En el libro también se mencionan los posibles nexos de gobernadores y exgobernadores: Francisco García Cabeza de Vaca, Silvano Aureoles, Jaime Bonilla. ¿Hay investigaciones sobre ellos?
La única investigación que existe es la de Cabeza de Vaca. Aureoles sí está bajo investigación pero es por desvío de recursos públicos: 4,000 o 5,000 millones de pesos que están extraviados. Y el actual gobernador de Michoacán (Alfredo Ramírez Bedolla) está llevando a cabo una investigación con las autoridades federales para determinar la responsabilidad que pudiera tener Aureoles en este caso. Lo que es cierto es que no se le está investigando por narcotráfico. Están dados muchos elementos que dan cuenta de cómo floreció el crimen organizado durante su gobierno y cómo el gobierno bajo su mando dejó de hacer su papel para frenar la violencia en el estado.
Jaime Bonilla está acusado de llevar a cabo contratos leoninos que tienen todo el olor a corrupción y ya fueron denunciados por la actual gobernadora (Marina del Pilar Ávila), y también hay un tema relacionado con la proliferación del narcotráfico en todo Baja California durante su periodo. Imposible no considerar que en Baja California el narcotráfico floreció también por las omisiones oficiales, y Jaime Bonilla tiene mucho que ver y no hay investigación en su contra. Al contrario, tiene incluso una invitación para que se sume al gabinete .
¿Consideras que esta falta de investigaciones pueda cambiar en la segunda mitad del sexenio de López Obrador?
No veo ese escenario viable con esta administración. Uno de los puntos que se cuestionan en el libro, y que ha sido parte del debate público, es la falta de una estrategia integral del gobierno de la “cuarta transformación” para enfrentar al crimen organizado. No solo es la violencia que se está padeciendo en distintas entidades, sino que tiene que ver con complicidades a nivel político y empresarial que la “cuarta transformación” no ha sabido ver. Si hubiera una estrategia integral, amplia, ya estuvieran trabajando una estructura de jueces y fiscales para desmantelar la estructura política y criminal que da protección a los cárteles, al lavado de dinero y a tantos delitos que estamos padeciendo en el país. No es un tema solamente de la violencia de afuera, es un tema estructural que la “cuarta transformación” no está atendiendo.
Si el presidente ha señalado reiteradamente que está atendiendo las causas de la violencia, una de las causas es la vinculación del poder político con el crimen y esta causa, que es central, no la está atendiendo. No hay investigaciones contra nadie… Yo no veo que la “cuarta transformación” vaya a enfrentar el flagelo de fondo. El presidente habla de que los programas sociales van encaminados a frenar la violencia y evitar que los jóvenes se inmiscuyan en el crimen, pero esto no tiene ninguna garantía. Creo que los programas sociales solo obedecen a un tema político-electoral, porque tampoco tienen la voluntad de resolver la pobreza, el hambre, las necesidades, pero sí tienen muy claro que administrando estos problemas pueden ganar elecciones.
El tema de la delincuencia organizada no está atendido integral ni debidamente. Solo atendiendo el tema social es imposible, todo lo demás goza de impunidad”.
¿Hasta ahora has recibido alguna amenaza o represalia de los políticos mencionados?
En el pasado, sí. Yo he sido amenazado dos veces, ya tiene más de 10 años. A partir de la publicación del libro, no. Al contrario, ha habido buenos comentarios en su mayoría. Habrá grupos políticos que se incomodan, sin duda, pero yo no soy responsable de las historias. Finalmente, son las historias que ellos mismos han construido con sus vidas. Son públicos los escándalos, están documentados. Entonces, como periodista nada más cumplo una función. La realidad pone las imágenes y los hechos, yo nada más pongo las palabras.