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#Opidemia | ¿PAN con lo mismo?

El partido opositor más importante del país tiene la obligación de convertirse en una alternativa frente al oficialismo, algo que por el momento no ha logrado.
lun 20 octubre 2025 06:04 AM
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El Partido Acción Nacional (PAN) presentó este sábado su nueva imagen y logotipo. (Foto: David Santiago)

¿En dónde reside la fuerza del Partido Acción Nacional rumbo a los próximos años? En las herencias de su pasado y su presunción o en una actualización y reconfiguración que acepte sus bases como lastre. No se trata de una resolución sencilla. Tan es así que en el relanzamiento del partido de este sábado hubo confusión ante la incapacidad por establecer la ruta futura de manera contundente: desorientación entre lo que debe rescatarse como legado y lo que debe desecharse como atavismo.

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Un primer aspecto a examinar es el de sus liderazgos. ¿En qué medida relanzamiento significa revitalizar con nuevos perfiles la imagen de un partido fundado en 1939? ¿Qué hacían en el evento, de supuesta innovación, personajes como Claudio X. González, Enrique de la Madrid, Alessandra Rojo y Guadalupe Acosta Naranjo?

No hay duda de la riqueza de la historia de un partido tradicional, esto es, fundado antes de la alternancia política de 2000. Pero qué tanto estos interesantes anales se traducen en una mejora de su rendimiento electoral. Las figuras de Manuel Gómez Morín y de Efraín González Luna ya no le hacen sentido a muchos nuevos votantes interesados más en el día a día que en las crónicas de tiempos pasados.

Los desafíos que ha enfrentado el PAN son complejos, eso sí, tanto en antaño como en hogaño. Nació en tiempos del PRI hegemónico, hoy busca ser contención ante un partido predominante. En su momento, se opuso a las reformas de un presidente populista que hasta hoy sigue siendo reconocido de manera positiva, como lo es Lázaro Cárdenas; ahora, su principal adversario es otro líder populista que incluso retirado de la vida pública sigue sosteniendo un proyecto político en marcha: la Cuarta Transformación de AMLO.

Lo que está claro es que los retos que encara el panismo requieren más que un simple cambio de logo. El partido opositor más importante del país tiene la obligación de convertirse en una alternativa frente al oficialismo, algo que por el momento no ha logrado. De ahí el esfuerzo por un relanzamiento, aunque habrá que valorar si tendrá el vigor necesario como para alcanzar su cometido.

La apuesta, por lo pronto, luce achatada, sin agudeza, resumida apenas en tres ejes: 1) redefinir las causas, reviviendo el orgullo panista y la empatía con la gente; 2) reformar los estatutos, para abrir el partido a una etapa de participación, transparencia y democracia, y 3) actualizar la identidad visual, con un logo renovado que refleje modernidad, cercanía y orgullo por su historia.

Las contradicciones afloran. Por un lado, revivir la identidad del panismo, el orgullo por sentirse panista; por otro, abrir una organización a nuevas estructuras que lo nutran y le permitan ganar elecciones. Un partido de cuadros que había sido selectivo para su ingreso ahora anuncia de manera timorata que deja la puerta entreabierta.

¡Patria, familia y libertad! es el nuevo grito de guerra, que lo acerca más a Vox, el partido ultraderechista español. Habrá que ver qué tanto el partido se alejará en los hechos de los planteamientos iniciales de sus fundadores.

Decía Gómez Morín en alguna entrevista publicada en los setenta: “era imposible la continuación, cada vez más debajo de ese sistema político. Entonces pensamos en la necesidad de revisar todo el problema de México, porque en la base de ese problema está la falta de ciudadanía (…) Pensamos que era indispensable reconocer esta realidad y empezar el trabajo desde la raíz: la formación de conciencia cívica”.

Al PAN le llevó más de 60 años alcanzar el poder presidencial y lo perdió en 12 años. Tuvo un primer sexenio apoyando al gobierno de un neopanista como lo fue Vicente Fox, y un segundo con un panista más de cepa. Felipe Calderón, sin embargo, fue incapaz de extender el dominio panista: qué tanto valor le dio la ciudadanía a su gobierno que optó por el retorno en 2012 del otrora partido hegemónico, el PRI.

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Mientras López Obrador, por cierto, heredó un partido político y continuidad de su proyecto político, Fox decidió no refrendar su afiliación al partido que lo arropó y Calderón decidió renunciar a su partido, y hasta tuvo un intento fallido por fundar su propia organización política.

Hoy el PAN hace un llamado para la inclusión, pero lo atienden, sobre todo, viejos perfiles que sólo buscan candidaturas. El problema sigue siendo el mismo: la necesidad de ampliar su base militante y simpatizante: se toma el monumento a la Revolución no sólo por un significado histórico, sino porque hoy día sus estructuras quizá no podrían colmar la plancha del Zócalo.

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Nota del editor: Javier Rosiles Salas ( @Javier_Rosiles ) es politólogo. Doctor en Procesos Políticos. Profesor e investigador en la UCEMICH. Especialista en partidos políticos, elecciones y política gubernamental. Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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