Esto es grave. EFIARTES está fomentando el capitalismo de cuates al hacer que artistas y gobierno tengan que recurrir a reuniones privadas con las familias más ricas de México para pedirles dinero. En México solo hay 1,576 empresas mexicanas suficientemente grandes como para poder donar 2 millones de pesos a las artes. El universo de posibles donantes a la cultura es la cúpula de la cúpula empresarial. Y perversamente, el incentivo, fijado por EFIARTES, es que el gobierno ande pidiéndoles favores.
Lo peor es que participar en EFIARTES es tremendamente difícil porque a diferencia de los gobiernos del PAN, cuya meta ideológica era que las artes se financiaran a través del mercado, la meta de Morena es pretender que las artes pueden hacerlo, pero ponerles el pie.
EFIARTES no facilita el acceso a los recursos, lo dificulta. Los artistas tienen que entregar proyectos diseñados a un nivel de detalle ridículo, papeleos y pruebas complicadas. Presentar todo en orden es tan difícil que el INBAL ha tenido que diseñar cursos de varias horas para enseñarle a los artistas a aplicar. Aun así, el 34% de los proyectos mueren en el concurso por cometer errores simples.
La intención del papeleo pareciera ser asesinar la mayor cantidad de proyectos. Esto es evidente en el hecho de que las autoridades se niegan a hacer cosas sencillas como establecer un periodo de prevención para saldar errores simples en los documentos (por cierto, el INBAL ha declarado que, quien se niega es la Secretaría de Hacienda de Ramírez de la O).
Además, no existe retroalimentación para saber por qué un proyecto no pasa. Según el Colegio de Productores de Teatro, no hay transparencia en las calificaciones, la forma de calificar o si quiera, en quién pertenece al comité evaluador. Al paso actual, la convocatoria para proyectos 2022 saldrá sin que haya claridad respecto a por qué los proyectos del 2021 no fueron aceptados.