El mundo atraviesa por una crisis de confianza y para poder dar un primer paso hacia la recuperación de esa confianza, primero tenemos que reconocerlo. Esa crisis que se extiende prácticamente por todos los rincones de la tierra, nace de la percepción de que las principales instituciones de las democracias no han cumplido con las expectativas de las personas, y cobra mayor fuerza por la falta de resultados tangibles, por los escándalos de corrupción y una percepción que los gobernantes están desconectados de las sociedades que gobiernan.
Desconfianza y agravios. El costo de la desconexión entre élites y mayorías
Hace unos días, la agencia Edelman, que lleva más de 25 años midiendo la confianza en muchos países del mundo, incluyendo México, publicó su último informe del Barómetro de Confianza 2025, en el que revela algo que debería preocuparnos a todos: el mundo atraviesa una gran crisis de desconfianza. El CEO de Edelman ha dicho que “en la última década, la sociedad ha pasado del miedo a la polarización y ahora al descontento”.
Ese descontento que hoy queda de manifiesto con protestas multitudinarias como las de Colombia en 2021 por la propuesta de reforma tributaria, o las de 2023 en Francia por la reforma a las pensiones, o las del año pasado en Panamá que obligaron a cerrar una mina en el país, son el reflejo de ese descontento generado por una sensación de injusticia estructural que favorece a una minoría privilegiada mientras margina a la mayoría.
Las decisiones de los líderes políticos en diversos países han generado una percepción de agravios constantes por parte de minorías o élites hacia las mayorías, un fenómeno ampliamente explicado por la politóloga Nadia Urbinati en su libro “Pocos contra muchos, el conflicto político en el Siglo XXI”; esto ha desencadenado indignación y movilización social, al punto de que líderes de naciones como Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, Corea del Sur y Canadá han sido reemplazados. Este cambio responde a la frustración de los votantes frente a la pérdida de empleos atribuida a la globalización y al aumento de la inflación.
Ahora vemos una mentalidad de suma cero, es decir, la creencia de que el beneficio de unos implica que otros pierdan; esto ha llevado a que, de acuerdo con los resultados del Barómetro de Edelman, medidas extremas como la violencia hacia la propiedad pública o privada y la desinformación, sean consideradas como herramientas válidas para provocar el cambio. Entre los jóvenes de 18 a 34 años el 56% de los encuestados justifica acciones como boicots para lograr cambios sociales, y el número no deja de ser alto entre el total de la población, ya que el 40% también lo valida.
La percepción de que el sistema es desigual, favorece a los más ricos y que las instituciones están diseñadas para beneficiar a las élites alcanza el 61%. Esta cifra debería ser motivo de preocupación no solo para los líderes políticos, sino también para el sector empresarial. Aunque las empresas son de las instituciones mejor valoradas, con un 76% de aprobación, solo el 46% de las personas las considera éticas, evidenciando una desconexión entre liderazgo y responsabilidad. Además, un 85% de los encuestados cree que las empresas tienen la obligación de ofrecer empleos bien remunerados, capacitar a sus empleados para ser competitivos y promover el desarrollo como medio para reducir las desigualdades.
Otro dato revelador del estudio de Edelman es la desconfianza en los medios de comunicación: apenas el 38% confía en los medios tradicionales; el dato coincide con otro estudio del Instituto Reuters donde sólo el 35% de los mexicanos creen en las noticias. Los medios tradicionales están siendo desplazados por las redes sociodigitales, sobre todo por TikTok, a la que cada vez más jóvenes acuden para conocer las noticias.
Las reflexiones que deja el Barómetro de Edelman es que la desconfianza entre gobiernos, empresas y ciudadanos bloquea el progreso en la construcción de acuerdos necesarios para enfrentar desafíos como la crisis energética y climática. Ahora bien, ¿qué hacer ante un mundo que desconfía de sus principales instituciones porque considera que estas benefician más a las élites en perjuicio de las mayorías?
El primer paso para hacer frente a los agravios es recuperar la confianza, y para eso se necesita un enfoque integral que abarque reformas políticas, sociales y económicas, un compromiso real con la reducción de las brechas sociales y una participación activa de las empresas y la ciudadanía.
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Nota del editor: José Manuel Urquijo es maestro en Comunicación Política y Gobernanza Estratégica por la George Washington University, fundador de la agencia Sentido Común Latinoamérica. También es consultor y estratega político con experiencia en campañas políticas y comunicación corporativa en México y Latinoamérica. Síguelo en Twitter y/o en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.