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2025, el año de la élite empresarial-militar

Aunque el Tren Maya no sea rentable como proyecto de infraestructura -y sea oneroso para el Estado-, será una fuente importante de capital político, económico y simbólico para las Fuerzas Armadas.
mar 17 diciembre 2024 06:04 AM
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Con el Ejército y la Marina en la construcción, la operación y la administración de obras y negocios públicos, existe el riesgo de que este tipo de redes de negocios se gesten en distintas regiones del país y en varios sectores de la economía, apunta Jacques Coste.

2025 será un gran año para las Fuerzas Armadas, pase lo que pase. Al menos, lo será en términos monetarios. Es cierto, el dinero destinado a las instituciones militares disminuyó en el primer presupuesto de la presidenta Claudia Sheinbaum; sin embargo, esta reducción responde al avance en la construcción del Tren Maya y otras obras de infraestructura. De ninguna manera está relacionado a una voluntad civilista de la presidenta.

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Más importante aún: pese a la disminución del presupuesto militar, las Fuerzas Armadas administrarán decenas de empresas, sobre todo relacionadas con puertos, aeropuertos y el Tren Maya. Asimismo, seguirán controlando las aduanas, que no son un negocio formalmente, pero lo son en la práctica, pues es sencillo desviar recursos con total opacidad y discrecionalidad, ya sea para el beneficio de determinados liderazgos militares o para la operación de otros proyectos institucionales de las Fuerzas Armadas.

Además, el control militar del Tren Maya, de varios aeropuertos e incluso de hoteles y centros turísticos en la Península de Yucatán y sus alrededores es una oportunidad perfecta para que se conforme una nueva economía política asociada al turismo de la región. Más de 60% de los contratos vinculados a la construcción del Tren Maya se adjudicaron de manera directa y otro porcentaje importante se otorgó por medio de concursos restringidos para ciertas empresas elegidas discrecionalmente por la Secretaría de la Defensa.

Con este antecedente, es fácil imaginar el surgimiento de un nuevo tipo de capitalismo de cuates en la región conectada por el Tren Maya. Empresas y personas de negocios cercanas a las cúpulas militares podrán conseguir facilidades para construir hoteles, operar restaurantes, bares y centros recreativos o explotar el potencial ecoturístico de la zona. A cambio, el Ejército como institución o ciertos grupos de la élite militar se beneficiarán de estos contratos o podrán construir sociedades formales e informales con estas empresas.

Lo mismo podría ocurrir con la explotación y el procesamiento industrial de los recursos naturales de la región. Empresas cercanas a la Secretaría de la Defensa o a las cúpulas militares bien posicionadas en los alrededores del Tren Maya podrán obtener concesiones y contratos fácilmente, y los propios militares podrán beneficiarse de ellos.

A esto me he referido, desde hace tiempo, cuando digo que una élite empresarial-militar se está consolidando en México. La organización no gubernamental PODER ha dado cuenta de algunas de las dinámicas que he descrito en los párrafos anteriores en varios reportes que vale la pena revisar. Un tema que PODER ha destacado en varias ocasiones es que el Tren Maya no sólo beneficiará al Ejército directamente, sino también a sus socios en el sector privado, pues este megaproyecto es, ante todo, un intento de reconfigurar el territorio de la Península de Yucatán para inaugurar un nuevo modelo de explotación capitalista en la región.

Pienso que la mayoría de medios tradicionales se ha equivocado en argumentar una y otra vez que el Tren Maya no producirá ganancias ni será rentable. Esto es cierto si se dice en el vacío, en abstracto. Pero, en términos concretos y materiales, el Tren Maya es un gran negocio para el Ejército, que tiene todos los incentivos y las facilidades —considerando la impunidad, la opacidad y la discrecionalidad con las que puede operar el Ejército bajo el manto protector de la seguridad nacional— para construir una red de alianzas con empresas y personas de negocios, a fin de explotar el potencial turístico y los recursos naturales de la zona en beneficio no necesariamente del Estado, sino de la élite-empresarial militar que se ha constituido en los últimos años.

Así pues, aunque el Tren Maya no sea rentable como proyecto de infraestructura y aunque sea oneroso para el Estado mexicano, será una fuente importante de capital político, económico y simbólico —en tanto que el tren es una insignia de la “cuarta transformación”— para las Fuerzas Armadas.

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No obstante, sería un error pensar que el Tren Maya es un caso aislado. Con la participación del Ejército y la Marina en la construcción, la operación y la administración de otras obras y negocios públicos, existe el riesgo de que este tipo de redes de negocios se gesten en distintas regiones del país y en varios sectores de la economía. Con ello, la élite empresarial-militar será cada vez más poderosa e influyente tanto en las decisiones políticas como en las actividades económicas.

Además, existe el riesgo de fricciones en el interior de las Fuerzas Armadas y entre los distintos cuerpos que las conforman, toda vez que podría haber intereses encontrados entre los grupos de las cúpulas castrenses. En otras palabras, distintos grupos militares, en asociación con diferentes actores empresariales, podrían competir entre sí en busca de acrecentar sus propias redes de negocios o su acceso a la generación de capital. Ése es uno de los muchos riesgos que representa la poderosa élite empresarial-militar que se está consolidando en México.

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Nota del editor: Jacques Coste ( @jacquescoste94 ) es internacionalista, historiador, consultor político y autor del libro Derechos humanos y política en México: La reforma constitucional de 2011 en perspectiva histórica (Instituto Mora y Tirant lo Blanch, 2022). Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

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