¿Qué hace un partido que se asume como heredero del Partido Comunista Mexicano aliado con el PAN, un instrumento de la derecha en el que grupos católicos fueron de suma relevancia para su fundación? ¿Qué hace un partido levantando la mano de priistas, en señal de victoria, cuando antes acusó al PRI de asesinar a sus militantes?
#Oteador | PRD, la izquierda (que está muy) incómoda
La incomodidad del PRD como parte del Frente Amplio por México (PAN-PRI-PRD) es proporcional a su deseo por sobrevivir, pero no está claro si a mayor desagrado, mayor rendimiento electoral. Es cierto que el partido fundado en 1989 está en grave riesgo de desaparecer, sobre lo que no hay certeza es sobre si esta ruta es la más conveniente para impedirlo.
El 22 de diciembre de 2020 los dirigentes nacionales de PAN, PRI y PRD anunciaron la conformación de la coalición Va por México para competir en las elecciones intermedias de 2021. “A las tres fuerzas políticas las une la necesidad de salvar a México sin distinción de colores partidistas”, declararon.
Pero la realidad es que sí hay distinciones y al PRD se le trata diferente: según la fuerza electoral es la pedrada. Por eso Jesús Zambrano, su presidente nacional, ha tenido que pasar por varios momentos enojosos. El más llamativo fue en enero de 2023, cuando fue excluido del reparto de las candidaturas más importantes de 2023 y rumbo al 2024.
Al PRI se le concedió designar a la candidata y candidato a las gubernaturas del Estado de México y Coahuila, mientras que el PAN lleva mano para la Presidencia de la República y la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México. El PRD se quedó sin nada.
En otras ocasiones el dirigente nacional perredista ha tenido que acabar defendiendo la alianza con su otrora principal enemigo, el PRI. Lo hizo en junio de 2022, cuando el presidente nacional de ese partido, Alejandro Moreno, fue acusado de posibles delitos de tráfico de influencias y enriquecimiento ilícito. La alianza se tambaleó.
En septiembre de 2022 se hablaba de una “suspensión temporal” de la coalición debido a que el PRI apoyó al gobierno federal en el Congreso para ampliar la presencia del Ejército en las calles en labores de seguridad pública. Se llegó al punto de la ruptura.
Hoy el Frente Amplio por México lleva a cabo su proceso para la selección de su candidato presidencial. De 33 aspirantes sólo 13 cumplieron los requisitos, entre ellos sólo dos perredistas: Silvano Aureoles, exgobernador de Michoacán, y Miguel Ángel Mancera, senador y exjefe de Gobierno de la Ciudad de México. Uno más es Jaime Enríquez Félix, un experredista zacatecano que renunció al partido tras acusar que las candidaturas se otorgan a amigos y familiares y que hubo muchas irregularidades presupuestales en los gobiernos de Ricardo Monreal y Amalia García en Zacatecas.
El PRD es una organización sin liderazgos, sin personajes capaces de aglutinar a las diversas, y cada vez más escasas, corrientes que lo conforman y mucho menos de atraer estructuras y votantes. Lo más cercano a un líder de esas características es Mancera, quien cuenta apenas con un 6% de las preferencias electorales, según las encuestas.
La situación del PRD es dramática: no tiene registro en 17 entidades federativas y el desplome de su votación es notable. En el Estado de México, por ejemplo, en la elección de gobernador de 2017 logró un millón 31,791 votos, en 2023 obtuvo apenas 183,227: un desplome de casi 850,000 sufragios. Pasó de representar el 17.79% de la votación a apenas el 2.95%. Derrumbe.
Excluido de la designación del candidato presidencial y para la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, cabe preguntarse para qué le alcanza al PRD en las gubernaturas que estarán en juego en 2024. No hay posibilidades de que el candidato o candidata del Frente a las gubernaturas de Chiapas, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Veracruz y Yucatán sea perredista. Una esperanza se asoma, si acaso, en Puebla y Tabasco, pero las posibilidades de triunfo frente a Morena son reducidas.
Quizá la apuesta del perredismo tendría que ser por distinguirse de manera más contundente de las demás fuerzas políticas, por optar por su planteamiento de rebasar a Morena por la izquierda, algo que difícilmente puede hacer en compañía del PAN y el PRI. La socialdemocracia como una salida de emergencia.
“El PRD es la síntesis de la diversidad de las izquierdas, por lo que desde nuestra fundación nos hemos asumido como un movimiento unificador de todas las fuerzas sociales y políticas, locales, regionales y nacionales, que se identifican con los principios socialdemócratas para desplegar la lucha política en favor de la transición democrática y la conformación de un régimen democrático con justicia social”, se lee en su declaración de principios.
El partido amarillo luce debilitado, no pinta como amarillo fuerte. Luce tan disminuido que es opacado por otro partido de tonalidad naranja: el institucional y expriista Dante Delgado encabeza una estrategia de posicionamiento en solitario de su partido, Movimiento Ciudadano, mientras que el disruptivo y exguerrillero Jesús Zambrano pacta con sus adversarios históricos. Dolorosa --¿e improductiva?-- incomodidad.
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Nota del editor: Javier Rosiles Salas ( @Javier_Rosiles ) es politólogo. Doctor en Procesos Políticos. Profesor e investigador en la UCEMICH. Especialista en partidos políticos, elecciones y política gubernamental. Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.