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Campañas judiciales. Entre la falta de estrategia y la incertidumbre

La capacidad de los candidatos para construir una narrativa que los distinga y motive a los ciudadanos a dejar la comodidad de su casa para ir a marcar un número en la boleta será determinante.
lun 10 marzo 2025 05:58 AM
Aspirantes a cargos judiciales que se adelantaron y ya se promocionan
Sin una propuesta auténtica que conecte con la ciudadanía, los eslóganes grandilocuentes se diluyen en ruido, considera José Manuel Urquijo.

Estamos a días de inaugurar un proceso democrático sin precedentes en México. El 1 de junio los ciudadanos elegiremos por primera vez a 9 ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y más de 850 magistrados y jueces a lo largo y ancho del país, cargos que sin duda alguna redefinirán el rumbo del nuevo Poder Judicial.

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Pero en esta contienda la preparación, la experiencia o el historial de sentencias justas no serán suficientes; hoy lo más importante para los candidatos y candidatas que buscan llegar a estas posiciones es la comunicación. La capacidad de los candidatos para construir una narrativa que los distinga y motive a los ciudadanos a dejar la comodidad de su casa para ir a marcar un número en la boleta será determinante. En pocas palabras: quienes no entiendan que esta es una batalla de percepción, estarán perdidos antes de empezar.

¿Cómo destacar entre miles de nombres? La respuesta parece sencilla, pero ejecutarla será un arte: diferenciarse de sus contrincantes. Sin embargo, en los últimos días hemos visto a candidatos buscar atajos, eligiendo apodos caricaturescos como “El ángel de la justicia”, “El abogado de AMLO” o “El defensor del pueblo”, creyendo que con eso conquistarán simpatías. Lo que no comprenden es que esta táctica los disuelve en la multitud. Sin una propuesta auténtica que conecte con la ciudadanía, los eslóganes grandilocuentes se diluyen en ruido.

El tiempo corre en su contra. Con menos de 100 días para hacer campaña y restricciones severas: sin pautas digitales, sin espectaculares, sin estructuras partidistas (al menos en la regla) y con un tope de gastos que no cubre ni lo esencial, los candidatos tendrán que recurrir a la creatividad y la disciplina para sobrevivir en un escenario donde cada peso invertido y cada palabra dicha cuenta.

Entonces, ¿cómo se enfrentan los candidatos a un panorama tan complejo?, ¿de verdad hay manera de competir bajo estas condiciones? Sí, con estrategia, creatividad, disciplina y una narrativa que verdaderamente inspire al electorado.

Y no será fácil. Los aspirantes pedirán la confianza de los votantes en un país donde la impunidad rebasa el 98% y casi una cuarta parte de la población cree que las autoridades están coludidas con el crimen. En ese contexto, salir a buscar apoyo, tocar puertas y construir estructuras basadas en la afinidad personal más que en la lealtad partidista será un desafío titánico.

En este escenario, la estrategia no será solo importante: será la única tabla de salvación. Los candidatos que logren despojarse del lenguaje técnico, conectar con las preocupaciones reales de la gente y construir una narrativa cercana tendrán la ventaja. No bastará con explicar cómo funciona la justicia; tendrán que contar una historia: ¿por qué quieren ocupar el cargo?, ¿cómo piensan mejorar la justicia para la gente?, ¿por qué merecen la confianza ciudadana?

Y en este mismo escenario el contraste será indispensable: ¿cómo hacer para que los medios de comunicación y creadores de contenido que generan opinión me volteen a ver?, ¿cómo las decisiones que tomaron los candidatos en sus distintas posiciones pueden afectar o beneficiar sus aspiraciones presentes? Para un candidato cada palabra y cada acción en su pasado representa un riesgo o una oportunidad que tendrán que recordar, defender o esconder.

Las limitaciones impuestas para la campaña electoral abrirán la tentación de usar influencers, movilizar estructuras paralelas o recurrir a campañas negras. El INE deberá estar más vigilante que nunca, porque donde hay incertidumbre, florecen las trampas. Los ataques personalizados, las operaciones de desprestigio y las noticias falsas serán inevitables en una contienda donde lo que está en juego es la estructura misma del poder judicial. Además, como dijo la maestra Gisela Rubach en el primer episodio del Podcast La Mala Comunicación: “El INE se juega su credibilidad en esta elección”.

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El 1 de junio no cerrará esta historia; apenas será el prólogo. El conteo de votos podría extenderse por días, y mientras tanto, la legitimidad del proceso penderá de un hilo. Si la reforma fracasa en su debut, la justicia quedará aún más vulnerable. Pero si algunos candidatos logran convertir la campaña en un ejercicio de legitimación pública —entendiendo que no solo está en juego un cargo, sino su reputación a largo plazo—, entonces esta elección podría ser el primer peldaño hacia un sistema judicial más cercano y comprensible para la ciudadanía.

La clave estará en quiénes sepan escuchar, explicar, conectar e inspirar para movilizar. Los que no lo logren, se perderán en la multitud de nombres que la ciudadanía olvidará al salir de la casilla.

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Nota del editor: José Manuel Urquijo es maestro en Comunicación Política y Gobernanza Estratégica por la George Washington University, estratega político con experiencia en campañas electorales en México y Latinoamérica y fundador de la agencia Sentido Común Latinoamérica y el podcast La Mala Comunicación. Síguelo en Twitter y/o en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

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