En la antesala de los procesos electorales de 2024, parecía ya inevitable competir como Frente por la inercia generada. Sin embargo, el proceso interno de selección de candidatura presidencial parecía ir por buen camino.
Ante la sensación de vacío opositor, se registraron como aspirantes varias figuras, no todas confiables, pero algunas sí de gran trayectoria y prestigio. Nombres como Beatriz Paredes o Ildefonso Guajardo del PRI, y hasta cierto punto Creel del PAN, bastaban para dar el beneficio de la duda.
Con la irrupción de Xóchitl Gálvez, posicionada súbitamente por el presidente sobre todo, y después por algunos comentócratas animados por sus mecenas, se dio la ilusión de mayor brío en la contienda de la oposición.
El espejismo hizo que varios se fueran con la finta de tener una sola figura competitiva, olvidándose de los demás contendientes. Otros, los más informados, sabían que había otra figura competitiva, incluso más por basar su campaña en trabajo de campo, y no solo en redes sociales.
Esto generó que no pocos de los comentócratas, animados por sus patrocinadores, empezaran a llamar públicamente por la declinación de los aspirantes en favor de la que llamaban “la única figura competitiva”; sin entender que solo debilitaban el proceso del Frente. Después se arrepintieron.
Pero el proceso siguió su cauce, hasta quedar en dos aspirantes: Beatriz y Xóchitl. Para algunos era sorpresa Beatriz; para los conocedores, era natural después de un año de intensos recorridos por el país para construir bases y estructuras de apoyo, algo que sabe hacer de sobra y que demostró con los 12 millones de votantes que generó para el PRI en las elecciones de 2012.
Y fue justo aquí cuando empezó a resquebrajarse el proceso del Frente. Al parecer, un proceso democrático y sanamente competitivo puso nerviosos a muchos, empezando por los líderes partidistas y lo representantes empresariales que creyeron ser dueños del Frente.
Es curioso que cuando por fin el frankenstein de Frente daba señales sanas de un proceso interno efectivo, a pesar de los vicios de origen con los que fue diseñado, sus jerarcas decidieran replicar las actitudes impositivas que tanto han criticado en el presidente, y en el proceso de la 4T.
Pareciera que esos mismos jerarcas del Frente se habían ido con la finta de que su propia favorita era la única competitiva; para eso habían invertido tanto. Al ver la realidad, juzgaron mejor incidir negativamente en el proceso: hágase la democracia en la yunta de mi compadre.
Fueron muchos los momentos en los que trataron de meterle el pie a los aspirantes que le competían a su favorita; y en particular, a la aspirante que realmente estaba dando la batalla, demostrando no solo solidez intelectual, sino maestría política y conocimiento electoral.