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No plegarse ante el tirano

El apoyo de muchas élites empresariales a Trump no debería sorprendernos tanto: al final, su apoyo al consenso liberal y al discurso progresista siempre fue acomodaticio.
mar 21 enero 2025 06:03 AM
Trump y empresarios
No sorprende que los grandes capitalistas —Jeff Bezos, Mark Zuckerberg, Elon Musk y compañía— se hayan doblado frente a Trump. Al final, la inmensa mayoría de los empresarios sólo está interesada en una cosa: hacer más dinero, apunta Jacques Coste.

Veo con preocupación a más y más miembros de las élites plegándose ante Donald Trump o, al menos, acomodándose a su regreso a la Casa Blanca. En Estados Unidos, los líderes de las grandes empresas tecnológicas, que antes se resistían a su narrativa racista y misógina, ahora la abrazan y se toman fotografías felices con el nuevo presidente.

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Empresarios del más alto nivel que antes apoyaban al Partido Demócrata ahora se han acercado al Partido Republicano. Los medios de comunicación tradicionales, que antes se oponían al lenguaje ofensivo y discriminatorio de Trump y condenaban con toda fuerza sus ambiciones expansionistas y sus acciones autoritarias, ahora adoptan ese lenguaje y matizan sus críticas. Los republicanos más moderados se han escorado a la derecha con tal de mantener sus cargos y agradar a Trump.

En México, varios analistas, que antes eran críticos acérrimos de Trump y señalaban con toda contundencia las amenazas del trumpismo contra nuestro país, ahora ven algunas supuestas “oportunidades” en la llegada de Trump al poder y tratan de identificar aspectos positivos de la agenda política de derecha radical de los republicanos. Otros tantos argumentan, sin escrúpulo alguno, que la “contención de la migración” es la carta de negociación más importante del gobierno mexicano y que no hay que dudar en utilizarla con tal de mantener el comercio bilateral, pese a que “contener” la migración en realidad significa violar masivamente los derechos humanos de las personas migrantes.

Por si fuera poco, varios medios, analistas y líderes de opinión tanto en México como en Estados Unidos han adoptado expresiones del trumpismo, aunque sea para criticar sus políticas. Por ejemplo, dicen que las políticas de Trump para frenar la “migración ilegal” son aberrantes o que la agenda MAGA (las siglas de Make America Great Again) es demasiado radical. Si bien condenan las políticas de Trump, utilizan su lenguaje para criticarlas, lo que al final contribuye a que las ideas trumpistas logren tracción social.

Todo estos apoyos —tanto los intencionales y explícitos como los no deliberados e implícitos— contribuirán a fortalecer a Trump y lo empoderarán para llevar su agenda radical hasta las últimas consecuencias.

No sorprende que los grandes capitalistas —Jeff Bezos, Mark Zuckerberg, Elon Musk y compañía— se hayan doblado frente a Trump. Al final, la inmensa mayoría de los empresarios sólo está interesada en una cosa: hacer más dinero. El apoyo de los empresarios al consenso liberal siempre había sido acomodaticio, pues el liberalismo defiende las libertades económicas, la propiedad privada y el derecho a enriquecerse. Hoy, como lo han hecho siempre, viendo por sus propios intereses, apoyan a Trump, pese a que sostiene una agenda abiertamente antiliberal.

Peor aún, una parte considerable de la élite empresarial estadounidense asume a cabalidad la agenda de Trump. Se trata de un apoyo pleno a una agenda que implica deportación masiva de migrantes (con las consiguientes violaciones a derechos humanos), una visión racializada de la nacionalidad (según la cual los verdaderos estadounidenses son blancos), la normalización de la retórica misógina y racista, diversas acciones contra la diversidad sexual y las políticas de acción afirmativa y el desmantelamiento de todo vestigio de las estructuras del Estado de bienestar y de las políticas públicas para aminorar la desigualdad.

Pero, insisto, el apoyo de muchas élites empresariales no debería sorprendernos tanto: al final, su apoyo al consenso liberal y al discurso progresista siempre fue acomodaticio. Lo que sí sorprende y preocupa mucho es la renuncia de muchos medios de comunicación y miembros del establishment político estadounidense a combatir abiertamente al trumpismo e incluso su disposición a darle el beneficio de la duda a varias de sus políticas y programas, tan sólo porque “ganó el voto popular y es lo que quiere la mayoría de los estadounidenses”.

En el primer mandato de Trump, la labor de los medios tradicionales fue fundamental para no permitir que su narrativa tomara tracción social en sectores ajenos a su base dura y para cuestionar su discurso de odio y sus acciones violatorias de la ley y la dignidad humana. Hoy, no se observa esa disposición a resistir, por lo que queda el camino libre para que la ultraderecha cultural sea aún más hegemónica.

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También sorprende y preocupa que muchos analistas mexicanos sean tan irresponsables que le encuentran supuestas virtudes a Trump e identifican supuestas oportunidades para nuestro país. En este caso, el optimismo es ingenuo e irresponsable: digámoslo claro, el presidente del país más poderoso del mundo ha manifestado abiertamente que regresa a la presidencia con una agenda expansionista (Canadá, Groenlandia, el Canal de Panamá y el renombramiento del Golfo de México) y con un discurso de odio contra los millones de mexicanos que viven en Estados Unidos.

No hay virtud posible en un tirano que llega al poder con un programa que amenaza la integridad nacional de nuestro país y la dignidad de millones de nuestros connacionales y con un discurso que nos culpa de todos sus problemas. Lo que nos queda en México es denunciar las atrocidades trumpistas. No hay que plegarnos frente al tirano: ante la indecencia y el despotismo, dignidad, solidaridad y escrutinio.

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Nota del editor: Jacques Coste ( @jacquescoste94 ) es internacionalista, historiador, consultor político y autor del libro Derechos humanos y política en México: La reforma constitucional de 2011 en perspectiva histórica (Instituto Mora y Tirant lo Blanch, 2022). Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

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