Cruce de reproches
Desde sus ruedas de prensa matutinas, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha respondido que defenderá la soberanía de ese país, ha arremetido contra los republicanos estadounidenses, a los que ha llamado "mequetrefes e intervencionistas", y ha pedido que nadie los vote.
La preocupación en el seno del Gobierno mexicano es tal que el canciller, Marcelo Ebrard, viaja de emergencia a Washington para tejer una estrategia con los 50 cónsules mexicanos en Estados Unidos.
Por su parte, la Casa Blanca ha pasado de puntillas por la polémica y ha descartado que vaya a declarar terroristas a los cárteles. "No nos daría ninguna competencia adicional", dijo Karine Jean-Pierre, portavoz de Biden el pasado jueves.
"Está claro que la Administración entiende que esa no es la vía, pero lo que sí veremos es una presión incrementada al Gobierno de México", opinó Sarukhán.
La cooperación entre ambos países, que hace un año lanzaron el plan Entendimiento Bicentenario, ha dado resultados como la captura de Ovidio Guzmán, hijo del "Chapo".
Pero cada vez hay más voces dentro de la Administración demócrata críticas con el desempeño del Gobierno mexicano. La DEA ha criticado a México por no compartir suficiente información, mientras que el fiscal general, Merrick Garland, dijo hace dos semanas en el Senado que las autoridades mexicanas podrían hacer más contra el narcotráfico.
Para el exembajador Sarukhán, la estrategia de seguridad de López Obrador es "un desastre" y ha llevado la cooperación bajo mínimos. Pero también cree que Washington tiene una conciencia "muy superficial" sobre su responsabilidad.