Porque si las imágenes de fajos de billetes y la denuncia por escrito de Lozoya resultan injustificables e intolerables, el uso político de un caso que pertenece exclusivamente al ejercicio de la justicia es igualmente reprobable y peligroso.
Es evidente que el presidente de México ha decidido utilizar la caja de Pandora que le ha ofrecido Lozoya para beneficio del propio López Obrador y de su partido rumbo a las elecciones del año siguiente.
Eso no está a discusión porque está a la vista de todos.
Pero no por ser tan evidente deja de ser reprobable.
Y tampoco porque el caso sea aberrante tiene derecho el presidente a cabildear a la opinión pública mediante rumores, filtraciones y linchamientos en los espacios de comunicación que domina López Obrador.
La oportunidad sigue estando ahí si es que el presidente quiere tomarla: demostrar que en México es posible llevar un proceso judicial en la arena de la ley antes que en la de la propaganda política.
No es una prueba menor. Si la supera, habrá ganado mucho. Si no, demostrará que es uno más. Igual que muchos otros.
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