Cuando uno piensa que ya pasó lo peor de este gobierno, siempre nos sorprenden con algo nuevo en su arsenal de improvisaciones, distractores y arrebatos. En el fondo lo que pasa es que hay un plan que aunque cueste trabajo creerlo, fue diseñado desde antes de entrar al poder para lograr la erosión de todo lo que sonara a logros de gobiernos pasados. Y cuesta trabajo creerlo porque en la campaña vendieron la idea de que no cometerían abusos. Su bola de acero le pegó a todo por el simple hecho de cumplir una oferta vanal, aunque significare deteriorar al país y hacer la vida más complicada para todos, en especial a los más vulnerables.
#ColumnaInvitada | Peras al olmo
La idea inicial fue la de asumir que la persona ya había entrado en una fase de madurez política, económica y social, que se había mesurado y que no cometería los excesos como los que vimos en las postrimerías del final del resultado electoral en 2006. Incluso hubo quienes como Alfonso Romo y Carlos Urzúa cayeron en el garlito de que ahora sí el personaje ya tomaría en cuenta la opinión de expertos, que buscaría equilibrios, y que de ninguna manera se atrevería a hacer las cosas de las que sus contrincantes electorales lo acusaban. Vaya que nos engañaron a todos.
Y sin embargo los dichos se quedaron cortos. La realidad ha sido mucho más potente. Y no parece haber enmienda posible, porque paradójicamente cuando algo no les sale bien (cosa que es frecuente) en lugar de cambiar de rumbo y decisión, deciden duplicar la apuesta. En ese sentido, la propuesta del presupuesto 2024 no hace sino confirmar nuestros peores pronósticos respecto a lo que se quiere lograr al cierre de sexenio, y particularmente en un año electoral. Nos explicamos.
Dicen que en el gobierno y en la familia lo que verdaderamente importa se ve en función de lo que se favorece en el presupuesto para dedicar gasto e invertir. Siendo ese el caso, si revisamos lo que hace el gobierno (y sus contrapartes lamebotas en la Cámara de Diputados al aprobar sin cambiar una coma lo que les mandan), es claro que los temas más sensibles como son salud, justicia y seguridad no son relevantes al revisar que la propuesta para 2024 está pletórica de reducciones y eliminación de partidas claves. Aunque ya se habían hecho disminuciones y eliminaciones relevantes desde finales de 2018, ahora lo hicieron con mayor énfasis porque donde concentraron la atención es en programas sociales (con un evidente sesgo electoral), obras faraónicas (para pretender acabar a como dé lugar lo que sea para inaugurar aunque no funcionen y menos que sean redituables), y asignaciones enormes a fuerzas armadas (con la incremental idea de que si se militarizan actividades se hará complicado a sucesivas administraciones reordenar democráticamente las prioridades de actividades y políticas públicas). Así las cosas, es el desenlace que confirma que este gobierno solamente se puede entender como desalmado, indolente, destructor, derrochador e ineficaz. Se ganaron a pulso el descrédito y calificación reprobatoria. Y en el año restante aún pueden hacer mucho daño. Por ello importante alertar sobre riesgos inminentes.
A pesar de todo lo anterior, se les debe reconocer que en materia electoral han hecho todo lo indecible por triunfar, y por lo visto no se detendrán ante nada por hacerlo en 2024. Y evidentemente no me refiero a la parte lícita de convencer a electores, sino a las medidas ilegales y abusivas para lograr sus objetivos. Ya se han desnudado para hacer ver que como no tienen resultados que presumir, datos que sustentar, o méritos que destacar, lo único que les queda es referirse a su narrativa de vindicar a los pobres como una promesa estéril pero convincente. Y claro está que para muchas personas esa oferta ha sido suficiente para darles a los de Morena el beneficio de la duda. Pero es momento de ubicar los riesgos evidentes.
Ya no puede quedar duda de que a este gobierno no le interesa nada que tenga que ver con la prosperidad del país o de sus habitantes. La desesperación cunde en muchos rubros. El sistema de salud está colapsado. La inseguridad es rampante. La violencia se ha exacerbado. El desorden administrativo es oprobioso. El ataque a la división de poderes evidente. La destrucción de contrapesos preocupante. El dominio de la delincuencia organizada apabullante. La militarización de cientos de actividades civiles desproporcionada. Los incentivos para invertir en el país desaparecidos. Y en general el futuro del país comprometido como nunca.
Esa es la verdadera situación de México de un presente preocupante y un futuro desgarrador si no hacemos algo. Afortunadamente ahora se presenta ante nosotros la oportunidad de apoyar la candidatura de quien puede dar una vuelta distinta al destino del país. Xóchitl representa una oportunidad histórica que no se puede perder. Porque no debe caber duda cuando la candidata oficialista dice sin resquemor que ella quiere la continuidad del gobierno. Entonces que nadie se llame sorprendido a que lo que ella avala y promueve es seguir con la destrucción del país como un sistema que pauperice a la población, los haga cada vez más dependientes de los apoyos gubernamentales, que se pacte con la delincuencia organizada como socios estratégicos, y con indecibles acuerdos para continuar la militarización del país.
Por ello decimos que pretender que la candidata oficialista ofrece algo bueno es como pedir peras al olmo, simplemente no va a suceder. Y mientras más pronto se haga patente entre la población abierta, mayor posibilidad habrá de que el triunfo de Xóchitl se consolide y el arrastre de la esperanza contagie a las más de 20K candidaturas en 9 gobernaturas, el Congreso Federal completo, 30 Congresos locales, y miles de municipios a lo largo y ancho del país. La responsabilidad es compartida y está frente a nosotros. Aseguremos que todos nos sumemos al impulso ciudadano, mismo que permitió el arribo de Xóchitl y logrará el de muchas otras candidaturas emblemáticas para la definición nacional del 2 de junio de 2024.
_______
Notas del editor: Juan Francisco Torres Landa es miembro del Consejo Directivo de UNE México y de la red de Unid@s. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.