Desde los 90 las votaciones en NL son competidas y diferenciadas. La zona metropolitana de Monterrey, con 70% de la población en 12 municipios, está dividida. PAN y PRI tienen sus bastiones, y varios municipios alternan seguido, incluidos Monterrey y Guadalupe, las joyas de la corona.
En el Congreso Local la mayoría se ha alternado entre PRI y PAN, no siempre correspondiendo al partido en el gobierno. Pero a partir de 2018, por primera vez ningún partido tiene mayoría.
Hoy, la cuarta alternancia viene con un gran riesgo. Ante el pésimo gobierno del Bronco, su uso de recursos públicos para la campaña presidencial, y el vacío de PRI y PAN, la gente está harta. Hoy, el aspirante puntero a gobernador es el senador Samuel García de Movimiento Ciudadano.
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De poca sustancia, Samuel es un joven estridente que juega a política gracias a la “empresa” facturera de su padre, muy cercano al padre de Medina. Ganó la senaduría por MC, a pesar de los pronósticos; sin aliarse con el PAN y ante las pésimas candidaturas de PRI, PAN y Morena.
Hoy, con PRI y PAN dinamitados; un Morena débil; y sin un Independiente, el camino parece dibujado para otro sexenio más de retrocesos para NL. Sería la segunda gubernatura de MC, junto a Jalisco; dos de los estados más importantes. Y sería un gobierno totalmente adverso al Presidente.
Nuevo León merece mucho más, como motor que es del país. Nadie quiso entender la lección de las elecciones de 2015. ¿Estarán dispuestos los partidos a asumir responsabilidad, o dejarán que esta nueva desgracia para NL afecte una vez más al país?
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