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¿Por qué los políticos fracasan en las redes sociales?

Un político que publica solo discursos formales pierde la oportunidad de mostrarse humano. Y al final, los usuarios prefieren un error genuino a un mensaje perfecto pero frío.
vie 20 junio 2025 05:59 AM
¿Por qué los políticos fracasan en las redes sociales?
El contenido sin alma no conmueve, no engancha, y en el mejor de los casos es ignorado; en el peor, ridiculizado. La lección es simple: en redes, la autenticidad es más valiosa que la corrección política, apunta Alan Santelices.

En tiempos donde un tuit puede definir la agenda y un video en TikTok viralizar una carrera política, resulta irónico que muchos políticos no logren conectar con sus audiencias. Aunque tengan miles o millones de seguidores, sus publicaciones suelen pasar desapercibidas, generar rechazo o incluso convertirse en memes. ¿Por qué ocurre esto? La desconexión se debe a tres errores recurrentes: exceso de simulación, contenido poco orgánico y pésimas decisiones digitales. A continuación, exploramos estas fallas con ánimo crítico y constructivo.

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Exceso de simulación: la imagen impoluta que nadie cree

Muchos políticos tratan sus redes como vitrinas de perfección: fotos pulidas, sonrisas calculadas, mensajes sin margen de error. Pero tanta pulcritud resulta sospechosa. Vivimos en una época donde la ciudadanía exige autenticidad. Cuando todo parece demasiado cuidado, se genera desconfianza. Si un político nunca muestra vulnerabilidad ni errores, la gente asume que no hay una persona real detrás, sino un equipo de comunicación controlando cada publicación.

La sobreproducción digital termina erosionando la empatía. Los usuarios no buscan líderes impecables, sino humanos con quienes identificarse. Una imagen demasiado idealizada levanta sospechas: si nunca se equivoca, ¿será que oculta algo? En redes sociales, la naturalidad es un valor en alza. Oscar Wilde decía que “ser natural es la más difícil de las poses”. Y en el caso de los políticos, intentar parecer perfectos es, paradójicamente, su mayor error.

Falta de contenido orgánico: mensajes sin alma ni autenticidad

Ligado al punto anterior, muchos perfiles políticos en redes parecen extensiones de sus departamentos de prensa. Frases acartonadas, videos leyendo guiones, hashtags genéricos… todo huele a mensaje institucional. Lo que falta es espontaneidad. La gente quiere escuchar la voz real del político, no el eco de un asesor.

El contenido orgánico —genuino, directo, sin filtro excesivo— genera conexión. No se trata de improvisar todo, sino de abrir espacios para la autenticidad. Cuando un mensaje parece demasiado preparado, el usuario lo nota y se desconecta. Las redes premian lo real, incluso con sus imperfecciones.

Un político que publica solo discursos formales pierde la oportunidad de mostrarse humano. Y al final, los usuarios prefieren un error genuino a un mensaje perfecto pero frío. El contenido sin alma no conmueve, no engancha, y en el mejor de los casos es ignorado; en el peor, ridiculizado. La lección es simple: en redes, la autenticidad es más valiosa que la corrección política.

Pésimas decisiones digitales: likes orquestados y castigo algorítmico

A esto se suman decisiones digitales erradas, como pedir a los equipos que den “like” y compartan compulsivamente los posts del jefe político. Estas prácticas, más que ayudar, confunden a los algoritmos de las plataformas, que están diseñados para detectar interacciones reales. Cuando todo el engagement viene de cuentas asociadas o forzadas, el contenido pierde alcance.

Lo mismo sucede con los seguidores comprados o los bots: pueden inflar cifras, pero no aportan conversación ni comunidad. Los algoritmos lo notan y penalizan al perfil. En vez de ayudar, estas trampas deterioran la credibilidad. Las redes son ambientes donde el engaño se nota rápido. La gente se da cuenta cuando la popularidad es artificial.

Además, estas prácticas revelan una obsesión por las métricas de vanidad: más les importa el número de likes que el tipo de conversación que generan. Pero en redes, el respeto y la conexión no se fabrican. Se ganan mostrando interés real por lo que la comunidad quiere decir, respondiendo y participando con autenticidad.

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Conclusión: por una comunicación política más auténtica en redes

El fracaso digital de muchos políticos no se debe a la falta de recursos o de equipos, sino a un enfoque equivocado. Simulan demasiado, publican mensajes vacíos y toman malas decisiones que sabotean su propio alcance. La buena noticia es que todo esto se puede corregir. Se necesita voluntad para cambiar el chip: entender que en redes no gana quien parece más perfecto, sino quien logra conectar de verdad.

Eso implica mostrarse humano, escuchar más, responder con honestidad y renunciar a la tentación de fabricar fama con trampas digitales. Los políticos que han optado por una comunicación más directa, aunque imperfecta, suelen conectar mejor. En cambio, los que insisten en una estrategia fría y controlada hablan cada vez más para sí mismos.

Hoy más que nunca, se valora lo genuino. En un mundo lleno de filtros, mostrarse real es un acto revolucionario. La pregunta es: ¿están nuestros políticos dispuestos a dejar de simular y empezar a dialogar de verdad? La conversación está abierta. Y las redes como la ciudadanía esperan respuestas sinceras.

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Nota del editor: Alan Santelices es consultor político. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

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