Es evidente que estamos ante un ejercicio que es el resultado directo de una venganza artera desde un gobierno autoritario que no resistió el que hubiera decisiones de jueces independientes que, cumpliendo con su deber, determinaron la inconstitucionalidad de tantos y tantos actos arbitrarios. El embate desde las ideas del expresidente se hizo evidente cuando el 5 de febrero de 2024 presenta una serie de iniciativas de reforma, una de las cuales fue la de la reforma judicial. Lo que en ese momento se calificó como un disparate hoy es tristemente un proceso en curso.
El problema se materializó porque nadie en su sano juicio pudo haber previsto que en México se lograra una mayoría calificada legislativa en manos de una sola fuerza política. Pero como resultado de una maniobra inconstitucional que contó con la complicidad tanto del INE como del Tribunal Electoral, se incrementó la participación en la Cámara de Diputados del 54% al 72%, dándoles así el control calificado de las curules. En lo que hace al Senado, a base de chantajes, denuncias, e intimidación se hicieron de los escaños adicionales para lograr la mayoría calificada en esa sede.
Así, con esta detestable forma de hacerse del poder por las malas, no dudaron en usar el aparato legislativo a su servicio para otorgarle un “regalo” al presidente saliente y que pudiera promover la reforma constitucional judicial el 15 de septiembre de 2024. Pudo más el servilismo que el sentido común de saber que esa iniciativa no debería tener jamás una vía seria de implementación. Esa es la cruda historia del origen. Pero hay que repetirla para que jamás se olvide lo que hicieron y a lo que llegaron para impulsar un golpe de capricho y a la vez de destrucción irracional. Un despropósito enorme. Algo que solamente se entiende como un golpe artero propio de un gobierno fascista como el que se está configurando con evidente obscenidad. No exagero. Se repite la historia de Alemania en 1933.
Acto seguido se puso en marcha la implementación del texto constitucional que establecería como llevarían a cabo la sanguinaria forma de reemplazar a los enemigos judiciales de Morena. Se impuso un sistema inverosímil de nula evaluación de candidatos, prevalencia de criterios ideológicos, métodos primitivos de sustentación de candidaturas, uso de sistemas de insaculación (tómbolas), y nulificación de posibles figuras relevantes de la oposición.
Como lo único que importaba era cortar la cabeza a todos los que se opusieron a los abusos, no hubo contención alguna en revisar las consecuencias de un método absurdo para procesar el reemplazo no solamente de algunos, sino de todos los juzgadores del país, incluyendo los estatales también. En el proceso se permitió el arribo de candidatos vinculados a la delincuencia organizada. Dicen los de Morena que no son muchos, como si eso fuera normal, como si tener células cancerígenas es tolerable para la salud nacional. De ese tamaño su cinismo.
Durante varios meses se han hecho muchos estudios, dictámenes y análisis por parte de serios expertos en temas jurisdiccionales. El consenso absoluto es que si no existen otros países que hayan optado por procesar la designación de sus juzgadores por elecciones es porque no es un método óptimo, y de hecho porque resulta en una determinación inadecuada.
Politizar la justicia es un error cardinal porque un juez debe ser un experto jurídico, tener independencia institucional, y ser autónomo en cuanto a su posibilidad de actuar sin influencias o compromisos con nadie. Y, sin embargo, ahora estamos exactamente en una ruta en que todos esos ingredientes no se van a satisfacer. De hecho lo contrario es lo cierto. Un proceso en que visiblemente hubo parcialidades, errores y superficialidad está en gran medida ahora destinado a sacrificar los puntos más importantes de lo que un poder judicial creíble debe lograr.
Muchos de los que advirtieron de los enormes riesgos probados de la reforma judicial se dieron a la tarea entonces de explicar todos los problemas que este sistema generaría al país desde el punto de vista de incertidumbre económica y carencia de inversiones. También se empezaron a estudiar potenciales violaciones a obligaciones convencionales, y el impacto adverso en un momento en que se han detonado diversos frentes de confrontación internacional, en particular por las decisiones de guerra arancelaria con el arribo del presidente Trump en Estados Unidos.
No obstante, aún con todas estas contingencias, nada ni nadie en el gobierno de Morena, y en particular la presidenta Sheinbaum, fijaron una ruta para detener, pausar o modificar la ruta crítica de la reforma judicial. No es así. Han seguido avanzando y a esta fecha no parece haber nada ni nadie con el sentido común para parar lo que nada bueno puede generar si de procurar una mejoría al sistema de justicia en el país se refiere.
Lo hemos dicho muchas veces y hay que insistir, los problemas más importantes del sistema de justicia en México están vinculados con las deficiencias en capacitación, presupuestos, coordinación, etc. de los sistemas de policías y fiscalías en el país. Mención especial a la militarización sin límites de la seguridad pública. Y en estos temas la reforma en curso no hace absolutamente nada.
De hecho el sistema judicial era lo que menos problemas tenía comparativamente, y ahora se le está destruyendo visceralmente. Y es que hay que insistir en algo más, elegir jueces es tan inapropiado porque es incompatible con la idea de lograr una buena selección de peritos para esas tareas. Es la misma razón por la cual no se eligen por esta vía a doctores, ingenieros, arquitectos, economistas, contadores, etc. No es la popularidad la que determina a quienes sean las mejores personas para desarrollar actividades técnicas. Para eso se requiere una meritocracia en que sea la preparación, educación, trayectoria y experiencia la que acredite a las personas que deben realizar esas labores de atención de necesidades técnicas y/o profesionales de la población. Dejarse operar por médicos electos por popularidad es tan absurdo como hacer lo mismo con jueces. La probabilidad de que se cometan errores con consecuencias letales es altísima. No se puede hacer así. No se debe hacer así. Pero a Morena no le interesa el bien, solamente la concentración del poder y la creación de una era hegemónica y no democrática.
Y así llegamos a la pregunta de fondo en este momento que es qué hacer a la luz de la elección que nos guste o no va a tener lugar el domingo 1 de junio. Los mensajes en que esta pregunta se nos ha presentado son muchísimos y motivaron que dedicara esta columna quincenal a este tema particular. Por eso paso a entrar de lleno al punto. No hay una solución evidente, en particular si se toma en cuenta que las razones para no validar el golpe al poder judicial son muchas y contundentes. Sin embargo, también es un hecho que sin una participación de la ciudadanía no será posible provocar un resultado que sea distinto al simple hecho de que Morena se quiera quedar con todos los puestos en juego.
Si bien es cierto es atractivo que en el proceso haya una baja participación, si se les deja solos se quedarán con todos los puestos. Y el hecho es que sí hay personas que tuvieron el valor para participar en los procesos de selección y que llegaron a las boletas. Hay un par de colectivos que se han dado a la tarea de ubicar a esas personas y a presentarlas al electorado para que puedan mover votos a su favor.
Hay que considerar en particular las referencias que aparecen en https://oej.mx y que nos dan nombres y datos para los candidatos en la Suprema Corte de Justicia de la Nación y el Tribunal de Disciplina Judicial – respecto de los mismos me parece relevante procurar votar solamente por los designados por el Poder Judicial (no los que están en funciones o propuestos por Poderes Ejecutivo o Legislativo). Mientras que en los demás casos de las otras boletas, lo que hay que hacer es impulsar a los candidatos en funciones hoy en día (marcados como EF), pues son precisamente los que pueden defender la operación del Poder Judicial pues lo conocen y han trabajado en el mismo por mucho tiempo.
No hay una solución única. Pero se debe tomar una postura individual. Para los que no quieran votar lo que se pide es que al menos apoyen en confirmar, durante el proceso y al cierre de la votación, el número de asistentes en cada casilla, para así evitar que haya una manipulación de las boletas no utilizadas (requerimos saber cuantas personas sí votaron). Para los que quieran votar, que lo hagan con las reglas arriba previstas para privilegiar a los candidatos rescatables en las 2 primeras boletas y los de EF en las demás. En ambos casos se requiere una participación activa para no dejar que Morena siga impunemente destruyendo todo a su paso.
Nadie con sentido común y sentido patriótico real hubiera hecho algo como lo que estamos viendo ahora. Pero ya se hizo y va a suceder. Por eso es que ante este problema existencial les estamos haciendo el planteamiento y la discusión de opciones arriba referidas. Estamos a unos cuantos días de tomar partido y participar como queramos. Como sea que lo decidamos, seamos lo más claros y definitivos posible. El país nos requiere activos como nunca ante el nivel de riesgos que se ciernen sobre nosotros. Los autores de esta reforma inverosímil no vieron por el bien del país. Ahora nos toca hacer ver a todos lo importante que es conocer los datos, participar como lo decidamos, y en su conjunto tratar de darnos los mejores resultados ante este dilema brutal. No lo quisiéramos así, pero es como es.