mayoría simple en ambas Cámaras, las estrategias de la oposición fueron prácticamente un manual de cómo no ganar elecciones.

Desde el proceso mismo de imposición del “fenómeno espejismo” en la candidatura presidencial, hasta los convenios de coalición y las candidaturas al resto de los cargos, los peores dirigentes históricos del PRI, PAN y PRD, junto con el empresario junior, hicieron error tras error. Los tres primeros por intereses personalísimos, el otro por simple ignorancia política.

En cambio, la campaña de Sheinbaum se ve mucho más ordenada y profesional. Y ella, a diferencia de hace 3, 4 ó 5 años, se ve sorpresivamente más madura políticamente y con mayor control.

El punto es que hoy tenemos ya que empezar a pensar en lo que viene para el periodo de transición y la llegada del nuevo gobierno, y cómo tenemos que prepararnos para que empecemos a construir verdaderos contrapesos sociales para evitar los errores que hicimos con el actual gobierno.

Es claro que la oposición, dados los cuestionados personajes que se anticipa que lleguen de sus fallidos partidos, tendrán poca capacidad de ser contrapeso, como no lo fueron tampoco durante la actual administración por pleitos internos e intereses personales.

Ante esta lamentable realidad, debemos pensar qué maneras hay de presionar a que el próximo gobierno pueda cambiar, al menos un poco, la ruta del país.

La buena noticia es que el fenómeno político y estilo de gobierno actual de AMLO son irrepetibles, por lo que las cosas necesariamente cambiarán. La pregunta es cuándo y cuánto, de qué forma se puede coadyuvar a que se de ese cambio.

La nueva presidencia no tiene el mismo liderazgo y legitimidad sociales del actual, ni las habilidades tan claras de comunicarse eficazmente con la base social, ni parece que tendrá el control tan contundente de su partido.

Todas esas características han permitido a AMLO imponer a diestra y siniestra una serie de decisiones erradas, pero que en muy poco le afectan dada su inmensa legitimidad social. Además de controlar el Congreso sin mayor dificultad, pues todos le deben su ascenso y cargos.

Para que la nueva presidenta se pueda sentir cómoda en la silla y consolidar su gobierno, deberá marcar su estilo propio, lo que implica un distanciamiento del actual. La incógnita es hasta donde cederá a su creador, y en qué momentos irá cortando el cordón umbilical.

En este sentido, requerirá de elementos, herramientas y respaldo para poder moverse de manera más ágil y contundente hacia sus propias agendas y formas de ejercer el poder. Aquí entran en juego los contrapesos sociales.

Durante la actual administración, desde el sector privado hubo muy poco tino y estrategia, salvo honrosas excepciones, en cuanto al relacionamiento con el presidente.

Eso sí, mucha víscera, en parte por las fobias personales, en parte por actores tan poco avezados como Claudio X Jr, y en parte por protagonismos mediocres como De Hoyos, hoy tránsfuga a MC.

Por eso, ahora se requiere de un empresariado mucho más maduro y experimentado, que entienda que dialogar no es claudicar, y que disentir no es atacar y romper puente. Las dirigencias de los organismos empresariales deben cambiar de su actual medianía a preparación y liderazgo. No parece que esté sucediendo.

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En lo que más debe enfocarse el sector empresarial es en lograr legitimidad social. Lo dijimos hace seis años y lo volvemos a decir, porque durante este tiempo no se preocuparon por hacerlo. Sin legitimidad, es imposible impulsar agendas importantes, ni hacer frente a embates ideologizados.

En cuanto a las organizaciones sociales, es fundamental que se profesionalicen mucho más, y que entiendan que requieren de diálogo y concertación con actores que a veces consideran ilegítimos, como el empresarial y el político, si quieren tener mayor capacidad de impacto.

Y sobre todo, necesitamos organizaciones sociales que entiendan que la prioridad en México debe ser la construcción de ciudadanía activa e informada. Es lo que más nos ha faltado, y sin eso, todo lo demás resulta secundario y poco efectivo.

Muchas organizaciones no supieron adaptarse a vivir sin presupuesto público, muchas otras hicieron grandes esfuerzos en sus ámbitos. Pero sin un eco en la ciudadanía, es difícil llegar más lejos de lo que han podido hacer hasta el momento.

Como sociedad nos está faltando mucho, y eso es lo que hoy se refleja en nuestras clases política y empresarial. Debemos tomar las decisiones necesarias ya para regresar a México a un camino correcto, sin volver a hundirnos en los errores del pasado y revertir los del presente.

2030 ya está en cuenta regresiva. O le entramos todos, o cada vez se volverá más difícil pensar en un México exitoso y próspero, con equidad, inclusión y justicia social. Y no, no será culpa de la 4T sino de todos como sociedad.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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