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#ZonaLibre | Los niños del México profundo

La infancia que labora en muchos casos representa un futuro cancelado. Una terrible situación social en la que estamos inmersos todos pues, de cierta manera, la hemos normalizado en nuestro país.
mié 22 junio 2022 05:35 AM
niños armados Guerrero
La Unicef advirte que el reclutamiento de menores de 18 años de edad en grupos armados es una práctica que atenta directamente contra sus Derechos Humanos y "una de las peores formas de violencia y explotación a las que pueden estar expuestos niñas, niños y adolescentes".

Nunca olvidaré esa tarde. Poco más de 50 niños estaban sentados, en una estricta disciplina. Sus rostros reflejaban seriedad y formalidad.

Me habían invitado a convivir con ellos; se trataba de la “Casa hogar libres por amor” en Chihuahua, Chihuahua. Más allá de un orfanato, era un centro de rehabilitación de niños.

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La mayoría de ellos había conocido las drogas desde que se encontraban en el vientre de su madre. Otros, desde muy pequeñitos, quedaron apresados a los malditos estupefacientes en barrios muy marginados o zonas serranas de ese estado norteño.

Me llamó poderosamente la atención uno de los niños que habían sentado en la misma mesa que yo. Su nombre era Juan. Su mirada inocente tenía una ternura evidente. Tenía tan solo siete años y tenía que enfrentar el averno de su adicción.

“¿A qué te gustaría dedicarte cuando seas grande, Juan?”, le pregunté. Con una pequeña sonrisa me respondía: “No sé, quizá futbolista o abogado, como usted”.

La respuesta era sumamente asertiva, el niño era sumamente inteligente y sabía como lograr hacer sonreír a otros, por lo que había logrado ser el favorito de sus compañeritos de dicho reformatorio.

“¿Por qué está aquí Juan?”, pregunté al director. “Es una historia muy triste y muy común en todo el país. Juan era la mascota de sicarios, luego se convirtió en asesino a un edad muy corta”, contestó, lo que me dejó profundamente impactado.

La historia continuaba, “Los sicarios suelen trabajar largas jornadas dando vueltas por la ciudad y tienen que estar alertas. Pero se aburren. Juan era un niño muy alegre y los sicarios suelen llevarse a estos niños para que los distraigan”.

La primera víctima del novato infante sicario fue a sus cuatro años. La recompensa: un pequeño bote de tíner o “chemo”. Un diluyente de pintura que, al ser inhalado, produce una sensación inmediata parecida al de estar borracho.

A sus seis años, Juan ya había asesinado a dos personas y era parte activa del mundo del narcotráfico. Como la de miles de niños en todo el país.

México ocupa el deshonroso segundo lugar en cuanto a explotación laboral infantil, solo detrás de Brasil.

Sin tomar en cuenta los casi 50,000 menores que trabajan en el narco. Se estima que son 3.3 millones de niñas, niños y adolescentes en alguna labor económica. De esa población, 2 millones de menores realizaban trabajos peligrosos o no permitidos para su edad, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

En el informe “La Infancia Cuenta en México, desde y para niños, niñas y adolescentes: Trabajo Infantil, 2021”, se señala que los casos no solo van a la alza, sino que exponencialmente debido al COVID ya vemos un repunte histórico, que podría incrementarse más de 130%, sobretodo en los estados con más casos de trabajo infantil, que son Oaxaca, Puebla, Chiapas y Michoacán.

Los niños han sido empleados mayoritariamente para actividades agrícolas (31.6%), construcción, minería e industria (24.5%) y vendedores ambulantes (14%). Le siguen una larguísima lista de actividades, sin contar las ilegales, como prostitución o de labores para el crimen organizado.

La infancia que labora en muchos casos representa un futuro cancelado. Una terrible situación social en la que estamos inmersos todos pues, de cierta manera, la hemos normalizado en nuestro país.

Un problema de todos

“Nos queda poco tiempo al frente del gobierno, pero eso no significa que no podamos seguir a paso firme para avanzar y construir en el país una vida digna, un trabajo digno”, manifestó la secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde, durante su participación en el encuentro “Nuestra voz cuenta”, que organizó la CTM en el marco del Día Internacional contra el Trabajo Infantil.

Bonito anhelo, pero sin detallar qué hace exactamente el gobierno para pelear contra este inmenso flagelo.

Para el presidente Andrés Manuel López Obrador, los problemas de México son ocasionados por un puñado de personas corruptas. Pero el pueblo es “bueno”.

“Somos herederos de grandes civilizaciones y en las familias, en los pueblos, en el México profundo se mantienen muchos valores, muchísimos valores, gente que si encuentra una cartera la devuelve y está pensando de que hay que hacer el bien sin mirar a quién, hay mucho en nuestro país, hay mucha honestidad”. Decía apenas hace unos cuantos días.

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La realidad es que vivimos una etapa con crisis sociales exponenciales, donde la empatía y la cooperación parecieran estar obsoletas. Y mientras se pelea por ideologías, puestos públicos u otras superficialidades, olvidamos a las organizaciones que diariamente trabajan sin dinero ni apoyo gubernamental suficiente para levantar a niñas y niños sin hogar, adictos, violentados o enfermos.

Apelando a ese “México profundo” que señala el presidente. Es necesaria una intervención común; un esfuerzo colectivo a fin de conocer cuáles son esas organizaciones sin rostro, que se desviven por ayudar al prójimo.

Es un tema urgente, que nos convoca y da propósito a nuestra función como ciudadanos.

Buenos deseos no bastan, debe despertar un movimiento que sobrepase nuestras diferencias, a fin de pelear como un solo Ejército, a fin de rescatar a nuestra infancia de las calles, a fin de que puedan ser partícipes de un futuro glorioso. En ellos está la fuerza que tendrá nuestro país y no será hasta que tomemos nuestra responsabilidad personal de hacer algo por ellos.

Quizá el primer paso sea informarnos de las organizaciones que llevan años en esta batalla y ayudándolos con lo que tengamos, ya sea en donativos y/o involucrándonos para apoyarles en lo que requieran.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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