Es la parte final de las campañas políticas en el país, pero no de la llamada Cuarta Transformación. Se desarrollaron los últimos esfuerzos opositores para avivar el ánimo entre sus simpatizantes y posibles electores: la marea rosa y el tercer debate presidencial. No será suficiente para derrotar al oficialismo en la pugna a nivel nacional; el reto de la oposición es que el resto de sus candidaturas no se queden solas en medio de una narrativa poderosa que afirma que Claudia Sheinbaum será la próxima, y primera mujer, presidenta de México.
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El principal lastre para Gálvez siguen siendo los partidos políticos tradicionales, así como su incapacidad para convocar al número de ciudadanos necesario para derrotar a Sheinbaum en las urnas.
@Javier_Rosiles
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Uno de los grandes afanes fue el de la concentración en el Zócalo de este domingo, una movilización conocida como marea rosa que pasó de simular su impulso partidista para convertirse, abiertamente, en un acto de campaña en favor de Xóchitl Gálvez y, sobre todo, de Santiago Taboada.
En la primera marcha, en noviembre de 2022, la convocatoria se hizo en torno de la idea de que “el INE no se toca”. Meses después, en febrero de 2023, el llamado fue a protestar en contra del Plan B, que planteaba, desde la Presidencia, una reforma electoral. Fue hasta un año después que se pudo organizar una tercera concentración, en febrero de 2024, en donde la lucha fue “por nuestra democracia”.
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En las tres ocasiones los oradores fueron abiertos opositores al régimen encabezado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, pero se había defendido la idea de que eran actos predominantemente ciudadanos: José Woldenberg, ex presidente del entonces IFE, primero; el ministro en retiro José Ramón Cossío y la periodista (aunque también expriista) Beatriz Pagés, después, y, finalmente, el expresidente del INE Lorenzo Córdova.
El problema con la marea rosa no es que sea opositora a la Cuarta Transformación, sino que muestra las dificultades para lograr una concentración multitudinaria convocada desde los partidos políticos. Se requirió de dotar al llamado de un disfraz ciudadano para ser atractivo y mostrar la Plaza de la Constitución abarrotada.
Este domingo la marea rosa se mostró al desnudo: impulsada francamente por los partidos tradicionales que buscan detener la influencia de Morena. Sus oradores no sólo fueron personajes notablemente opositores, sino candidatos en plena liza electoral. La marea rosa pasó de una abstracta defensa institucional del INE a un manifiesto llamamiento a votar por las candidaturas del PAN, PRI y PRD. Como no se vio en las anteriores movilizaciones, las banderas de los tres partidos pudieron ondear sin bochorno entre banderines de México.
Sin embargo, el principal lastre para Xóchitl Gálvez siguen siendo los partidos políticos tradicionales, así como su incapacidad para convocar al número de ciudadanos necesario para poder derrotar a Claudia Sheinbaum en las urnas. El tono aglutinador resonó en el primer cuadro de la Ciudad de México, pero tendría que tener un mucho mayor ímpetu en el resto del país para ser exitoso.
“Antes que partido, tenemos República; antes que partido, tenemos democracia, y antes que partido, tenemos México (…) Por eso estoy aquí, para sumarme con ustedes a la defensa de la República”. Esto para justificar la presencia de organizaciones que de otra manera provocarían abucheos: “los ciudadanos tocaron la puerta, y el PAN, el PRI y el PRD la abrieron, con generosidad y altura de miras”, agradeció Xóchitl.
Gálvez no es una candidata afiliada al PAN, pero sí es la candidata del PAN. No es el perfil tradicional postulado por Acción Nacional, pero comulga con sus valores, los mismos que dijo proteger este domingo: “vida, verdad y libertad”. Se pueden leer en el manual del participante del Taller de Introducción al Partido, en el que el dirigente nacional del PAN, Marko Cortés, da la bienvenida a sus afines: “estás por empezar a formar parte del partido que defiende la vida y la libertad en México”. La vieja y profunda dicotomía entre libertad o igualdad más presente que nunca.
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Por lo que toca al debate presidencial número 13, hubo un buen desempeño de Xóchitl Gálvez en el marco de un tema que constituye, sin duda, la mayor deuda del gobierno federal: la (in)seguridad. Cabe destacar la falta de autocrítica de Claudia Sheinbaum en ese tema, el primero del que tendrá que hacerse cargo apenas tome posesión del cargo.
Obispos de San Cristóbal de Las Casas, en Chiapas, han advertido por la imposibilidad de realizar comicios este 2 de junio: “No hay condiciones para que las elecciones se lleven a cabo”. Fue en esta entidad en donde fue asesinada, en su evento de campaña, la candidata a la presidencia municipal de La Concordia por el Partido Popular Chiapaneco, Lucero López. Pero, por desgracia, es un fenómeno que se reproduce en muchos otros territorios del país: Guanajuato, Guerrero, Jalisco, Michoacán, estado de México, Veracruz…
Entre mareas rosas que aspiran a pintarse de azul, amarillo o tricolor en las urnas; una necesidad de más debates que no estén capturados por los partidos; una autoridad nacional electoral que luce confrontada y debilitada --perdida entre discusiones irrelevantes como el uso (o no) de una playera rosa; una ola de violencia política que parece incontenible, y entre condiciones de inseguridad, así estará celebrando México la elección más grande de su historia.
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Nota del editor: Javier Rosiles Salas ( @Javier_Rosiles ) es politólogo. Doctor en Procesos Políticos. Profesor e investigador en la UCEMICH. Especialista en partidos políticos, elecciones y política gubernamental. Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.
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