No estuvieron presentes los tres poderes de la Unión en los festejos de los 213 años de la Independencia de México. En un acto autoritario, López Obrador no invitó a las representantes de los Poderes Legislativos y Judicial.
Ni la presidenta de la Corte, Norma Piña; ni la presidenta de la Cámara de Diputados, Marcela Guerra, incluso no invitó a la senadora Ana Lilia Rivera, presidenta de la Mesa Directiva de este órgano colegiado. Ellas tres, al igual que Andrés Manuel López Obrador, presiden un poder y el Ejecutivo federal claramente no lo entiende.
El desprecio hecho en estas fiestas patrias a los demás poderes es un retroceso democrático que marcará a este gobierno.
Hace un año veíamos en el balcón presidencial al presidente de la Corte, pero ahora que los ministros han demostrado su autonomía e independencia a la hora de defender a la Constitución y a los mexicanos, entonces López Obrador los ataca desde la mañanera y los saca de los festejos porque no piensan como él.
Al no invitarlas, sólo demostró el lado más autoritario del Presidente de la República, porque es claro que, como no le gustan los contrapesos, entonces se allegó sólo de su gabinete, personas serviles y leales a él, no a la Patria, sólo a él.