Durante su administración, el presidente ha ejercido el poder desde el primer minuto, imprimiéndole a su gobierno su sello muy personal.
La constante ha sido repudiar todo lo que se hizo en gobiernos anteriores, pues en el discurso son los culpables de todo lo malo que ocurre en el país, por ejemplo: la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México por la corrupción (no comprobada) generada por su construcción, y por el contrario el avance a cualquier costo de sus propios proyectos tales como el Aeropuerto Felipe Ángeles, el Tren Maya o la refinería Dos Bocas.
En estos seis años no hubo nada que lo detuviera, ni la oposición, ni la judicatura y sus amparos, ni la sociedad civil y sus protestas. Sin duda el presidente encontró múltiples obstáculos en el camino, pero cuando no lograba que se hiciera su voluntad por una vía, intentaba otra. Si no era el plan A, buscaba el plan B y si tampoco lo conseguía entonces iba por uno más ambiciosos, el C.
La habilidad política del presidente, combinada con su gran capacidad de comunicar y su cercanía con la gente, sumado a su desdén hacia el Estado de Derecho, cuando este no le es favorable, produjo que semana con semana, mes tras mes y año con año fuera acumulando más poder.
El gabinete se desdibujó, las y los gobernadores se alinearon, el Legislativo regresó a los tiempos de la borregada en donde se aprobaba todo lo que el Ejecutivo deseaba. Regresó el presidencialismo.
El Poder Judicial fue afín mientras duró la presidencia de Zaldívar, con su conclusión se acabó la cercanía y entonces el Judicial se convirtió en el enemigo público número uno. Los órganos autónomos fueron cooptados o neutralizados, tal como pasó con la CNDH, cuya titular es una incondicional al presidente. El INAI, en cambio, fue neutralizado a partir de su desmantelamiento, por mencionar dos casos. Los equilibrios se han ido desdibujando.
El Ejército se convirtió en un poderoso aliado, brazo ejecutor de las acciones de gobierno más complejas. Hoy tiene un pie puesto en prácticamente todas las áreas estratégicas de gobierno, desde labores de seguridad, hasta manejo de puertos y aeropuertos, pasando por la construcción de obras claves para la administración, e incluso la administración de centros turísticos.
Muchas cosas fueron nuevas durante esta administración, especialmente las formas y el manejo mediático. En la política interior hubo una voz, la del presidente, en la política exterior, aunque predominó la ausencia, tuvo la capacidad de generar conflictos innecesarios, poniendo la ideología por encima de los intereses económicos o comerciales del país.