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#ApuntesElectorales | Elecciones sin democracia

Hay que decirlo claramente, una elección carente de los elementos democráticos mínimos no se puede considerarse como el reflejo fiel de la voluntad popular.
lun 05 agosto 2024 06:04 AM
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Es a través de las elecciones como se renueva el gobierno, pero también estamos viendo como a través de las elecciones se busca perpetuar a los gobernantes de manera ilegal o se construyen hegemonías de gobierno que buscan tener un control absoluto sobre el aparato estatal, señala Arturo Espinosa Silis.

No toda elección es democrática. Aunque a veces entendamos que las elecciones de nuestros gobernantes y representantes son sinónimo de democracia, lo cierto es que no siempre es así.

Para que una elección sea democrática deben contener ciertos elementos mínimos, tales como: condiciones de equidad para todos los actores políticos que participan, transparencia en la información y los resultados; certeza sobre las reglas y el calendario electoral, libertad para que la ciudadanía pueda votar; respeto a los derechos políticos y electorales de la ciudadanía; respeto a los resultados electorales; autoridades electorales independientes en la toma de sus decisiones.

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El deterioro democrático que viven varios países en los últimos años se ha visto reflejado en la calidad de las elecciones, materializándose en que: no existen condiciones equitativas para todos los actores políticos, por el contrario la persecución judicial de los opositores inhibe su participación en los comicios, combinada con el uso de recursos estatales en favor del oficialismo, generando una desventaja mayúscula para los opositores.

Además, el debilitamiento de las autoridades electorales es el camino para restarles autonomía e independencia en la toma de decisiones, muchas veces la presión comienza en la parte presupuestal y en la manipulación de la designación de sus integrantes.

Por otro lado, la escasa transparencia en el manejo de la información, así como el ocultamiento de datos, siendo el extremo la opacidad en la transmisión y difusión de los resultados, lo cual se utiliza para evitar el escrutinio de los medios de comunicación y de la ciudadanía. Otra práctica común es el cambio de reglas para favorecer a quienes están en el poder. Finalmente, la búsqueda constante por coartar el ejercicio de los derechos políticos y electorales, como son el derecho al voto o a ser votado, mayormente de quienes son favorables a la oposición.

La cereza del pastel se ha vuelto la desinformación y las noticias falsas que se convierten en mecanismos comunes para confundir y engañar a la ciudadanía, muchas veces impulsados desde el discurso oficial. A todo esto, hay que sumarle las restricciones a la observación electoral, nacional e internacional.

Hay que decirlo claramente, una elección carente de los elementos democráticos mínimos no se puede considerarse como el reflejo fiel de la voluntad popular.

Es a través de las elecciones como se renueva el gobierno, pero también estamos viendo cómo a través de las elecciones se busca perpetuar a los gobernantes de manera ilegal o se construyen hegemonías de gobierno que buscan tener un control absoluto sobre el aparato estatal. Todo a fin de amparar bajo el manto de la democracia las ilegalidades a partir de las cuales se llevan a cabo los comicios que en realidad buscan solo ser pantallas para perpetuar el autoritarismo o las dictaduras.

Vivimos tiempos en los que el desencanto democrático se usa para justificar los abusos en el ejercicio del poder y justificarlos con el respaldo popular a través de elecciones cuestionables desde el punto de vista democrático. Siempre es más fácil el camino de la imposición que el del respeto a los valores democráticos y derechos humanos.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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