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#Oteador | Batirse en los debates

Los debates sirven para reanimar las campañas electorales, además de que permiten establecer la intensidad de la polarización entre las candidaturas y la priorización de las problemáticas.
lun 06 mayo 2024 06:09 AM
Segundo debate
En el espacio público quedó la impresión de que en este segundo debate fue Xóchitl Gálvez la única que se dedicó a agredir. La verdad es que también arremetió Claudia Sheinbaum e incluso Jorge Álvarez Máynez, señala Javier Rosiles Salas.

Una revoltura, un batidillo. Ideas inconexas, planteamientos apresurados. Preguntas ciudadanas sin contexto, respuestas al vuelo, vacilantes. Entre el tiempo que es escaso y los cuestionamientos dignos de ser discutidos en un coloquio académico, hay verdades a medias, falsedades y mitos en torno de los debates mexicanos en tiempos de campañas electorales.

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Preocupa la manera como se les demerita, al achacárseles poderes que no tienen, como el de hacer que una candidatura con más de 10 puntos de desventaja pueda superar a la otra tras un ejercicio de un par de horas. Los debates sirven para reanimar las campañas electorales, además de que permiten establecer la intensidad de la polarización entre las candidaturas y la priorización de las problemáticas. Así ha ocurrido con los dos debates que se han desarrollado en el marco de la búsqueda de la Presidencia de la República.

Una verdad a medias es que sólo uno de los candidatos o candidatas ataca. En el espacio público quedó la impresión de que en este segundo debate fue Xóchitl Gálvez la única que se dedicó a agredir. La verdad es que también arremetió Claudia Sheinbaum e incluso Jorge Álvarez Máynez.

De acuerdo con un recuento del equipo de la Cátedra Francisco I. Madero (Fabiola G. Franco, Samaria Andrade y Ximena Reséndiz), Xóchitl dirigió 53 ataques, ciertamente el mayor número, pero le siguieron Claudia con 35 y Máynez con 33. De hecho, el primer ataque provino de la candidata de Morena-PT-PVEM cuando a los 2 minutos 28 segundos le enrostró a Xóchitl: “se van a presentar dos proyectos: el de la candidata del PRIAN, que representa el pasado, un pasado de corrupción y privilegios, y nuestro proyecto, que es el proyecto de avanzar”.

Un par de minutos después comenzó una fuerte andanada por parte de Xóchitl: “el principal problema de los mexicanos es la extorsión y el cobro de piso. Los delincuentes ya tienen partido. Morena se ha convertido en un narcopartido”. El intercambio entre ambas siguió y en él los epítetos de Xóchitl: “eres la candidata de un narcopartido”, “la candidata de las mentiras”, “Claudia, eres mentirosa, y ahora te crees neoliberal: hablas de puros datos macroeconómicos”.

En cuanto a los mitos, uno ampliamente difundido es el de que en los debates no se hacen propuestas. Es falso. En este segundo ejercicio se hicieron un total de 102. Claudia fue la que más propuso, con 50, seguida de Máynez con 28 y 24 de Xóchitl. La candidata del partido fundado por López Obrador planteó aumentar el salario mínimo para que equivalga a 2.5 canastas básicas, el uso de paneles solares, un plan nacional hídrico, el establecimiento de 22 polos de bienestar, cablebuses y trolebús elevado como en la Ciudad de México.

Claudia también planteó replicar el proyecto de los Pilares para el Bienestar (con 118 actividades, cursos y talleres gratuitos) en todo el país, crear senderos seguros, la desalinización como una fuente alternativa de agua, reformar el artículo segundo constitucional para que los pueblos originarios sean sujetos de derecho, la construcción de un millón de viviendas, 100 parques industriales con vocación regional, otorgar seguro social para los (muy olvidados) repartidores.

Xóchitl, en contraparte, propuso que quienes ganen menos de 15 mil pesos mensuales no paguen impuestos, crear un sistema nacional de cuidados, ampliar la infraestructura peatonal y ciclista, reparar fugas y detectar tomas clandestinas de agua, así como mantener los programas sociales.

Este último punto es de suma relevancia. Lo es porque Xóchitl ha invertido mucho tiempo en hablar de los programas sociales de la llamada Cuarta Transformación, y lo ha hecho, además, de manera positiva. De hecho, se esfuerza para convencer a la ciudadanía de que no los va a eliminar. Eso juega en favor del oficialismo, pues una de las apuestas que le da mayor respaldo y rendimiento electoral no sólo no es criticada por la oposición, sino secundada.

Máynez --para cuidar la equidad en este espacio-- habló de elevar el salario mínimo a 10 mil pesos mensuales, proteger las lenguas indígenas, aprobar la reducción de la jornada laboral, impulsar el reconocimiento de los nuevos derechos laborales, quitar impuestos a las bicicletas, construir acueductos.

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Desde luego que las proposiciones no son del todo precisas, en especial en lo que respecta a la forma como se podría llegar a su implementación. Empero, los debates sirven para marcar las diferencias sustanciales, como cuando se ofrece la continuidad o cambiar las estrategias, así como las ambigüedades, como cuando las tres candidaturas se comprometen a lo mismo.

Lo cierto es que Xóchitl Gálvez se batió en el segundo debate, tomando el riesgo de ser ofensiva, lo que no siempre es bien visto por el común de las personas. En un continuo que va del evento en sí hasta sus efectos en la jornada electoral del 2 de junio, se puede decir que se apropió del formato y que incluso impactó en la agenda de las campañas (posdebate); es en el efecto en el comportamiento electoral en donde el alcance luce corto. Resta un tercero, el próximo 19 de mayo. Pendientes.

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Nota del editor: Javier Rosiles Salas ( @Javier_Rosiles ) es politólogo. Doctor en Procesos Políticos. Profesor e investigador en la UCEMICH. Especialista en partidos políticos, elecciones y política gubernamental. Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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