Campamento de migrantes amparados enfrenta al Gobierno CDMX y Poder Judicial
Junto a las vías de un tren, alrededor de 300 migrantes viven en un campamento al norte de la CDMX que han convertido en su refugio y se resisten a dejar, en medio de una disputa entre autoridades.
Unos 300 migrantes, en su mayoría de Venezuela, crearon junto a las vías del tren que atraviesa la colonia Vallejo un campamento que se resisten a dejar, al norte de la Ciudad de México.(Foto: Cortesía - Bernardo Coronel)
Con casas construidas con sus propias manos, tablas y vigas de madera, lonas publicitarias y de campañas políticas, alrededor de 300 personas –la gran mayoría venezolanas– crearon su propio refugio al norte de la Ciudad de México.
“Somos Venezuela”, se lee en uno de los muros del campamento ubicado a lo largo de las vías del tren que atraviesan la colonia Vallejo, en la alcaldía Gustavo A. Madero, y que se convirtió en un motivo de disputa entre el Gobierno capitalino y el Poder Judicial de la Federación.
Pese a varios intentos de desalojo por parte de autoridades, la ‘pequeña Venezuela’ permanece en la ciudad gracias a un amparo concedido en abril a 91 migrantes, que impide a las autoridades locales retirar a sus habitantes de manera forzosa.
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“Los albergues son inhumanos, es como estar preso pero con libertad”, dice Jorge González, venezolano de 57 años, quien muestra en la puerta de su ‘ranchito’ una copia del amparo.
Jorge, migrante venezolano de 57 años, considera quedarse en la Ciudad de México ante la dificultad de llegar a Estados Unidos.(Foto: Shelma Navarrete)
Él es uno de los migrantes que rechaza ir a uno de los albergues habilitados por las autoridades capitalinas, al considerar que es una pérdida de libertad por los horarios de entrada, de salida y de comidas, la falta de privacidad y el hacinamiento. Jorge valora su independencia.
“Ir a un albergue es como ser un mantenido más, la idea es buscar cada quien su responsabilidad, cada quien querer vivir mejor. La mayoría trabajamos, las mujeres y los hombres, los niños están en la escuela, están recibiendo educación mexicana”, comparte con Expansión Política.
Aquí no estamos cómodos pero estamos con más libertad".
Jorge González, migrante venezolano.
Jorge migró junto a sus hijas y sus nietos. En 2024 logró cruzar a Estados Unidos, pero fue deportado apenas una semana después. Ante las condiciones cada vez más difíciles para alcanzar el ‘sueño americano’, considera a México ahora como una opción permanente.
Los migrantes encontraron por la vía judicial una oportunidad para permanecer en el campamento. El amparo que impide que sean retirados de manera forzosa es impulsado por el Instituto Federal de Defensoría Pública (IFDP), órgano auxiliar del Consejo de la Judicatura Federal y otorgado por el Juzgado Décimo de Distrito en Materia Administrativa.
“La suspensión judicial mencionada no impide la intervención de las autoridades en la Ciudad de México para lograr la reubicación de las personas migrantes a mejores espacios; siempre que se realice de manera planificada y voluntaria”, aclaró el Instituto en un comunicado.
Migrantes han colocado copias del amparo que impide a las autoridades del Gobierno CDMX realizar un desalojo forzoso, las muestran en las puertas de sus 'ranchitos', habitaciones de unos cinco metros cuadrados que han construido con maderas y lonas en el campamento de Vallejo.(Fotos: Shelma Navarrete)
Este recurso legal ha sido visto por el Gobierno capitalino como una afrenta desde un organismo del Poder Judicial de la Federación, ante el compromiso hecho por la jefa de Gobierno, Clara Brugada, de retirar todos los campamentos migrantes en las calles de la ciudad y trasladar a sus habitantes a albergues.
“Habría que preguntar cuál es la razón de dejar a los migrantes en situación de riesgo, junto a las vías del tren, en una situación de riesgo tremenda. Impedir que el Gobierno de la ciudad apoye y trabaje para reubicarlos en situaciones totalmente dignas”, dijo a mandataria capitalina en una conferencia de prensa el 6 de mayo.
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César Cravioto, secretario de Gobierno, asegura que continúa la batalla legal contra el Instituto Federal de la Defensoría Pública.
“Estamos combatiendo este amparo y estamos sensibilizando a la población. Espero que en los próximos días tengamos ya nada más ese campamento y en el mes de junio estaremos trabajando para que ya no haya campamentos”, señala en entrevista.
Las viviendas se encuentran muy cerca de las vías por donde pasan trenes en la colonia Vallejo, en Gustavo A. Madero.(Foto: Shelma Navarrete)
El funcionario ve en esta restricción legal una confrontación contra el Gobierno capitalino, pues asegura incluso se les ha mentido a los migrantes del campamento Vallejo para que rechacen ir a los albergues.
“Al llevarlo a un amparo contra acciones del Gobierno de la ciudad es complicado. Además les mienten: aquí para ser refugiado se lleva a cabo un proceso, si te cambias de ciudad se interrumpe ese proceso, entonces les mienten porque les dicen ‘se los quieren llevar al albergue para después llevarlos a Tapachula y con eso ya pierden’”, detalla.
En diciembre de 2024 había unas 3,000 personas migrantes viviendo en diversos campamentos en las calles de la Ciudad de México, de acuerdo con las propias autoridades capitalinas.
Ahora quedan solo alrededor de 300 personas en el campamento de Vallejo, pues 150 migrantes que habitaban sobre el Parque Guadalupe Victoria, frente a la Cámara de Diputados, fueron desalojados este 28 de mayo.
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Promesas no cumplidas
En medio de la disputa están migrantes como Karen, venezolana de 24 años, quien lleva siete meses en el campamento de Vallejo y desconoce cuánto tiempo más pueda vivir ahí.
“Nos dieron un amparo y con eso nos pudimos resguardar, pero quién sabe hasta cuándo nos vaya a durar”, comparte.
La joven se resiste a ir a un albergue pues considera que las autoridades de la ciudad han hecho promesas a los migrantes que no se han cumplido.
“Prometieron que iban a ayudar con los trámites de migración para quedarse en México o con un vuelo a quienes quisieran regresar a Venezuela, fue una farsa porque no lo hicieron. Mucha gente se fue al albergue hace más de un mes y todavía es la hora que no los han ayudado a retornar, ni hacer papeles, ni nada”, dice.
Además de las constantes inundaciones que sufren en el campamento de Vallejo durante la temporada de lluvias, cuando a los migrantes les ha tocado sacar el agua de sus ‘ranchitos’ con cubetas y escobas, a Karen le preocupa mucho más la hostilidad de algunas personas.
“Hay vecinos que nos dicen ‘váyanse para su país, este país no les pertenece’. Todos somos seres humanos, no porque este sea tu país tú me vas a venir a humillar o pisotear porque tú y yo somos de carne y hueso”, asegura la joven.
Karen, joven venezolana de 24 años, ha rechazado ir a uno de los albergues habilitados por el Gobierno CDMX y prefiere quedarse en el campamento migrante en Vallejo.(Foto: Shelma Navarrete)
Vecinos de la colonia Vallejo no se han detenido en mostrar su insatisfacción. El 15 de mayo pasado, realizaron un bloqueo frente a las oficinas del Instituto Federal de la Defensoría Pública para reclamar por la obstaculización del retiro de migrantes.
Antes, lograron la cancelación de un nuevo albergue que se pretendía instalar en la colonia Nueva Santa María, en Azcapotzalco.
Como una opción de reubicación se propone un nuevo proyecto en la calle Peralvillo, en la colonia Morelos, el cual se ha recibido con rechazo tanto de capitalinos como de la propia alcaldesa de Cuauhtémoc, Alessandra Rojo de Vega.
“Lo hicieron a espaldas de la comunidad y también a espaldas de la alcaldía. (…) Hacer un refugio improvisado, sin condiciones mínimas en un inmueble abandonado por años, en una zona con problemas graves de hacinamiento, de movilidad, de seguridad y de servicios colapsados, no solo es irresponsable, es muy peligroso”, criticó la alcaldesa.
Piden apoyo, no desplazamiento
Las autoridades también han ofrecido a los migrantes ir a los albergues Vasco de Quiroga y Bocanegra, en la alcaldía Cuauhtémoc, los cuales a principios de mayo alojaban a 300 y 85 personas, respectivamente; sin embargo, los habitantes de 'la pequeña Venezuela' prefieren quedarse en lugar donde construyen su propia comunidad.
De lejos el campamento parece un cúmulo de pequeños cuartos improvisados, pero al acercarse se puede ver la construcción de un micro barrio: hay dormitorios y cocinas separadas, tienditas con venta de comida venezolana como arepas y tequeños, así como barberías. Bicicletas, balones, juguetes y niños corriendo son las huellas de las infancias migrantes que aquí habitan.
Patricia y José viajan junto a sus cuatro hijos, cuyas edades van de los cuatro a los 12 años. Llevan en el campamento unos seis meses y en ese tiempo, de a poco, han logrado hacerse de sus propias pertenencias: unas camas, ropa, utensilios de cocina.
Han decidido no ir a un albergue ya que tendrían que dejar la mayoría de sus pertenencias, temen ser separados y desconocen cuánto tiempo podrían permanecer en ese espacio.
“La mayoría de las personas que han ido a esos albergues duran unos días y se devuelven y ya les han tumbado su humilde rancho, sus cosas se las han botado y de pronto ya no tienen nada, en cero otra vez. Son tres meses, a veces te dan nada más un mes, ¿y después qué haces? Sales a la calle sin nada”, explica José.
En lugar de ser presionados para ir a un albergue, Jorge y Patricia piden ayuda de las autoridades para proteger a sus hijos con la llegada de la temporada de lluvias, pues el agua y el frío se cuelan entre las maderas y lonas de su ‘ranchito’.
“Si nos pudieran ayudar con una lona o sábanas, edredones, porque hace un frío. Ahora con las lluvias imagínese, no nos cubre nada y uno se arregla con lo poquito, lo que ya está roto uno lo vuelve a coser, lo remienda”, sostiene José.
Migrantes que viven junto a las vías del tren en la colonia Vallejo arreglan el techo de uno de los 'ranchitos' para impedir la entrada de la lluvia.(Foto: Cortesía - Bernardo Coronel)
Patricia afirma que les gustaría rentar un departamento en la ciudad para tener mejores condiciones para sus hijos, pero el costo lo hace imposible.
“Queremos alquilar y nos alquilan en 8,000 pesos al mes. Si ganamos 1,500 semanal, ¿cómo lo vamos a pagar? No nos pagan lo justo, nos ponen a trabajar desde ocho de la mañana hasta las ocho de la noche por 200 o 250 pesos y si quieren mañana ya no nos llaman”, dice la madre de cuatro pequeños que espera lograr mejores condiciones para su familia.