Para variar, todos cayeron redonditos en su juego. Fue él quien forzó la anticipación al arrancar el proceso de selección de la 4T, pues es a él a quien le conviene forzar los tiempos. La oposición, que no logra encontrar un camino propio, mordió directo el anzuelo.
La selección de la 4T erigió a una candidata de manera muy previsible, y dirigida, aunque aún habíamos quienes pensábamos que podría quedar un tercero. Pero con un proceso sorprendentemente más accidentado de lo esperado.
El segundo lugar, sorprendentemente, decidió rebelarse pero sin romper, de manera inexplicablemente prolongada. Con ello, le restó triunfalismo a la victoria de su contendiente; pero al mismo tiempo, día con día pierde más la posibilidad de ser un actor relevante en 2024.
No se puede entender bien la estrategia que hasta el momento ha seguido Ebrard, a quien muchos veíamos como un político de largo colmillo que, sabedor de que no sería el elegido, negociaría hábilmente una salida que le permitiera mantener poder seis años más. Hoy está desdibujado.
Del lado del Frente, ganó el mal llamado y fugaz “fenómeno” de Xóchitl, en un proceso más desaseado, teledirigido y equivocado que el de la propia 4T. A tan solo unos días de ser erigida, su estrella empezó a difuminarse.
La malicia e impericia con la que Claudio, Alito y Marko expulsaron a la única política de alto nivel de la contienda dinamitó al Frente. La jugarreta innecesaria contra Beatriz a días de la votación interna generó un profundo cisma, no solo al interior del PRI sino del propio PAN.
La decisión de un pseudo empresario inexperto, un líder priista individualista y corrupto, y un líder panista convenenciero, llevó al Frente al terreno donde el presidente los quería, sin entenderlo, poniéndole en frente a la ganadora que él mismo los orilló a elegir por ser la más vulnerable.
Otra lección de la que se habla es que, por primera vez, hay dos mujeres con posibilidades reales de ganar la presidencia de México. Lamentablemente, esta también es una victoria amarga ante sus perfiles de profunda mediocridad.
Por la 4T, una ex Jefa de Gobierno capitalina que únicamente se ha desempeñado en cargos locales como Alcaldesa y Secretaria del Gabinete capitalino, con resultados que dejan mucho que desear, por decirlo de manera educada, en sus nada impresionantes gestiones.
Por el Frente, alguien con un cargo menor en el Gabinete ampliado de uno de los presidentes más ineficientes de que se tenga memoria, Alcaldesa con resultados profundamente mediocres en la capital del país, y Senadora sin mucha huella legislativa.