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#ApuntesElectorales | Mal

Con una prisa inusitada se han dado reformas nocivas para el país, cuyas consecuencias perniciosas se comenzarán a sentir de inmediato y tendrán impactos importantes en el mediano plazo.
lun 28 octubre 2024 06:06 AM
Senado aprueba reforma de "supremacia constitucional"
Los senadores de Morena y aliados aprobaron el pasado 25 de octubre la reforma para impedir al Poder Judicial controvertir cualquier cambio constitucional, y pasó a la Cámara de Diputados.

Mal. Así nos sentimos miles de mexicanos y mexicanas ante los excesos que, desde el Legislativo, una mayoría rapaz ha avalado en tan solo siete semanas, todo con el afán de que el grupo político que representan puedan ejercer un poder absoluto, sin límites.

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Son 36 millones de votos, que representan el 55% de las personas que votaron, o el 36% de los posibles electores o el 26% del total de la población, la justificación para los atropellos legislativos que se han aprobado. Carentes de técnica legislativa, ausentes de argumentos, pero eso sí, con una prisa inusitada se han dado reformas nocivas para el país, cuyas consecuencias perniciosas se comenzarán a sentir de inmediato y tendrán impactos importantes en el mediano plazo.

Al país le tomó varias décadas construir un marco jurídico robusto que garantice los derechos humanos, que imponga límites auténticos a los excesos en el poder, especialmente del presidencial, que cuente con instituciones sólidas que hagan valer la Constitución y garanticen los derechos humanos, un piso mínimo de certeza, legalidad y estabilidad. Desde luego todavía no teníamos el resultado deseado, especialmente al momento de su ejecución, pero en el camino lo habíamos venido forjando para continuar avanzando hacia una democracia constitucional con un amplio ejercicio de derechos, límites sanos y claros al ejercicio del poder.

Ya lo señala Timothy Snyder en su libro “Sobre la tiranía”, el error consiste en presuponer que los gobernantes que han accedido al poder a través de las instituciones no pueden modificar o destruir esas mismas instituciones. Continúa señalando: a veces los revolucionarios sí pretenden destruir todas las instituciones simultáneamente.

Ha sido esta mayoría legislativa, sus líderes y múltiples cómplices quienes en siete semanas se han asegurado de destruir ese camino y de regresar a los tiempos en los que la ley era la voluntad del mandamás. En esta vorágine, pesa ver cómo quienes anteriormente desde la oposición, las instituciones o la academia, defendían con convicción ese camino hacia la democracia y el ejercicio de derechos; hoy son cómplices incondicionales y facilitadores de los abusos de la mayoría, todo a cambio del beneplácito y la complacencia del poder.

Ante la tiranía de la mayoría, justificada en 36 millones de votos, es claro el mensaje que se manda, vamos por un poder absoluto y sin obstáculos. El diálogo y los argumentos son de necios, lo que manda es el capricho de su voluntad. Y mientras esta mayoría no cambie, difícilmente veremos otra conducta. El propio Snyder lo explica: un partido envalentonado por un resultado electoral favorable, o motivado por la ideología, o ambas cosas, podría cambiar el sistema desde dentro. En este caso no para mejor.

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A lo mejor estamos mal por la impotencia de no poder hacer nada, la frustración de dar la batalla desde las calles, la protesta, las instancias jurídicas, los argumentos y en todos lados tener el mismo resultado, una aplastante mayoría y sus cómplices, quienes, desde la falacia, las mentiras y el lugar común justifican su actuar bajo el manto protector de una minoría de mexicanos y mexicanos que le dieron su voto, pero no el mandato de destruir la base esencial del Estado mexicano.

Algunos nos hemos dado cuenta, otros muchos aún no, pero el escenario de lo que viene es sombrío, el impacto en lo social, económico y comercial se dejará ver en el mediano plazo.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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