Ahora bien, si la salud mental es parte del concepto general de salud, deberíamos atenderla con la misma seriedad y compromiso con la que atendemos malestares y padecimientos físicos. No obstante, parece que, en países como el nuestro, la salud es privilegio de pocos y la salud mental, la utopía de todos.
¿Nos estamos haciendo responsables de nuestra salud mental?
La sensación de perder el control de diversas situaciones; los miedos ante futuros hipotéticos; la incomodidad de la incertidumbre; la vorágine del estilo de vida de las sociedades modernas; las exigencias cotidianas; el consumo de la aparente felicidad ajena en las redes sociales; los modelos de la vida ideal pero irreal; todo ello nos genera ansiedad y posible depresión a todas las personas sin importar edad, sexo, estrato social o económico; orientación o identidad sexual.
En términos simples, podemos entender a la ansiedad como “exceso de futuro”; o, "la alerta que advierte de un peligro amenazante; frecuentemente la amenaza es desconocida, lo que la distingue del miedo donde la amenaza es concreta y definida” (UNAM, 2005).
¿Quién de nosotros no se ha enfrentado esta sensación? Es común que nuestra imaginación, ante la incertidumbre o falta de información, nos presente los peores escenarios posibles. Ello, además de afectar nuestros procesos de pensamiento y producir tanto confusión como distorsiones de la percepción, también suele alejarnos de las personas que nos rodean. Decidimos vivir esta incertidumbre en silencio y soledad por miedo a ser juzgadas.
Hace algunos años, la escritora Rosa Montero publicó una columna en el diario El País, en la que compartió que sus estudios en Psicología le permitieron entender que sus crisis de angustia son como la gripe de los trastornos mentales; básicas, muy comunes. Sin embargo, para el ojo común esto no acontece así; para la gran mayoría de personas estas crisis las hace sentir perdidas; piensan que se les ha ido la cabeza para siempre.
Se calcula que una de cada seis personas en el mundo sufrirá un trastorno de ansiedad durante al menos un año en el transcurso de su vida. ¿Cuántas de estas personas sabrán lo que les está sucediendo? ¿Cuántas sabrán cómo tratarlo? ¿Cuántas decidirán vivirlo en silencio?
Continúa Rosa Montero explicando que hay un escaso conocimiento general sobre qué significa la ansiedad, qué tan común es y cómo tratarla. Y -sugiere la escritora- desde ahí empieza el problema, porque “la ansiedad, como muchos otros trastornos mentales, te hacen sentir que estas sola; que solo a ti te pasan este tipo de episodios. Y en ese miedo a la locura, a ser juzgada por la sociedad, una esconde sus síntomas para vivirlos en silencio”.
Los resultados de la primera encuesta nacional de bienestar auto reportado (ENBIARE) de 2021 señalan que en México casi el 15.4% de la población adulta tiene síntomas de depresión, pero en el caso específico de las mujeres este porcentaje asciende hasta el 19.5%. Entre las razones más comunes que suelen conducir a la depresión encontramos a la insuficiencia de recursos monetarios para sufragar los gastos del mes, así como las deudas que se adquieren por préstamos y créditos.