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Qué chiquito proyecto es la “cuarta transformación”

AMLO prometió traer un cambio profundo a la realidad política y social del país: la “cuarta transformación de la vida pública nacional”. La cruda realidad es que ese cambio profundo no ha llegado.
mié 21 junio 2023 06:03 AM
Ebrard, one of the candidates pursuing the ruling MORENA party's candidacy for the 2024 presidential election, takes part in a campaign rally in Mexico City
En el arranque oficial de sus actividades como aspirante a la coordinación nacional de los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación, Marcelo Ebrard Casaubón propuso crear la Secretaría de la Cuarta Transformación en 2024.

En el arranque de las campañas de los aspirantes presidenciales de Morena, el lunes, Marcelo Ebrard se llevó la nota, al proponer la creación de la Secretaría de la Cuarta Transformación, cuyo titular podría ser Andrés López Beltrán, el hijo del presidente López Obrador.

Enseguida, la lingüista, analista política y promotora de Morena, Violeta Vázquez-Rojas, publicó el siguiente tuit: “No me queda duda de que Marcelo Ebrard fue un excelente canciller. Quizá el mejor de los últimos tiempos. Pero ahora que hace sus propuestas para la presidencia se nota algo desconcertante: parece que no alcanzó a comprender el proyecto para el que ha trabajado cinco años. Ayer su vocera propuso regresar a la meritocracia de las becas de ‘niños talento’. Esas becas funcionan mejor cuando son para todos, independientes de la calificación”.

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“Y hoy propone encapsular la 4T en una secretaría, como si no fuera un modelo completo de gobierno, y de Estado. No descalifico su trabajo, su capacidad y su preparación como servidor público. Pero esta contienda interna, aún en los pocos días que lleva, nos está dejando ver que conducir un proyecto de nación de la mano de las mayorías no es tarea para cualquiera”.

Yo le preguntaría a Vázquez-Rojas si, de verdad, decir una ocurrencia como ésa es no conocer el proyecto del presidente. Para mí, por el contrario, lo que hizo Ebrard es algo muy similar a lo que hace constantemente el presidente: crear organismos con nombres grandilocuentes que sirven de poco a sus causas —como el Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado— o son fachadas para un propósito ilegal, irregular o inconfesable —como los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación—.

Además, Vázquez-Rojas sostiene que la “cuarta transformación” es un “modelo de gobierno y de Estado”. Le pregunto, entonces, cuáles son los pilares, los fundamentos o los principios de ese modelo, más allá de los dichos que el presidente repite una y otra vez. Si esas recetas facilonas bastan para construir un modelo de gobierno y de Estado, entonces todos los antecesores de López Obrador fueron grandísimos estadistas, que propusieron su propio modelo.

López Obrador prometió traer un cambio profundo a la realidad política y social del país: la “cuarta transformación de la vida pública nacional”. La cruda realidad es que ese cambio profundo no ha llegado.

Los obradoristas recalcitrantes pintan cada acto de gobierno del presidente como un hito histórico, como un paso más hacia esa transformación. Los opositores más férreos sostienen que el país está en una auténtica debacle y que cada decisión gubernamental nos acerca más al precipicio.

La terca realidad siempre se impone: el país ha cambiado mucho menos de lo que quisieran el presidente y sus seguidores en estos años. El sistema educativo sigue siendo un fiasco, la salud pública ha empeorado significativamente, la inseguridad y la violencia siguen en niveles tan altos que hablar de ligeras reducciones es absurdo, la economía no se ha caído pero tampoco presenta niveles extraordinarios de crecimiento y así podríamos continuar con otras esferas de gobierno.

Ya me he ocupado de los opositores en otros textos. En este momento, me centraré en los obradoristas duros, pues me parece preocupante que realmente piensen que el proyecto del presidente López Obrador guiará al país hacia una transformación histórica y, por tanto, su sucesor o sucesora debe limitarse a continuar con las prioridades de gobierno de AMLO: programas sociales universales, obras de infraestructura, militarización, recortes al aparato burocrático, un modelo de gestión vertical y poco más que eso.

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Al creerse los cuentos de la transformación histórica y de la infalibilidad de López Obrador, sus simpatizantes pierden de vista la construcción de un verdadero proyecto a favor de las mayorías.

No sólo eso, sino que el “proyecto” se ha vuelto difuso, contradictorio y limitado. Difuso, porque se basa en principios poco claros que, más bien, son lugares comunes, como “no mentir, no robar y no traicionar al pueblo”. Contradictorio, pues ahí caben elementos discursivos y políticas públicas que chocan entre sí: pacificación con militarización; discurso indigenista con política ecocida; ataques retóricos al neoliberalismo con recortes enormes al aparato burocrático y las capacidades operativas del Estado. Limitado, porque pareciera que lo que antes era una agenda ambiciosa —acabar con la corrupción y la pobreza— ahora se acota a una forma de discurso público, la entrega de determinados apoyos sociales, la construcción de ciertas obras y la confrontación con algunos sectores (como la prensa, la academia o la burocracia).

Si el proyecto de la fuerza política mayoritaria del país se limita a continuar con las acciones de gobierno del actual presidente, y si los miembros de este movimiento verdaderamente piensan que con eso basta para hacer historia y transformar radicalmente la realidad social del país, entonces podemos esperar muy poco del próximo gobierno.

Qué proyecto tan chiquito es la “cuarta transformación”.

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Nota del editor: Jacques Coste (@jacquescoste94) es internacionalista, historiador, consultor político y autor del libro Derechos humanos y política en México: La reforma constitucional de 2011 en perspectiva histórica (Instituto Mora y Tirant lo Blanch, 2022).

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