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#ColumnaInvitada | Hasta que nos duelen los migrantes

Las imágenes, los videos y los relatos de lo que ocurrió la noche del 27 de marzo en Ciudad Juárez nos impactan a todos. Nuevamente estamos frente a la tragedia y el dolor ajeno.
lun 03 abril 2023 05:00 AM
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La muerte de 39 migrantes en un centro de detención de Ciudad Juárez es la más reciente tragedia de una crisis agravada por la presión de Estados Unidos.

"¡Negro! ¡Negro, estoy aquí, negro!" Los llantos de la mujer con acento venezolano sobrepasan incluso el ruido provocado por los golpes que da a la ambulancia mientras carga a su bebé.

Ella es una de las caras de lo ocurrido el pasado lunes 27 de marzo en Ciudad Juárez, Chihuahua. Ella es tan solo una de las historias de carne y hueso que representan la tragedia del incendio ocurrido en el centro de detención migratoria.

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Las imágenes, los videos y los relatos de lo que ocurrió esa noche en Ciudad Juárez nos impactan a todos. Nuevamente estamos frente a la tragedia y el dolor ajeno. Por supuesto que hay responsables que deberán pagar las consecuencias; por supuesto que el Estado debe responder. Pero me resulta imposible dejar de pensar en quienes más son responsables.

¿Es un infortunio aislado? Hasta antes del lunes, la respuesta en nuestro país frente al fenómeno migratorio de Centroamérica y Sudamérica era -en el mejor de los casos- la total indiferencia. Desafortunadamente, en la mayoría de la gente persiste una imagen del migrante cargada de racismo, xenofobia y aporofobia, que lo asocia a la delincuencia, a la suciedad y al peligro. Para ellos, los migrantes constituyen una amenaza; son una boca que se alimenta de nuestro pastel. El migrante nos puede quitar empleo, oportunidades, atención estatal, entre otros.

Parece que olvidamos que las personas migrantes no cambian su residencia por gusto; escapan de escenarios de guerra, muerte, delincuencia y abusos. Escapan buscando mejores condiciones para vivir. La movilización humana es la piedra base de las sociedades.

Lo dice muy bien Jorge Drexler en su canción “Movimiento”. “Somos padres, hijos, nietos y bisnietos de inmigrantes. Es más mío lo que sueño, que lo que toco. Yo no soy de aquí, pero tú tampoco. Somos una especie en viaje; estamos vivos porque estamos en movimiento”.

Migrar es un derecho; la mayoría de las veces un derecho que se ejerce por descarte.

De esto estaban conscientes Bernarda y Rosa aquella mañana del 4 de febrero de 1995 en Amatlán de los Reyes, Veracruz, cuando fueron a conseguir pan y leche para su desayuno. En el camino debían cruzar las vías del tren pero no pudieron pasar porque la máquina estaba en movimiento. Mientras las niñas esperaban, un hombre se asomó por uno de los vagones y les gritó desesperado “¡Madre! ¡Tenemos hambre, regálanos tu pan!”. Las niñas se miraron entre sí y sin pensarlo le arrojaron las bolsas de comida que tenían en sus manos. Al regresar a su casa, estaban temerosas de que su madre, la señora Leonila Vázquez, las reprendiera por regalar el desayuno familiar, pero pasó todo lo contrario (Cuenca Sánchez et al, 2020).

Desde aquel día, la señora Leonila y sus hijas se organizaron para ayudar y preparar “lonches” para saciar el hambre y sed de aquellos viajeros, al menos por un día. Así fundaron “Las Patronas” y han desempeñado incansablemente esta labor desde hace más de 28 años.

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El tren que cruza por Amatlán de los Reyes, conocido como el “Tren de la Muerte” o “La Bestia” es un tren de carga que transporta materias primas. Sin embargo, es más conocido porque en su techo viajan agazapadas miles de personas migrantes provenientes principalmente de Centro y Sudamérica.

Quienes viajan a bordo de la Bestia frecuentemente son víctimas de mutilaciones, extorsiones, secuestros y otras formas de tráfico de personas. Igualmente, las mujeres y las niñas son altamente vulnerables de sufrir violencia sexual en el trayecto. La precariedad de las condiciones en las que viajan y los riesgos a los que se enfrentan hacen que en muchos casos este viaje les cueste la vida.

Es necesario reconocer que el tema de la movilidad humana se aborda desde una postura cargada de racismo, xenofobia y aporofobia, por lo que las personas migrantes -sobre todo las que tienen piel morena y/o están en una situación de pobreza- son tratadas con desprecio y sufren múltiples formas de discriminación.

Frente a esta cruel realidad, las Patronas responden con amor y alegría. Vecinas, amigas, voluntarias y otras colaboradoras se juntan día con día para realizar labor humanitaria, que va desde la preparación y reparto de comida hasta la defensa de los derechos humanos de las personas en situación de movilidad humana.

Los “lonches” voladores se preparan desde muy temprana hora para ser llevados más tarde a las vías del tren, en donde las Patronas se posicionan atentas a escuchar el silbido que anuncia su llegada. En cuanto la máquina se acerca, comienzan a arrojar con la mayor rapidez posible todas las bolsas de comida o amarres de botellas de agua a los migrantes que las reciben agradecidos. Este intercambio suele durar aproximadamente tres minutos, en los que ellas se esmeran fervientemente por hacer llegar su ayuda a todas las manos que se extienden expectantes (Expansión Digital, 2022). A veces el conductor desacelera el tren para que este alimento alcance a sus destinatarios, pero no siempre es así y cuando esto sucede es un día triste.

Las Patronas son ejemplo de solidaridad. Nos enseñan que debemos dejar atrás una sociedad individualista y enfocarnos en construir lazos de ayuda mutua (Cuenca Sánchez et al, 2020). Las Patronas forman parte de las múltiples formas de movilización social de mujeres que encabezan luchas para la consecución de justicia y el respeto de los derechos humanos de todas las personas. Entre ellas también destacan las rastreadoras, las mujeres ambientalistas, las madres de víctimas de feminicidios, etc. Ellas nos demuestran que los lazos de amistad y sororidad entre mujeres no sólo son necesarios, sino que tienen un inconmensurable poder revolucionario.

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Las Patronas ofrecen un programa de voluntariado por medio del cual quien lo desee puede acudir a Amatlán de los Reyes a colaborar con su valiosa labor. Asimismo, el envío de donativos en especie puede ser realizado a la siguiente dirección: Avenida 14 sin número, La Patrona, Amatlán de los Reyes, Veracruz, C.P. 94957.

En diversas entrevistas las Patronas han referido que ayudan sin esperar que con eso se cambie al mundo; lo hacen porque su corazón les dice que es lo correcto y con ello, cambian ellas. Esta reflexión nos permite advertir que tenemos la posibilidad de construir un entorno más noble y feliz; no solo le corresponde al Estado. Todos, desde nuestros hogares, empleos o empresas podemos hacer diferencia; sólo falta dar el primer paso.

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Nota del editor: Alejandra Spitalier es Coordinadora de la ponencia del ministro Arturo Zaldívar. Siguela en Twitter . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.

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