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#ZonaLibre | Un alcalde asesinado y la perpetua amenaza

La muerte de Arcos es solo uno de los muchos ejemplos de cómo los grupos criminales continúan ejerciendo su poder sin restricciones y cómo pueden someter a gobernantes.
vie 11 octubre 2024 06:02 AM
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A solo seis días de asumir el cargo, el alcalde de Chilpancingo, Guerrero, Alejandro Arcos, fue hallado decapitado.

La trágica y horrenda muerte del alcalde de Chilpancingo, Alejandro Arcos , ha ensombrecido el arranque del nuevo gobierno y ha vuelto a poner en el centro del debate la estrategia de seguridad de México. Este asesinato no es un hecho aislado, se inserta en un contexto de violencia extrema que lleva años castigando al país y que ha sido el resultado de una estrategia fallida adoptada durante la administración de Andrés Manuel López Obrador, quien heredó otras dos sangrientas y fracasadas estrategias de los expresidentes Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.

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El enfoque de “abrazos, no balazos” impulsado por el anterior gobierno se presentó como una alternativa humanitaria a la guerra frontal contra el narcotráfico, pero en la práctica resultó ser insuficiente para contener el impresionante poder que ostentan los cárteles. El intento de evitar confrontaciones directas con los grupos criminales generó un vacío de autoridad en muchas regiones del país, permitiendo que los cárteles se fortalecieran, multiplicaran y expandieran sus actividades.

En lugar de reducir la violencia, la estrategia anterior se tradujo en un aumento de los homicidios y la impunidad. La muerte de Arcos es solo uno de los muchos ejemplos de cómo los grupos criminales continúan ejerciendo su poder sin restricciones y cómo pueden someter a gobernantes, sin recato.

El nuevo gobierno encabezado por Claudia Sheinbaum tiene la difícil tarea de revertir esta situación y devolver la seguridad a los ciudadanos. Es un reto inmenso, pero también una oportunidad para corregir el rumbo y establecer una nueva estrategia que se centre en recuperar la paz y debilitar a los cárteles. A diferencia de su predecesor, Sheinbaum ha prometido una estrategia más activa, basada en inteligencia e investigación, y este enfoque renovado es justo lo que se necesita para enfrentar la crisis de seguridad.

Un golpe de timón

Hay una cierta esperanza en que Sheinbaum logre unificar las fuerzas armadas debido a su enfoque en la coordinación y cooperación interinstitucional. Sheinbaum ha destacado la importancia de trabajar en conjunto para enfrentar la violencia de manera más efectiva.

Los recientes eventos han mostrado un cambio en la postura del gobierno, con operativos coordinados en estados conflictivos como Sinaloa y Guerrero, en los que las fuerzas armadas han trabajado en conjunto con la Guardia Nacional, las policías estatales y la Marina. Esta colaboración ha sido señal de un esfuerzo por integrar las distintas fuerzas de seguridad bajo un mando más coherente y eficiente.

Además, Sheinbaum ha dado prioridad al uso de inteligencia y tecnología para combatir al crimen organizado, lo que podría facilitar una mejor coordinación entre las distintas fuerzas armadas. La reciente integración de estrategias con equipos de inteligencia y el intercambio de información entre las agencias de seguridad son signos de un enfoque más unificado.

Esto ha generado optimismo en cuanto a que una respuesta conjunta y mejor organizada podría finalmente revertir la creciente ola de violencia en México y devolver el control del territorio al Estado.

Para lograr resultados efectivos, el nuevo gobierno debe tomar en cuenta una serie de acciones urgentes y necesarias:

1. Fortalecer la cooperación interinstitucional. Es fundamental coordinar esfuerzos entre las distintas fuerzas de seguridad, tanto a nivel federal como estatal y municipal, para garantizar una respuesta unificada contra los cárteles.

2. Invertir en inteligencia y tecnología. La estrategia debe basarse en una mejor recopilación y análisis de información para identificar y desmantelar las estructuras financieras y operativas de los grupos criminales.

3. Fortalecer el sistema judicial. Para reducir la impunidad, es esencial mejorar la capacitación de jueces y fiscales, así como implementar reformas que permitan un enjuiciamiento más efectivo de los delitos relacionados con el narcotráfico.

4. Aumentar la presencia estatal y militar en regiones críticas, pero con estrategia científica. Es necesario restablecer el control del Estado en zonas dominadas por los cárteles, con presencia permanente de las fuerzas de seguridad y programas de desarrollo social para restablecer la confianza de la población.

5. Desarticular las redes de corrupción. Los vínculos entre el crimen organizado y funcionarios corruptos son un gran obstáculo para la paz. Es prioritario perseguir estos nexos y sancionar a los responsables sin importar sus siglas partidistas.

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6. Promover programas de prevención del delito y fomentar la cultura. La violencia no se resuelve solo con fuerza; es indispensable implementar políticas de prevención enfocadas en la educación, la juventud y el desarrollo económico para ofrecer alternativas reales a la delincuencia.

7. Proteger a los funcionarios locales y periodistas. Debe garantizarse la seguridad de aquellos que son vulnerables a represalias, implementando protocolos de protección y medidas preventivas para evitar más tragedias como las que diariamente reportamos.

El asesinato de Alejandro Arcos es un recordatorio de los errores del pasado y de la urgencia de corregir el rumbo. Si el nuevo gobierno logra implementar estas acciones, podría marcar un punto de inflexión en la lucha contra la violencia y devolver la esperanza a un país que ansía la paz.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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