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AMLO, el PresiCNTE

Con su reforma educativa, queda claro que el presidente está privilegiando los intereses de la CNTE por encima del derecho de la niñez y la juventud a la educación, escribe Don Porfirio Salinas.
lun 23 septiembre 2019 07:00 AM
Don Porfirio Salinas
Don Porfirio Salinas es híbrido de política, iniciativa privada y escenario internacional. Priista orgulloso de “el valor de nuestra estirpe” (Beatriz Paredes dixit); antagónico al Peñismo, que atentó contra esta estirpe. Convencido de la política como instrumento de construcción de país, desde cualquier trinchera.

La semana pasada, replicando la más vieja usanza que tanto criticó el presidente López Obrador de lo que llamaban la aplanadora priista, Morena mayoriteó e n la Cámara de Diputados las leyes secundarias de la reciente reforma constitucional en materia educativa, dictadas por la CNTE.

Es curioso que en su defensa de estas leyes, el presidente argumentó el viernes que antes las leyes se aprobaban por unanimidad (a pesar de que sus partidos votaban sistemáticamente en contra), y que eso nada tenía que ver con democracia. ¿Será que hoy es democrático porque lo hace Morena?

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Derivado de la reforma constitucional, que con grandes esfuerzos se corrigió en el Senado gracias al contrapeso firme que ha mantenido Monreal al gobierno, se tenían que emitir tres leyes generales: la de Educación; la del Sistema de Carrera de Maestros, y la de Mejora Continua de la Educación.

Con las leyes aprobadas por Morena, con toda la oposición en contra, se conjuraron muchos de los riesgos que se habían esquivado en la reforma constitucional; por lo que estas leyes, además de significar un retroceso en el sistema educativo, contravienen también la Constitución.

Uno de los aspectos de mayor preocupación es la abierta violación al principio de equidad del sistema de ingreso de docentes, al darle preferencia a los egresados de escuelas normalistas, de la Universidad Pedagógica Nacional y de los Centros de Actualización Magisterial.

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No sólo se viola la equidad, sino que se vulnera de manera franca y abierta la calidad de los docentes que tendrán los estudiantes. Es de todos conocido que muchas Normales no son propiamente formadoras reales de maestros.

Para complementar este grave riesgo, se viola también el principio de imparcialidad en los procesos de selección y ascenso, al darle facultades a los sindicatos para participar en las decisiones finales, con lo que no será el mérito, sino la corrupción sindical lo que determine la calidad de maestros".

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En su defensa, el presidente enalteció el carácter tripartito del sistema, con participación de sindicatos y gobiernos federal y estatales. Curiosa la incongruencia presidencial, cuando no quiso aceptar el mismo sistema tripartito para la reciente Reforma Laboral por “conflicto de intereses”.

Hoy, para el presidente el magisterio es casi casi como el pueblo: bueno y sabio. Señaló que están acreditadas las campañas de desprestigio del gobierno anterior al magisterio. Lo extraño es que para él, el magisterio se reduce a la CNTE, que por mucho ha probado ser todo menos magisterio.

Otro aspecto altamente negativo de las leyes es la eliminación del Instituto de Infraestructura Educativa, así como abrogación de la Ley General de Infraestructura Física Educativa. Ahora, estas responsabilidades recaerían en los Comités Participativos.

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Si bien el INIFED tuvo opacidad y corrupción el sexenio pasado, particularmente en la reconstrucción post sismos, eliminarlo es un error. Al contrario, tenía que corregirse. Poca o nula es la capacidad de los Comités en la materia, lo que pondrá en riesgo la seguridad física de los estudiantes en sus planteles.

Una omisión, que para nada parece error, es no contemplar en las leyes el mandato constitucional de una política de evaluación de aprendizaje. Esta política es fundamental para valorar los avances del sistema educativo, y detectar y corregir a tiempo los posibles riesgos que existan".

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Sin embargo, dado que la CNTE no está de acuerdo con la evaluación porque no le conviene a sus agremiados, y dado que el Presidente está atendiendo todas las demandas de la CNTE aunque sean contrarias a los derechos de los niños, se decidió no atender el mandato constitucional.

También es de llamar la atención que en estas leyes no se reglamenta la Comisión de Mejora Continua de la Educación, ni se concreta su Junta Directiva. A cambio, se trasladan sus facultades a un Comité, presidido por el propio secretario de Educación, quitándole así la autonomía.

Con todos estos elementos, queda claro que el presidente está privilegiando los intereses de la CNTE como grupo minoritario, por encima del derecho de la niñez y la juventud a la educación.

Hoy la única esperanza que queda es que Monreal, como único contrapeso real del gobierno, vuelva a reivindicar al Legislativo como poder independiente y corrija la plana al deficiente trabajo de Mario Delgado en Diputados con las leyes secundarias educativas.

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“La reforma educativa se va, se va y se fue”, dijo el presidente en Mérida el viernes. Lo que se está yendo con estas leyes es la oportunidad de lograr un sistema educativo medianamente decente en México. Lo que se fue, es la promesa presidencial de una educación de excelencia.

El viernes, el residente llamó un error garrafal a la anterior reforma educativa, sin darse cuenta que las nuevas leyes educativas podrían ser el error garrafal de la 4T.

Circula en redes la siguiente frase atribuida a Ítalo Calvino: “Un país que destruye la escuela pública no lo hace nunca por dinero, porque falten recursos o su costo sea excesivo. Un país que desmonta la educación, las artes o la cultura, está ya gobernado por aquellos que sólo tienen algo que perder con la difusión del saber.”

Un pueblo sin educación siempre será mejor para un gobierno sin preparación.

López Obrador ha dicho en cuanta oportunidad ha tenido que quiere pasar a la historia. Hoy, en lugar de ser el presidente que ayudó a transformar a México, corre el riesgo de ser recordado simplemente como el PresiCNTE, el que entregó la educación y nuestro futuro a unos bandidos.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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