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#ColumnaInvitada | La importancia social de la salud mental

Una buena salud individual permite que se consigan objetivos personales para entonces estar en posibilidad de concentrarnos en aportar soluciones comunitarias.
lun 20 febrero 2023 06:01 AM
#ColumnaInvitada | La importancia social de la salud mental
Es común que nuestra imaginación, ante la incertidumbre o falta de información, nos presente los peores escenarios posibles, apunta Alejandra Spitalier.

Pensamos que estamos sanos cuando carecemos de afecciones o enfermedades; esto es, sin síntomas que nos conlleven a algún tipo de malestar físico. Sin embargo, la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) ha determinado que la salud es un estado completo de bienestar físico, mental y social; y, no solo la carencia de padecimientos.

Por su parte, para la misma OMS, la salud mental es “(el) estado de bienestar subjetivo por medio del cual las personas reconocen sus habilidades, son capaces de hacerle frente a la vida cotidiana, trabajan de forma productiva y contribuyen con su comunidad, debido a que las personas son capaces de alcanzar sus objetivos propios”.

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Ahora bien, si la salud mental es parte del concepto general de salud, deberíamos atenderla con la misma seriedad y compromiso con la que atendemos malestares y padecimientos físicos. No obstante, parece que, en países como el nuestro, la salud es privilegio de pocos y la salud mental, la utopía de todos.

¿Nos estamos haciendo responsables de nuestra salud mental?

La sensación de perder el control de diversas situaciones; los miedos ante futuros hipotéticos; la incomodidad de la incertidumbre; la vorágine del estilo de vida de las sociedades modernas; las exigencias cotidianas; el consumo de la aparente felicidad ajena en las redes sociales; los modelos de la vida ideal pero irreal; todo ello nos genera ansiedad y posible depresión a todas las personas sin importar edad, sexo, estrato social o económico; orientación o identidad sexual.

En términos simples, podemos entender a la ansiedad como “exceso de futuro”; o, "la alerta que advierte de un peligro amenazante; frecuentemente la amenaza es desconocida, lo que la distingue del miedo donde la amenaza es concreta y definida” (UNAM, 2005).

¿Quién de nosotros no se ha enfrentado esta sensación? Es común que nuestra imaginación, ante la incertidumbre o falta de información, nos presente los peores escenarios posibles. Ello, además de afectar nuestros procesos de pensamiento y producir tanto confusión como distorsiones de la percepción, también suele alejarnos de las personas que nos rodean. Decidimos vivir esta incertidumbre en silencio y soledad por miedo a ser juzgadas.

Hace algunos años, la escritora Rosa Montero publicó una columna en el diario El País, en la que compartió que sus estudios en Psicología le permitieron entender que sus crisis de angustia son como la gripe de los trastornos mentales; básicas, muy comunes. Sin embargo, para el ojo común esto no acontece así; para la gran mayoría de personas estas crisis las hace sentir perdidas; piensan que se les ha ido la cabeza para siempre.

Se calcula que una de cada seis personas en el mundo sufrirá un trastorno de ansiedad durante al menos un año en el transcurso de su vida. ¿Cuántas de estas personas sabrán lo que les está sucediendo? ¿Cuántas sabrán cómo tratarlo? ¿Cuántas decidirán vivirlo en silencio?

Continúa Rosa Montero explicando que hay un escaso conocimiento general sobre qué significa la ansiedad, qué tan común es y cómo tratarla. Y -sugiere la escritora- desde ahí empieza el problema, porque “la ansiedad, como muchos otros trastornos mentales, te hacen sentir que estas sola; que solo a ti te pasan este tipo de episodios. Y en ese miedo a la locura, a ser juzgada por la sociedad, una esconde sus síntomas para vivirlos en silencio”.

Los resultados de la primera encuesta nacional de bienestar auto reportado (ENBIARE) de 2021 señalan que en México casi el 15.4% de la población adulta tiene síntomas de depresión, pero en el caso específico de las mujeres este porcentaje asciende hasta el 19.5%. Entre las razones más comunes que suelen conducir a la depresión encontramos a la insuficiencia de recursos monetarios para sufragar los gastos del mes, así como las deudas que se adquieren por préstamos y créditos.

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Espero que las cifras que comparto sobre cuánta gente sufre de ansiedad en nuestro país nos permitan reflexionar sobre la importancia de conducirnos con empatía en el día a día. No sabemos cuántas luchas internas están detrás de cada persona con la que nos cruzamos, así como ellas no saben lo que nosotras venimos cargando. La única solución ante ese escenario es la empatía y comprensión. Esto, a nivel personal.

Me parece que actualmente tenemos datos e información que nos debieran llevar a tomar medidas a nivel de comunidad, de empresas, de instituciones y de estado, sobre las políticas que debemos implementar para llegar a una buena salud mental en lo personal, que refleje bienestar social.

El doctor César Moreno, en un estudio reciente intitulado “Sistema de Autocuidado de la Salud Mental de la Facultad Mexicana de Medicina a partir de la Gestión Educativa” explica que la salud mental es un elemento medular en la formación de los futuros profesionales, ya que los califica para responder a las necesidades -tanto científicas como humanistas- de una sociedad cambiante.

En ese mismo estudio se demuestra que el cuidado de la salud mental genera una mejor interacción con la comunidad mediante el auto reconocimiento de las emociones, de factores de riesgo para psicopatología y de la identificación de actitudes potencialmente problemáticas. Ello trae aparejado diversos beneficios comunitarios que se traducen en una integración social que permite la solución eficiente de problemas cotidianos (Moreno, 2023).

Una buena salud individual permite que se consigan objetivos personales para entonces estar en posibilidad de concentrarnos en aportar soluciones comunitarias. De ahí que el interés para que los individuos tengan una buena salud mental no debería ser un tema personal, debe constituir una prioridad social e institucionalizada en sectores tanto públicos como privados.

Desde la empatía y la solidaridad, las personas que estamos en condiciones de tomar decisiones familiares, laborales con impacto en terceros, institucionales con trascendencia en la comunidad o bien políticas públicas con consecuencias sociales, debemos entender que los nuevos tiempos exigen poner la salud mental de todas y de todos al centro de nuestras acciones. Si tenemos una salud mental podemos aspirar a una salud social.

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Nota del editor: Alejandra Spitalier es Coordinadora de la ponencia del ministro Arturo Zaldívar. Siguela en Twitter . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.

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